Ayer me hizo la homilía el cardenal Sarah
Ayer cumplió sus ochenta años el cardenal Sarah. Qué cabeza provilegiada, cuánta fe, cuánto sentido común.
La solemnidad de la Santísima Trinidad es un ponerte delante de Dios mismo, adorar y admirarte de su amor. Y entonces recordé que apenas unos días antes había podido leer y saborear las palabras del cardenal Sarah en la presentación de su último libro y me dije: esto merece la pena que se lo cuente a mis feligreses. Dicho y hecho.
Quise destacar tres cosas:
1. La centralidad de la adoración en la vida cristiana. «La Iglesia es árida porque faltan adoradores. El mundo muere porque le faltan adoradores»
Decía yo a mis feligreses que la raiz de la crisis en la Iglesia está en que construimos templos y supuestas comunidades sin Dios. Qué poca adoración, qué poco se reza en nuestras iglesias. Llegamos a los templos alas celenbraciones, hablamos, nos salidamos, estamos a nuestras cosas hasta que empieza el espectáculo, la misa. Acaba y vuelta a lo mismo.
Los mismos gestos que nos recuerdan que la centralidad está en Cristo se pierden. La genuflexión ante el sagrario, que parece que entramos y salimos de los templos sin ser conscientes de que Cristo está realmente presente en el sagrario, el trabajo que nos cuesta arrodillarnos en la consagración, la comunión de pie y en la mano, que por más autorizada que esté en la forma en que lo está, no deja de favorecer una cierta trivialización del sacramento.
2. «La Santa Misa no es una asamblea social para celebrarnos a nosotros mismos. No es una exhibición cultural. La Santa Misa es el sacrificio de Cristo inmolado en la cruz para nuestra salvación». Y añade: “«el sacerdote sabe que cuando sube los escalones del altar, está subiendo con Jesús al Calvario para entregar la vida y morir con Él».
Toca redescubrir el valor de la Eucaristís y comprender que la misa ni es “una fiesta muy alegre", ni la reunión de los hermanos o el banquete compartido. La misa es el Calvario. Por eso, les decía un servidor, celebrar bien la misa es saber que todos estamos en el Calvario bajo la cruz del Señor, contemplar su entrega, conmovernos con María al pie de la cruz y salir a contar lo que hemos vivido.
3. «Cristo es el único Salvador. Las Sagradas Escrituras y la Santa Tradición nos recuerdan: en ningún otro hay salvación». Y añadió: «No podemos decir que todas las religiones llevan a Dios. Eso contradice a Cristo».
Sigue diciendo el cardenal Sarah: «Se está constituyendo una dictadura del relativismo que no reconoce nada como definitivo y que deja como última medida solo el propio yo, sus deseos». Frente a ello, defendió: «Nosotros tenemos otra medida: el Hijo de Dios, el verdadero hombre. Él es la medida del verdadero humanismo».El relativismo está siendo la muerte de la Iglesia.
Me pareció que en la solemidad de la Santísima Trinidad las palabras del cardenal Sarah suponían una preciosa reflexión para los fieles sobre el misterio de Dios. Para los fieles y para un servidor.
59 comentarios
1329 Banquete del Señor; Fracción del pan porque este rito, propio del banquete judío, fue utilizado por Jesús cuando bendecía; Asamblea eucarística (synaxis), porque la Eucaristía es celebrada en la asamblea de los fieles, expresión visible de la Iglesia (cf 1 Co 11,17-34).
1331 Comunión, porque por este sacramento nos unimos a Cristo que nos hace partícipes de su Cuerpo y de su Sangre para formar un solo cuerpo
1332 Santa Misa porque la liturgia en la que se realiza el misterio de salvación se termina con el envío de los fieles ("missio") a fin de que cumplan la voluntad de Dios en su vida cotidiana.
Según el Cardenal Sarah lo único que vale es:
1330 Memorial de la pasión y de la resurrección del Señor.
Santo Sacrificio, porque actualiza el único sacrificio de Cristo Salvador e incluye la ofrenda de la Iglesia; o también Santo Sacrificio de la Misa, "sacrificio de alabanza"
Y los demás puntos son "cascarilla"
Le rezo su Avemaría.
Precioso y muy realista sermón. Para decirlo todos los domingos el mismo.
¿Cómo están las Perpetuas? Pues con falta de gente, y por más que se hagan campañas, por más que se diga en las parroquias, ¿se apunta la gente? Pues no. Sin ir más lejos, yo he llegado a hacer 5 horas seguidas de madrugada, llegaba a las 24 horas y me marchaba a las 5 de la madrugada porque tenía que cubrir 4 turnos. El mío, más 4 más. Algunos adoradores de madrugada han llegado a quedarse dormidos completamente en su turno de madrugada porque salían de trabajar, iban a la Perpetua y tenían 3 horas seguidas de madrugada todos los días porque faltaba gente para cubrir los turnos, ¿Y alguien se apuntaba? Pues no.
Y así con todo lo demás, ¿cuántos somos en misa de 8 de la mañana? 20 personas. Algunos dicen: "Yo no madrugo", y estos son los que van a misa a diario, porque otros sólo cumplen con el precepto, y otros ni eso siquiera. Si alguien piensa que en el Cielo se entra haciendo lo que me apetece, de forma relajada, lo que me gusta... se equivoca, para entrar en el el cielo hay que hacerse violencia. Espero esto lo diga algún día el cardenal Sarah, a él tal vez le hagan caso.
Su Ave María, Pater.
