Barbaridades que la Iglesia paga y algunos obispos apoyan
Uno tiene que saber en qué se gasta los cuartos, especialmente si los cuartos son de otros y yo soy el administrador. Servidor, por ejemplo, no puede gastarse los dineros del cepillo, los donativos o la colecta dominical en cualquier cosa. Los fieles, que son los que ponen la pasta, tienen no solo el derecho, sino la obligación de velar para que su aportación más o menos generosa vaya destinada a lo que tiene que ir: mantenimiento del templo parroquial, salario del sacerdote, actividades pastorales y ejercicio de la caridad.
Difícilmente podría justificar el gasto de un solo euro en otros conceptos. No digamos si encima fueran para subvencionar doctrinas anticatólicas, páginas que rocen la blasfemia y la ofensa, o medios de comunicación que de manera habitual den cabida a cualquier tipo de disparate teológico.

NOTA PREVIA: Colocaré la homilía dominical normalmente pasado el domingo. Estos días que estoy fuera de la parroquia, como algo excepcional, intentaré colgarla antes, ya que hay sacerdotes que así me lo piden. Pero lo de estos días será algo puntual.
Yo no sé si nos engañan, o nos encanta vivir en la más exquisita y sublime de las nubes. ¡Oh el efecto Francisco! ¡Ah la nueva Iglesia! Por fin una Iglesia abierta. Gloria a Dios: era hora de sintonizar con la gente. Mantras. Muletillas. Frases que a base de ser repetidas nos quieren hacer creer que son la realidad. Todos encantadísimos con la realidad excepto los cuatro cavernarios.
Algo estudié de pedagogía y algo de programación por objetivos. Tengo entendido que lo interesante es tener un gran objetivo general, y luego objetivos parciales, medios, estrategias, evaluación y corrección de errores. No sé si técnicamente es muy perfecto, pero yo creo que se me entiende.





