Mirar a Dios cara a cara
Cada vez con más frecuencia impongo a la gente que acude a confesarse conmigo la penitencia de hacer un rato de oración en la capilla de la adoración perpetua que, por cierto, para los incrédulos, sigue abierta después de año y medio.
No suelo poner límite de tiempo para ese rato de oración ni otras exigencias. Sólo una cosa pido expresamente: que la oración se haga mirando al Señor cara a cara.
Me he dado cuenta de que demasiadas veces hacemos la oración con la cabeza baja, bien porque estamos haciendo lectura espiritual o meditación con la ayuda de algún libro, bien por un sentimiento de humildad ante Dios que nos lleva a bajar la cabeza ante Él.