El grave error doctrinal consiste en negar unos para afirmar otros, y el Card Sarah en el segundo punto del post lo lleva a cabo.
Aqui no hay originalidad alguna ni por parte de usted ni por parte del cardenal, hay verdades como puños que serían reconocidas por todos los católicos desde San Bernabé (por poner a uno de los 12) hasta Carlo Acutis.
Dicen que un pastor protestante le comentó a un cura católico:
- Si te fijas bien ambos creemos en el mismo Dios. Y eso es lo importante.
A lo que el sacerdote contestó:
- Ya, pero tú lo haces según tu voluntad y yo según la voluntad de Él.
(Del libro de Cien chistes católicos)
Ave María.
"Los mismos gestos que nos recuerdan que la centralidad está en Cristo se pierden"
Pues a veces a pesar de los gestos, cuando los gestos son costumbres o normas a las que estamos acostumbrados, esa centralidad se pierde. Creo que, a parte de los gestos nos falta vida interior, A veces llego a la Iglesia muy bien exteriormente y al rato a pesar de santiguarme en el nombre del Padre, del Hijo y del Espiritu Santo y haber rezado alguna oración no me he dirigido personalmente a Jesús Sacramentado, al menos con unas "buenas tardes Señor".
También es cierto que otras veces con menos pose, he saludado a alguien y enseguida me he dirigido al Señor con un "buenas tardes Señor, cuida a fulano, le veo decaido".
Creo que es falta de vida interior de superficialidad.
Cierto que debemos utilizar tanto el templo como el atrio para lo que son. Y sino atrio siempre hay una explanada, no para hacer grupitos por edad o "categiria" sino con los más solos y separados.
"una dictadura del relativismo que no reconoce nada como definitivo y que deja como última medida solo el propio yo, sus deseos"
Creo que este es el mal que sufrimos, si quitamos a Dios o no le tenemos sobre todas las cosas, nosotros pasamos a considerarnos como Dios y utilizamos a lis hombres para nuestros fines
Ojo, no solo en política.
Trato bien a este porque es bueno pra ese fin que tengo en mente, fin buenísimo por supuesto, nadie dice que no.
Y este otro no me vale, porque me ha llevado la contraria, se ha cansado, o està obsoleto, bastante tiene con lo suyo
Quitamos a Dios y, endiosados, el hombre no me vale por lo que es sino pir lo que me es. Incluyo los pobres, o los pibrecitis que Me necesitan, que sería de ellos sin mi
Entre el artículo de Bruno y el de el P. Joge vaya semanita, ¿será el impulso del nuevo Papa? Lo importante que dure. Sólo Dios es Dios.
"¿Qué es, pues, la Santa Misa?
La Santa Misa es el Sacrificio del Cuerpo y Sangre de Jesucristo que se ofrece sobre nuestros altares bajo las especies de pan y vino en memoria del sacrificio de la Cruz."
Catecismo Mayor de San Pío X.
Ni más ni menos.
San Agustín, "Confesiones", siglo V.
"Ofrecémoslo en memoria de la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo ...
El cual sacrificio de la Misa, si todo bien lo consideramos, es una representación al vivo y muy santa de la pasión del Señor, y de aquel sacrificio sangriento que fue por nosotros ofrecido en el árbol de la Cruz, y juntamente una oblación sin sangre, pero muy eficaz."
Catecismo de San Pedro Canisio, 1555.
El Catecismo de San Pío X, como es natural en su contexto histórico, pone especial énfasis en el carácter sacrificial de la Misa, en respuesta a los errores luteranos que negaban precisamente ese aspecto esencial. Subrayar el sacrificio fue un modo de proteger la fe íntegra en tiempos de fuerte contestación doctrinal.
Sin embargo, el Catecismo de la Iglesia Católica promulgado por San Juan Pablo II ofrece una síntesis más amplia y equilibrada del misterio eucarístico, sin contradecir a San Pío X, pero integrando de forma plena los significados de los puntos 1329-1332 del Catecismo
Afirmar uno de estos aspectos negando los demás no solo empobrece la comprensión del misterio, sino que puede conducir al error teológico e incluso a herejía. La verdad católica es católica precisamente porque es total y armónica.
El desarrollo del Magisterio no elimina enseñanzas anteriores, sino que las profundiza y enriquece. Sostener hoy solo un aspecto, por muy verdadero que sea, a expensas del conjunto, es repetir el error que en su momento se quiso combatir.
Un saludo fraterno.
¿ Excluye usted entre los nombres y significados esenciales de la Eucaristía, el de comunión, banquete del Señor y Santa Missio tal y como revelan los puntos 1329,1331 y 1332 ? ¿Hace usted jerarquía entre ellos cuando ningún Papa las ha establecido ?
Es que no entiendo que quiere usted decir con esos comentarios, sea más explícito por favor e ilústrenos a todos.
Teodoro de Mopsuestia explica así el sentido eclesial de la epiclesis: «El sacerdote pide entonces que venga la gracia del Espíritu Santo sobre todos aquellos que están reunidos, a fin de que cuantos son hechos un solo cuerpo por el sacramento del renacimiento, estén ahora próximos en la unidad del único cuerpo por la participación en el Cuerpo del Señor y unidos en la comunión y en la paz, en el deseo de servirse recíprocamente» (PE 208).
