El bazal de Clisto Ley
Hace unos días hemos conocido la noticia de que el obispado de Bilbao ha vendido un local, sede hasta ahora de la parroquia de Cristo Rey, a unos inversores chinos que parece tienen la intención de montar en él un bazar de “todo a cien”.
Pocos fieles, deudas que se acrecientan y difícil salida para esa comunidad parroquial. Lo comprendo. Cuando hay pocos fieles, pocos sacerdotes y las deudas te comen, no queda más remedio que buscar soluciones. La solución ha consistido, entiendo, en animar a los fieles a incorporarse a las parroquias vecinas y desprenderse de unos locales ruinosos en su mantenimiento. Cada vez somos menos y es lo que toca.

Unos cuantos días sin escribir y se me ocurre hacerlo nada más y nada menos que en plena resaca electoral. Lo votado, votado está y ya veremos qué tal nos va como Iglesia.

No sé si es virtud o defecto, según a quien se pregunte, pero tengo que reconocer que en un servidor se dan dos características de la personalidad de manera notable. La primera es que he de reconocer que uno para diplomático no sirve. Conozco gente capaz de acomodarse, disimular, sonreír a todo el mundo, quedar bien con todos, saber decir a cada uno y en cada situación lo que conviene y desean escuchar. Soy incapaz. No me sale. Lo que me gusta, me gusta, lo que no es no y lo de según, pues según queda. Ni sé disimular ni lo intento.





