Debe ser cosa de los calores veraniegos
Suben las temperaturas, la gente se trastorna y por eso pasa lo que pasa. En invierno parece que andamos todos más comedidos, pero en cuanto el termómetro supera los cuarenta grados la gente pierde la poca cordura que le quedaba y suelta por su boca y su pluma -de escribir, naturalmente- las mayores barbaridades y simplezas, sabiendo que los mayores disparates siempre conseguirán algunos aplausos.
La primera no tiene nada que ver con lo religioso, pero es una prueba de cómo se ponen las cabezas. Habrán escuchado ustedes la historia de una concejala de Alicante, Vanessa Romero, de Unides Podem, que se ha despachado con que conectar e aire acondicionad es una forma de micromachismo. Y no solo eso, sino que se cabrean porque nadie se lo toma en serio. Afortunadamente.

Uno de los objetivos de este blog es ofrecer a mis lectores las mismas cosas, pero vistas desde el otro lado del altar, y ya les digo yo que no todo es tan sencillo. Voy a poner dos ejemplos sacados de cosas que e han pasado y siguen pasando en el ritual de exequias.
Perdí a la última abuela hace cincuenta años y no tengo padre ni madre, aunque sí un perrito que me ladre que, en el caso de Socio, ladra poco. Me quedan los “likes” de las redes sociales para la cosa de la autoestima, aunque, seamos claros, después de cuarenta años de ministerio sacerdotal lo de la cosa de la autoestima es algo del todo superado.
El ideal, lo que todos queremos, pretendemos y exigimos es que a todos se nos trate por igual. Desde niños. Las comparaciones no son para nada odiosas, sino muy clarificadoras. A ver, ¿por qué a Fulano se le permite y a Mengano no? Nos puede suceder en las parroquias a nada que nos descuidemos.





