Eutanasia práctica y sin disimulos
Nos mienten. En todo y cada día. Sin disimulo, sin medias tintas, con todo el cinismo del mundo.
¿Cuántas veces no hemos escuchado a nuestros gobernantes, especialmente a los que se autodenominan de gobiernos “progresistas”, hablarnos de atención a los débiles, apuesta por los más desfavorecidos, ayuda a las personas más vulnerables, compromiso con los desheredados…?
Mentira. Mentira y más mentira. Al final es lo de siempre, disfrazado de bonhomía y solidaridad, arriba parias de la tierra.
¿Hay alguien más débil y sin recursos que un niño en el vientre de su madre? ¿Alguien lo protege? Abierta la veda. ¿Y más vulnerable que un anciano? En estos días de grave crisis sanitaria nos llegan noticias desde diversos lugares que nos hablan de los protocolos para la atención a ancianos.

Vamos a ver si conseguimos no hacer más tonterías que las imprescindibles. La situación nos supera y nos rebasa. Los muertos por coronavirus, especialmente en España, nos abruman cada día. A estas horas llevamos más de ocho mil muertos y nos acercamos a los cien mil contagiados. Además de todo esto, nos llegan los reproches de muchas personas y colectivos acusando a la Iglesia de no estar aportando nada ante esta situación. Ya sabemos que no es así, pero estas cosas duelen.
Hoy más que un post es simplemente un aviso.
Acabo de hablar con B. y C., catequistas de mis tiempos de párroco en Santa Ángela de la Cruz en Madrid. Presidí el matrimonio de una de ellas años después y ya ni me acuerdo el tiempo que hacía que no teníamos noticias unos de otros, hasta que hace unos días me llegó la noticia del fallecimiento del padre por coronavirus y de que la madre estaba en cuarentena.