Uno de los textos más altos sobre la unidad de todos en Cristo y en la Iglesia, mediante la comunión eucarística es obra de Cirilo de Alejandría que comenta así el capítulo 17 de Juan: «Para fundirse en la unidad con Dios y entre nosotros, y para amalgamarnos los unos con los otros, el Hijo unigénito, sabiduría y consejo del Padre, planeó un medio maravilloso: por medio de un solo cuerpo, su propio cuerpo, él santifica a los fieles en la mística comunión, haciéndolos concorpóreos consigo y entre sí» 136. La idea de la concorporeidad y consanguinidad de todos, con Cristo y entre nosotros, es también propia de Cirilo de Jerusalén en su catequesis mistagógica IV (22ª), n. 3.
2 La Eucaristía comunión con Cristo: riqueza de aspectos y compromisos
La Eucaristía es el cuerpo y la sangre de Cristo entregados a nosotros como comunión; en ella comemos y bebemos la carne y la sangre de Cristo, nos alimentamos de Él. La gran riqueza de aspectos de esta comunión está, precisamente, en la riqueza misma que es Cristo. En primer lugar, la comunión nos une a Cristo en su misterio pascual y, por lo tanto, a la plenitud de sus misterios; pero Él mismo nos pone en comunión con el Padre que efunde en nosotros el Espíritu Santo, de manera que la Eucaristía es comunión con la Trinidad 126. El aspecto sacramental del alimento y de la bebida sugiere, al mismo tiempo, la vida que él da y la transformación interior en Él; mejor dicho, como dice santo Tomás: «El efecto propio de la Eucaristía es la transformación del hombre en Cristo» 127. La Eucaristía renueva y acrecienta aquella comunión con Cristo iniciada en el bautismo a fin de que Cristo viva en nosotros y nosotros vivamos en Él. Ella tiene también un aspecto esponsal de comunión del Esposo Cristo con la Esposa Iglesia, afirma Teodoreto de Ancyra: «Comiendo los miembros del Esposo y bebiendo su sangre, nosotros cumplimos una unión esponsal» 128.
Son muchos los textos patrísticos y litúrgicos que evidencian esta gracia crística de la comunión eucarística. Valga para todos la enseñanza de Juan Crisóstomo a propósito de la Eucaristía: «Es el Cuerpo que fue ensangrentado, golpeado por la lanza, por quien brotan las fuentes de salvación, las de la sangre y del agua por toda la tierra. Cristo es levantado de los abismos en una luz fulgurante, y dejando aquí sus rayos, ha accedido hasta el trono celeste. Ahora bien, éste es el cuerpo que él nos da para tener y comer» 129.
A estas alturas nos tienen que decir estas cosas? Estas cosas la sabía ya cuando hice la Primera Comunión, no puedo creer que todavía estemos así y que no hayamos avanzado nada. ¿Y para decir estas cosas necesitamos un cardenal? A mí todo esto me lo dijo mi catequista que era seglar, ni siquiera era monja, y ahora necesitamos a un cardenal, vamos para atrás como los cangrejos.
"Y porque en este divino sacrificio, que en la Misa se realiza, se contiene e incruentamente se inmola aquel mismo Cristo que una sola vez se ofreció Él mismo cruentamente en el altar de la cruz (He 9,27);
enseña el santo Concilio que este sacrificio es verdaderamente propiciatorio, y que por él se cumple que, si con corazón verdadero y recta fe, con temor y reverencia, contritos y penitentes nos acercamos a Dios, conseguimos misericordia y hallamos gracia en el auxilio oportuno (He 4,16).
Pues aplacado el Señor por la oblación de este sacrificio, concediendo la gracia y el don de la penitencia, perdona los crímenes y pecados, por grandes que sean.
Una sola y la misma es, en efecto, la víctima, y el que ahora se ofrece por el ministerio de los sacerdotes, es el mismo que entonces se ofreció a sí mismo en la cruz, siendo sólo distinta la manera de ofrecerse."
San Leonardo de Puerto Mauricio (1676-1751), "El tesoro escondido de la Santa Misa", ed. APC, México, 2009, pp. 55 y 56.
Claro que muy alto en la Iglesia se afirma que esta teología ha cambiado.
"La teología de la Iglesia ha cambiado.
Mientras que antes el sacerdote, en la distancia, representaba al pueblo -canalizado, por así decirlo, a través de esa persona, que era el único que celebraba misa-, ahora no solo es el sacerdote quien celebra la liturgia, sino todos los bautizados con él.
Y esto es algo importantísimo que hay que proclamar."
Cardenal Arthur Roche, prefecto del Dicasterio para el Culto Divino, entrevista en la BBC Radio 4, 19 de marzo de 2023.
Ave María.
El mensaje es algo así: "la reverencia en sí misma es hipócrita", y por lo tanto hay que ser "naturales" y no hacer nada de reverencia, como si fuera algo sin importancia. El enrevesamiento mentiroso y malvado de esta actitud es terrible, pero creo que es el gol que metieron los conspiradores en su momento, y que muchos tontos útiles siguen emitiendo.
Es esa nueva pastoral falsa que se coló en la Iglesia, que ignora el pecado y el infierno, que hace "como si" no hubiera presencia real (y luego no nos explicamos que no se crea en el Sacramento, cuando se recibe en la mano y de pie, con un 99% de menos reverencia que en la Misa de siempre, negándoselo incluso en ciertas ocasiones a los que no quieren cogerlo en la mano y tienen el "atrevimiento" de arrodillarse).
Hay un chiste antiguo del que siempre me acuerdo con temas cómo estos: -Pregunta: "hay que ver qué triste está vuestro hijo" -Respuesta: "Sí, y mira que le pegamos para que se ría".
