Don Miguel Alfayate, in memoriam.
El pasado 19 de agosto falleció en Madrid, a los noventa y seis años, el sacerdote diocesano D. Miguel Alfayate Nistal.
Un sacerdote anciano más. Uno más de la lista de fallecidos de cada año. Lo traigo a colación porque fue el sacerdote que me administró el bautismo y con el que me inicié como monaguillo con apenas seis añitos recién cumplidos. Personalmente me enteré al día siguiente de su entierro por su sobrina, que así se lo comunicó a mi hermana, amigas de la infancia.
Si se ha hablado muchas veces de la soledad del sacerdote, esta se hace aún más profunda y triste en su vejez. Mientras estamos en la parroquia o en activo, siempre tenemos a alguien, gente con la que conversar, personas que nos saludan, que se dirigen a nosotros por una causa u otra. Llega el día de la jubilación canónica, llega el día de dejar la casa parroquial o el de acudir a una residencia, en una residencia estaba D. Miguel, y todo se acaba. Salvo alguna persona, algún sobrino… Soledad.

Fue en el primer domingo del pasado adviento cuando comenzamos a celebrar la primera misa dominical de la parroquia “ad orientem”. Es decir, que han pasado nueve meses. Algunos lectores me preguntan que si seguimos celebrando esa misa “ad orientem”, la de las 9:30 de domingos y festivos, o si aquello acabó, como tantas cosas, en simples buenas intenciones.
Imagine, de John Lennon, posiblemente haya sido una de las canciones más escuchadas de los últimos días. Especialmente tras los atentados de Barcelona y Cambrils, en España, podemos decir que casi no ha habido acto en memoria de las víctimas, homenaje, recuerdo e incluso oraciones en los que no haya aparecido la cancioncita.
No me lo esperaba, y supongo que la cosa no irá a mayores, pero bronca hubo y con su mala uva.
Acabo de leer la