Sigo siendo parte del clero español más joven
Ya ven que estoy de vuelta. Más tranquilo después de unos días de vacaciones, pero también motivado por tantos lectores que me piden continuar con el blog.
Escribo hoy muy contento al constatar que sigo siendo parte del clero español más joven. Según datos de la conferencia episcopal, la edad media de los sacerdotes españoles está en los sesenta y cinco años y medio. Por poco, pero sigo estando en el grupo por debajo de la media.


Tenemos una generación, y por cierto bastante amplia, de agnósticos prácticos. Puedo decir, sin temor a equivocarme mucho, que de los sesenta años para abajo la cosa de la fe está especialmente de capa caída y que la formación cristiana de un par de generaciones se nos ha ido por el sumidero.
Bueno, aunque tanto como deseando… Lo cierto es que me haría una enorme ilusión que mis feligreses me echaran por lo menos una bronca diaria. Es lo mínimo que uno se puede pedir. Sería, de verdad, el cura más feliz del mundo. Así como se lo cuento. Sería una locura que al menos una vez al día alguien me echara una bronca por apercibimiento de carta al arzobispo en caso de no enmendarme, por cosas como:
Parece que lo de los pobres acabamos de inventarlo en la Iglesia. Como si antes, hace años o siglos, estuviésemos tan solo ocupados en el culto y en meter miedo a la gente con las penas del infierno.