Pues eso, "hay que ver qué poca fe hay hoy en día en el Santísimo Sacramento y qué poca adoración", "Sí, y mira que algunos hacemos todo lo posible para quitarle importancia y restarle reverencia". La Misa ad Orientem no es un tema baladí en lo de la reverencia.
Dicho lo anterior en España (ó al menos en Madrid) hay un renacer de la adoración eucarística, con un anhelo de mucha mayor reverencia, cosas del resto fiel, que es lo que toca en estos tiempos terribles de oscuridad y apostasía.
La frase que citas del cardenal Roche está sacada de contexto y empleada con una intención divisiva que, lejos de esclarecer, confunde. El Cardenal no niega el papel sacerdotal exclusivo en la consagración, ni introduce una “nueva misa” donde todos hacen lo mismo. Lo que señala —y que es plenamente coherente con la teología católica— es una verdad redescubierta y subrayada desde el Concilio Vaticano II: la participación activa y consciente de los fieles en la liturgia, en virtud de su sacerdocio bautismal.
No está diciendo que el sacerdote deje de ser quien “celebra in persona Christi”, sino que la liturgia no es un espectáculo a observar, sino un misterio a vivir por todo el Cuerpo de Cristo. Esa es precisamente la enseñanza del Catecismo de la Iglesia Católica (n. 1140-1141) y de la Sacrosanctum Concilium (n. 14).
Cuando Roche dice que "todos los bautizados celebran con él", no habla de una celebración sacramental en igualdad de funciones, sino de una participación espiritual, interior y litúrgica, donde el pueblo ofrece —junto con Cristo, a través del sacerdote— su propia vida al Padre. Esto no es novedad, es tradición redescubierta: San Agustín, San León Magno y San Gregorio Magno ya hablaban del pueblo como parte activa en el sacrificio eucarístico.
El ambiente cismático no nace de las palabras del magisterio auténtico, sino de lecturas selectivas y maliciosas que buscan sembrar sospecha donde hay continuidad. La Iglesia no ha cambiado su teología sobre la Misa como sacrificio, sino que la ha expresado con mayor plenitud, integrando los aspectos de comunión, participación y presencia sin negar jamás el carácter sacrificial.
Cuidado con confundir legítima crítica con desobediencia disfrazada. El sensus fidelium auténtico reconoce a sus pastores y no los caricaturiza para alimentar bandos.
Fraternalmente en Cristo.
Esa frase del cardenal Roche —por cierto, citada de una entrevista informal en la BBC— no ha sido objeto de escándalo ni siquiera entre los cardenales más tradicionalistas. Ninguno ha caído en el esperpento teológico de interpretarla como tú, porque saben muy bien que la teología litúrgica de la Iglesia, incluso cuando se profundiza o se desarrolla, no rompe con la tradición, sino que la expresa con nueva riqueza.
Repetir una y otra vez la consigna de que “la Iglesia ha cambiado su teología” a partir de frases sueltas, sin leer el magisterio completo, no es fidelidad a la verdad, sino militancia contra el magisterio vivo. Y eso no te sitúa como defensor de la ortodoxia, sino como agitador de la sospecha.
El pueblo de Dios merece claridad, no alarmismo. Y la verdad católica, como bien sabes, no se edifica desde el resentimiento ni la caricatura, sino desde la obediencia, incluso cuando cuesta. Si quieres corregir, hazlo con argumentos serios, no con titulares de redes sociales ni con el estilo de un tertuliano eclesial fuera de sus casillas.
Fraternalmente, y con el deseo sincero de que el celo no te lleve al ridículo del cisma disfrazado de ortodoxia.
En una populosa calle de una gran ciudad se encontraban discutiendo a grandes voces un judío y un musulmán. Se acercó a ellos una persona que llevaba bastante tiempo escuchando la discusión entre el judío y el musulmán, y les dijo: "arréglenlo ustedes como buenos cristianos".
Porque si algo queda claro, es que no hay herejía más peligrosa que la que se disfraza de fidelidad. Urbel ya ni eso. Por eso, gracias. Gracias, sinceramente, por dejarnos ver que los intentos de arrastrar a los fieles fuera de la barca de Pedro todavía existen, y que es deber de todos los católicos decir con claridad: “Hasta aquí. Este no es el camino. Y este no es nuestro rebaño”.
Dios te bendiga, Urbel. Y que te ilumine, porque con tus declaraciones, por lo menos, nos recuerdas por qué necesitamos tanto al Espíritu Santo y tan poco a los foros con complejo de concilio paralelo.
“Finalmente, algunas palabras acerca de la liturgia.
Es natural para los alemanes hacer ruido. Las asambleas vociferantes y con antorchas de las Juventudes Hitlerianas expresaban una pasión nacional. Está bien que eso sea canalizado en la vida de la Iglesia. Pero es esencialmente anti-inglés. No aspiramos a “Sieg Heils”. Rezamos en silencio.
“Participación” en la Misa no significa oír nuestras propias voces. Significa que Dios oiga nuestras voces. Sólo Él sabe quién está “participando” en Misa. Creo, para comparar las cosas pequeñas con las grandes, que yo “participo” en una obra de arte cuando la estudio y admiro en silencio. No hay necesidad de gritar.
Cualquiera que haya tomado parte en una representación teatral sabe que se puede vociferar en la escena con la mente en otro lugar. Si los alemanes quieren ser ruidosos, dejémosles. Pero ¿por qué deberían perturbar nuestras devociones?
Se entiende que “diversidad” es para los progresistas uno de sus objetivos contra la sofocante “Romanità”. Que se la permitan a los católicos ingleses.
