Hasta abrimos la boquita
Me ha tocado las narices el desalojo de la catedral de Granada este pasado viernes santo. Estamos de acuerdo en la existencia de una situación sanitaria límite que requiere la colaboración de todos. El Boletín oficial del estado publicó en su momento la declaración del estado de alarma y las normas de este. Entre otras, las relativas a los actos de culto: “La asistencia a los lugares de culto y a las ceremonias civiles y religiosas, incluidas las fúnebres, se condicionan a la adopción de medidas organizativas consistentes en evitar aglomeraciones de personas, en función de las dimensiones y características de los lugares, de tal manera que se garantice a los asistentes la posibilidad de respetar la distancia entre ellos de, al menos, un metro”.

Ayer noche Francisco José Fernández de la Cigoña nos contaba en
No necesitó más Judas para entregarlo. Apenas treinta monedas de plata que ardieron en sus manos, su corazón y su conciencia. Treinta monedas de plata que no pudo soportar y que acabaron arrancándole la vida. Resultó barata la traición.
Son ya tres semanas celebrando solo en La Serna y emitiendo la misa a través de mi perfil de Facebook y de la web de nuestra parroquia virtual de san José de la Sierra. Desde este pasado sábado celebro “ad orientem”, es decir, con el misal de Pablo VI, pero “coram Deo”. Lo expliqué el primer día: no celebro de espaldas ni soy un mal educado, sino que toda la asamblea, con el sacerdote al frente, celebra el memorial del sacrificio de Cristo en la cruz mirando en la misma dirección.