Soy ya viejo pero era joven cuando fui recibido en la Iglesia. No fui atraído en absoluto por el esplendor de sus grandes ceremonias -que los protestantes podían falsificar bien.
De los extraños atractivos de la Iglesia que más me atrajeron fue el espectáculo del sacerdote y el monaguillo en la misa rezada, subiendo al altar sin echar una mirada para descubrir cuán muchos o cuán pocos fieles estaban allí; un artesano y su aprendiz; un hombre con una tarea que sólo él estaba cualificado para cumplir.
Esta es la Misa que yo aprendí a conocer y amar. Dejemos desde luego a los ruidosos que tengan sus “diálogos”, pero que los que valoramos el silencio no seamos completamente olvidados.”
Evelyn Waugh, “Changes in the Church”, carta al director publicada en el “Catholic Herald” el 7 de Agosto de 1964, en “The Essays, Articles and Reviews of Evelyn Waugh”, Penguin Books, 1986, p. 630.
Tienes mucha razón las iglesias están mucho tiempo cerradas.
Es culpa de los cristianos, pues el sacerdote tiene muchas cosas que hacer por su ministerio y no puede estar siempre cuidando la iglesua. Hay pocos sacerdotes.
Hay muchas cosas que debemos hacer los seglares sin estar ordenados, una de ellas cuidar y mantener abierta la Iglesia. Buena ocupación de los jubilados.
No obstante en el Evangelio de San Mateo Cap 6 nos explica como decia Jesús que debíamos dar la limosna y también como orar.
Hasta nos dice dinde debemos orar: "Tu cuando ores entra,en tu cámara y, cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre qu está en lo secreto, te recompensará. Y orando no seáis habladores... qye vuestro padre conoce de las que tenéis necesidad antes de que las pidáis"
Luego nos dice el P.adre Nuestro.
Que por cierto no entiendo como algunos creen que pueden mejorarle y se inventan otros.
Reza por mi.
Esto me ha recordado que ayer por la mañana estaba en la capilla de adoración perpetua y entró una señora de la parroquia que conozco y dijo en voz alta: "buenos días días, Señor", se fue a un banco y tomó asiento. Bueno esto está mal hecho, no le dije nada porque la señora era mayor, y está en la pastoral de enfermos de la parroquia y si le digo algo la señora no va a decir ni pío; lo digo porque en la parroquia a veces pasan cosas, de repente se acerca alguien y muy indignado dice: "oiga no puede hacer esto", y responden: Si puedo. No puede. Le digo que si puedo. Soy profesor de religión y puedo hacerlo... Y así están un ratito. Y acaban en la sacristía. Pero no es el caso de esta señora, esta señora no va a decir nada. Y como no se lo he podido decir a ella, se lo digo a ustedes.
El saludo a Jesús sacramentado no es buenos días Señor. A Jesús sacramentado se le saluda diciendo: Adorado sea el Santísimo Sacramento del Altar, sea por siempre bendito y alabado.
Ave María.
Definición de la Misa como sacrificio de Cristo inmolado en la Cruz para nuestra salvación a la que adhiere, por cierto, el autor en el artículo comentado.
Debe de ser que tanto el cardenal Sarah como el autor merecen las mismas fogosas advertencias anticismáticas que yo mismo por citar, en apoyo de la tradicional definición católica de la Misa, a San Agustín, el Concilio de Trento y el Catecismo Mayor de San Pío X.
1. Dar a Dios el culto superior de adoración, para reconocer su infinita excelencia y majestad, y a este título la Misa es un sacrificio latréutico.
2. Agradecer a Dios todos sus inmensos beneficios, por lo que la Misa es también un sacrificio eucarístico.
3. Pedir a Dios todos los bienes espirituales y temporales, y a este respecto es la Misa, además, un sacrificio impetratorio.
4. Satisfacer a Dios por todos los pecados y por las penas merecidas por los pecados, así propios como ajenos, de los vivos y de los difuntos, por cuya razón es la Misa, finalmente, un sacrificio propiciatorio y expiatorio.
La Misa es la Pasión, renovar el Sacrificio del Cordero, y la Consagración no es sino el punto culminante de la Pasión de Cristo, que ocupa toda la Misa.
Cuando el sacerdote pone un trocito de la Hostia ya consagrada en el Vino consagrado, ese es el momento de la muerte de nuestro Señor. Y como ese detalle otros muchísimos de cada momento de la Pasión.
“Desde este momento [el comienzo del canon de la Misa] la oración sagrada se hace en voz baja, es la acción del misterio, la calma del alma que trata con Dios, el secreto del Señor y el silencio del aniquilamiento y del respeto.
………………………………………………………………
… El sacerdote eleva la voz para advertir al pueblo que se una con más intimidad a una oración que le concierne especialmente [“Nobis quoque peccatoribus”, y a nosotros, también pecadores]; mas en breve entra en el misterioso silencio del canon que aún no está terminado.”
Anónimo, “La Santa Misa”, ed. Rialp, Madrid, 1975, pp. 261 y 313.
Edición presentada por el arzobispo de Valladolid don Ángel García.
De autor desconocido, escrito a mediados del siglo XIX, este libro es un tratado dogmático sobre la Santa Misa, de doctrina clara, gran precisión y rigor histórico y penetrado de unción sobrenatural.
En efecto, la actitud típica del "post-conciliarismo" es asumir que el Concilio Vaticano II deroga ó hace caducados el resto de los 21 Concilios Ecuménicos de la Iglesia, que tienen una validez TOTAL, por lo que Invocar el Concilio de Trento ó el de Nicea es no solamente legítimo sino muy conveniente, todos los Concilios son como leyes vigentes con el mismo rango Doctrinal, exactamente el mismo.
Además todos los Concilios Ecuménicos han condenado errores y afirmado Verdades y Dogmas, ¡¡¡menos curiosamente el CVII!!!, porque según los Papas que lo llevaron a cabo, era un Concilio meramente pastoral, ó sea que trataba de explicar las mismas cosas a las mentalidades y realidades del mundo "moderno" de los años 60-70.
En el sentido anterior podría decirse que en cierto modo fue un Concilio muy novedoso y si se puede decir así "experimental", dicho con total y absoluto respeto, en el sentido de que NUNCA antes se había hecho un Concilio Ecuménico meramente pastoral y sin afirmar Verdades ni condenar errores.
Curiosamente lo que está mal hoy en día es precisamente la pastoral, pero eso ya es otro tema, porque el Concilio Vaticano 2 no contiene herejías, pero sí hay que decir que algunas actas tienen frases y conceptos problemáticos, susceptibles de ser interpretados de manera no católica, y que según Monseñor Schneider, del que me fio totalmente, es conveniente que un futuro Concilio las modifique y explicite para evitar esas malas interpretaciones que en efecto se han producido muchas veces (en concreto en el tema de la libertad religiosa es muy evidente).
Por lo tanto, invocar el Concilio de Trento ó el catecismo de San Pio X es totalmente legítimo, pero además es totalmente pertinente, por su sencillez y por su claridad concisa, así como citar también el catecismo de Juan Pablo II, que es el último compendiado, pero su validez es la misma que el de San Pío X, y cada cuál podrá citar el que desee, porque lo que era pecado hace un siglo, sigue siendo pecado hoy, y lo que era Dogma y Doctrina hace un siglo, lo sigue siendo hoy.
En temas en los que estos catecismos no coincidan, entonces hay debate, legítimo en ambos casos, porque un catecismo no puede rectificar a otro, ya que ambos Papas tienen la misma legitimidad. Con la pena de muerte ó la oficialidad de la fe católica en los países hay debate, porque es Doctrina católica que ambas cosas son necesarias cuando se den ciertas circunstancias... como simple ejemplo lo pongo, no para iniciar ningún debate.
Críticas que se salude al Santísimo diciendo:"buenos días, Señor" o "buenas tardes, Señor"
Reconozco que este saludo no es litúrgico. Pero mejor no meterse en las relaciones entre padres e hijos, en que son tan variadas las demostraciones de amor y de respeto. Y no suelen esrar sujetas al protocolo.
Dices y parece más litúrgico el saludo:
"Adorado sea el Santísimo Sacramento del Altar, sea por siempre bendito y alabado"
Bien, pero es lo que pasa cuando se copia lo que es costumbre, que se dice lo que se sabe. Pues si es un saludo, al menos habría que sustituir el "sea" que parece como si fuera algo que se dice a terceros por el "seas" que es cuando se dirige a quien se saluda.
Creo que te refieres a la misma Capilla de Adoración Permanente donde yo he pasado algunss noches estupendas. Me sustituía una señora que al llegar no se arrodillada de manera litúrgica, sino qye realmente se postrada y permanrcia un buen rato inclinada y sentada sobre sus talones, una verdadera postración, que me parecía muy expresiva y muy personal, de agrado al Santísimo.
No se lo digas a nadie pero allí, yo di algo más de lo qye es una cabezadita y muy a gusto entre el Señor y yo.
Es cierto que por entonces hubo varias profanaciones de Capiillas y alguna noche pasé miedo cuando tenía qye abrir a quien llamaba y decía: Señor, si vienen con malas intenciones, dime lo que debo hacer que de mi no respondo.
"Paraos en los caminos, y mirad: y preguntad por las sendas antiguas, cuál es el buen camino, y seguidlo, y hallaréis reposo para vuestras almas" (Jeremías 6, 16).
Seguir las sendas antiguas, continuar lo que la Iglesia hizo y enseñó siempre.
«Y si algún nuevo contagio amenaza envenenar no ya una pequeña parte de la Iglesia sino a la Iglesia toda entera a la vez, entonces su gran empeño deberá ser el de aferrarse a la antigüedad que, evidentemente, ya no puede ser seducida por ninguna novedad mentirosa».
"Recibe, oh Padre Santo, Dios omnipotente y eterno esta hostia inmaculada, que yo indigno siervo tuyo ofrezco a Ti, que eres mi Dios vivo y verdadero, por mis innumerables pecados, ofensas y negligencias, y por todos los presentes, y también por todos los fieles cristianos vivos y difuntos; a fin de que a mí y a ellos nos aproveche para la salvación en la vida eterna. Amén.”
No soy yo, son las explicaciones de Mons Munilla en Radio María las que contradicen absolutamente tu opinión del Concilio Vat II.
FUENTE:
https://www.enticonfio.org/catecismo/
https://www.youtube.com/watch?v=aQlJBkpcEkA&list=PLco5FD9I9WmLb4DtFwGT1pE17pIlkvpRM&index=2&ab_channel=Enticonf%C3%ADo
https://www.enticonfio.org/wp-content/uploads/2017/09/Catecismo_0.pdf
Donde se dice textualmente por el Obispo:
"Se ha dicho que el Concilio Vaticano II no fue dogmático, sino más bien
pastoral, pero lo cierto es que hay de todo. Es decir, hay documentos dogmáticos como por ejemplo la Lumen Gentium, la Constitución sobre la Iglesia, y otros más de contenido pastoral, como cómo organizar la estructura de la Iglesia."
No mientas Fernando !! Dei Verbum y Lumen Gentium son Constituciones Dogmáticas, con precisiones doctrinales dogmáticas aprobadas por el sucesor de Pedro en comunión con todos los Obispos del mundo. El 50% del Concilio fue dogmático.
No hay ninguna discordancia, por otro lado el principal problema de la falsa pastoral post conciliar (que está demasiado extendida pero que no es la única ni mucho menos) no es lo que dice repetitivamente, sino lo que calla ó ignora, ó lo que deja como media verdad.
Las constituciones llamadas "dogmáticas" reciben este nombre porque su explicación PASTORAL afecta a cuestiones dogmáticas, no porque afirmen nuevas Verdades ni porque condenen nuevos errores. Mis comentarios se pueden llamar comentarios "Dogmáticos" si hablo de Dogmas, pero no establecen ningún Dogma ni hacen nuevas correcciones de errores específicos que no se hubieran hecho antes.
El adjetivo NO añade nada, porque los propios Juan XXIII y Pablo VI dijeron EXPLÍCITAMENTE que el Concilio era novedoso porque era meramente pastoral y no Dogmático, así que ¡chitón!.
Y esto a pesar de que los mismos lefebvristas hayan declarado públicamente que sus diferencias con la Iglesia de Roma no son sólo formales, sino más profundas: doctrinales.
Tuvo la desfachatez de escribir que según fuera la materia a tratar se podían tener diferencias doctrinales y que él mismo las tenía.
Ustedes mismos: A confesión de parte, relevo de prueba.
Ave María.
El único concilio ecuménico o general que, a diferencia de los veinte que le precedieron, no hizo uso de la autoridad infalible del irreformable magisterio solemne. No definió verdades ni condenó o anatemizó errores. No fue pues dogmático, a diferencia de los veinte concilios precedentes.
Otra cosa es que tratara de materias dogmáticas, como en las dos constituciones dogmáticas Lumen gentium y Dei Verbum. Pero incluso entonces lo hizo sin definir verdades ni condenar errores, sino en el género literario de un nuevo magisterio predominantemente pastoral.
También un tratado o manual de teología dogmática se llama dogmático. Pero no es magisterio solemne.
Dicen que se pilla antes a un mentiroso que a un cojo… y a veces incluso antes que a un comentarista con alergia a los hechos.
Fernando, con gran solemnidad, afirma que “un Concilio Ecuménico fue meramente pastoral”. Pero la realidad —esa señora terca y poco complaciente— nos recuerda que la mitad de las constituciones del Vaticano II fueron nada menos que dogmáticas, con precisiones doctrinales sobre Fe y moral. Sí, DOGMÁTICAS, así, con todas las letras y sin necesidad de prismáticos.
Urbel y Fernando, en un admirable acto de contorsionismo semántico, parecen sufrir de un curioso daltonismo gramatical: leen “dogmática” y entienden “pastoral”. Tal vez su hemisferio derecho ha decidido declararse en objeción de conciencia frente al lenguaje eclesial. O quizá simplemente les cuesta distinguir entre un concilio y un boletín parroquial.
Sea como fuere, conviene recordar que llamar “pastoral” a lo dogmático no lo convierte en tal… aunque se repita muchas veces frente al espejo.
Pretender que estos textos son meramente “pastorales” es como leer a Santo Tomás de Aquino y decir que solo estaba improvisando. Es perfectamente razonable —y más que probable— que Dios haya querido hablar con claridad doctrinal precisamente en esas líneas, en esas precisiones que algunos, con asombrosa ligereza y cierta pereza intelectual, desprecian o ignoran.
Catalogarlas de “pastorales” para rebajarlas, cuando en realidad son dogmáticas, es como llamar “folleto informativo” al Credo. Una muestra de esa curiosa ceguera teológica que, en nombre de una tradición mal entendida, acaba negando la riqueza viva de la Tradición auténtica.
"Tanto Juan XXIII como Pablo VI enfatizaron el carácter pastoral del Concilio Vaticano II.
Juan XXIII, al convocarlo, dejó claro que el Concilio no tenía como objetivo definir nuevos dogmas ni condenar errores, sino más bien realizar un "aggiornamento" de la Iglesia, es decir, una puesta al día para responder a los desafíos del mundo moderno. Su famosa expresión de que la Iglesia prefería usar "la medicina de la misericordia más que la de la severidad" resume esta orientación pastoral. Quería que el Concilio mostrara la validez de la doctrina católica de una manera comprensible y accesible para el hombre contemporáneo.
Pablo VI, quien continuó y clausuró el Concilio tras la muerte de Juan XXIII, mantuvo y profundizó esta dirección. En sus discursos, especialmente en la apertura de la segunda sesión, reafirmó las prioridades pastorales, incluyendo una mejor comprensión de la Iglesia, su renovación, la restauración de la unidad de los cristianos y el inicio del diálogo con el mundo contemporáneo. La constitución pastoral Gaudium et Spes, una de las más importantes del Concilio, es un claro ejemplo de este enfoque pastoral, ya que se centra en la relación de la Iglesia con el mundo actual y sus preocupaciones.
En resumen, la idea de un Concilio "pastoral" significaba que el Vaticano II buscaba:
- Acercar el mensaje del Evangelio al hombre moderno.
- Renovar la vida de la Iglesia y su disciplina para las necesidades de los tiempos.
- Promover el diálogo con el mundo y con otras religiones.
- Enfatizar la misión de la Iglesia al servicio de la humanidad.
No se trataba de cambiar la doctrina, sino de presentarla de una manera más efectiva y relevante para la realidad del siglo XX."
"Se ha preguntado cuál deba ser la calificación teológica de la doctrina expuesta en el esquema de Ecclesia [constitución dogmática Lumen gentium] y que se somete a votación.
.... En esta ocasión, la Comisión doctrinal remite a su Declaración del 6 de marzo de 1964, cuyo texto transcribimos aquí:
"Teniendo en cuenta la costumbre conciliar y el FIN PASTORAL del presente Concilio [Vaticano II], este santo Sínodo define que deben mantenerse por la Iglesia como materias de fe o de moral solamente aquellas que como tales declarare abiertamente."
Y nada hay en los documentos del Vaticano II que así se declare abiertamente, con esa autoridad irreformable del infalible magisterio solemne.
Lástima que estos dos cuervos cismáticos, con tanto tiempo libre, no se hayan conectado para aprender de unas clases tan amenas e instructivas como las impartidas por D.Jorge. vía internet.
Ave María.
Los católicos pueden discrepar legítimamente de documentos pastorales. Y fue precisamente Juan XXIII quien en el discurso Gaudet Mater Ecclesia de apertura del concilio Vaticano II el 11 de octubre de 1962 inauguró este nuevo género de magisterio predominantemente pastoral.
Los errores imputados al Vaticano II no son definiciones del magisterio solemne, no gozan de esa autoridad infalible e irreformable. Son precisamente expresiones de un nuevo género de magisterio predominantemente pastoral.
La herejía tiene en teología y derecho canónico una definición muy precisa: negar con pertinacia una verdad de fe católica.
De nuevo, los errores imputados al Vaticano II no fueron definidos como verdades pertenecientes a la fe católica. Son expresiones de un nuevo género de magisterio predominantemente pastoral.
No acatar esas enseñanzas podría ser merecedor de otra nota teológica, por ejemplo podría ser calificado de temerario. Pero nunca de herético.
De hecho, la Santa Sede no hizo nunca ese reproche de herejía al arzobispo Marcel Lefebvre ni lo ha hecho nunca a los superiores, miembros y fieles de la obra por él fundada.
Todo un tema... yo por mi parte me guío por las palabras de Monseñor Schneider, un auténtico sucesor de los Apóstoles, de quien me fío mucho.
Según él las actas problemáticas deberían corregirse en un futuro Concilio, ó incluso directamente por un futuro Papa. El objetivo sería evitar al máximo la interpretación heterodoxa de estos textos polémicos.
En temas de Iglesia hay que tener mucha paciencia, y más en la terrible prueba post Conciliar... por nuestra parte tenemos la tranquilidad de poder defender la sana Doctrina con toda la legitimidad, porque no se puede cambiar y porque obviamente está TOTALMENTE vigente. Otra cosa es la Pastoral, que es de lo que hablamos... lo que se dice, lo que no se dice, los vericuetos verbales, las medias verdades, las ambigüedades con mala intención, los equívocos para confundir a los fieles, las formas externas, y a veces lo que parecen terribles herejías que se pueden interpretar siempre buscando la ortodoxia pero que nos lo ponen muy difícil.
La prueba post conciliar la ha permitido Dios, y dura ya 60 años, con sus múltiples fases. ¿Cómo debemos reaccionar?, he ahí la cuestión. En lo que a mí respecta creo por un lado que ha sido el cumplimiento de la profecía de León XIII, pero también creo que la prueba ya ha terminado.
Las cosas de palacio van despacio, y las de Roma muchísimo más, y hay que ser pacientes, pero creo que ya todo pasó. Ahora vendrán otras pruebas, quizás persecución mundial, pero no hay problema, nos perseguirán siempre porque el discípulo no es más que su Maestro, pero con consuelos muy bonitos, así que ¡Ánimo!, ya queda menos.
Por eso tantos obispos desconfían de las celebraciones vetus ordo, porque acaban derivando en contubernio sedevacantista.
El cardenal Ratzinger, a diez años de la clausura del Concilio, en 1975 dijo:“Hay que dejar bien claro, ante todo, que el Vaticano II se apoya en la misma autoridad que el Vaticano I y que el concilio Tridentino: es decir, el Papa y el colegio de los obispos en comunión con él. En cuanto a los contenidos, es preciso recordar que el Vaticano II se sitúa en rigurosa continuidad con los dos concilios anteriores y recoge literalmente su doctrina en puntos decisivos”
Informe sobre la fe, capítulo 2,
Muchos hablan de la reforma litúrgica como si fuera una ocurrencia de laboratorio o una imposición moderna desligada de la Tradición... pero aquí va un dato contundente y revelador que conviene tener presente:
La Constitución sobre la Sagrada Liturgia, Sacrosanctum Concilium —uno de los textos más importantes del Concilio Vaticano II— fue aprobada solemnemente por el Papa y por el conjunto del episcopado mundial con un resultado que difícilmente podría ser más claro:
🟢 2158 votos a favor
🔴 solo 4 votos en contra
Esto significa que fue recibida en comunión plena, con una unidad casi absoluta, por los obispos de todo el mundo. Una expresión viva de la colegialidad episcopal y del sensus fidelium asistido por el Espíritu Santo.
Así que la próxima vez que oigas a alguien tachar Sacrosanctum Concilium de "ruptura", "error" o "traición a la Tradición", recuerda que está despreciando una decisión conciliar firmemente arraigada en la autoridad de la Iglesia.
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