Requiem por Eluana

Eluana ha muerto, o mejor dicho, la han matado. Descanse en paz. Como decían recientemente el Cardenal Bagnasco: No dar alimento y agua a una persona ¿cómo se puede llamar sino homicidio?
No me cabe ninguna duda que un día, los responsables de esta muerte comparecerán ante el único Señor que tiene poder de dar la vida y la muerte. Un poder divino que hoy muchos quieren arrogarse. Es la esencia del pecado original: suplantar a Dios, decidir el bien y el mal, la vida y la muerte. Pero mientras no acontezca este juicio definitivo la verdad es que con la muerte de Eluana la “cultura de la muerte” ha ganado una batalla. Es tremendo como se ha simplificado todo este asunto y se ha manipulado mediáticamente. Se ha presentado al mismo nivel “dejar morir tranquilamente” con “matar” directamente. Son cosas muy diversas. Y se ha tratado de esto último, de eutanasia directa. Si se autoriza judicialmente a privar a una persona de hidratación y alimentación, se le está privando de algo básico para vivir, se le está practicando la eutanasia, se le está matando, por muchos eufemismos lingüísticos que se quieran usar. Mons. Rino Fisichela, actual Presidente de la Pontificia Academia de la Vida, ha declarado que en el caso de Eluana no se trata de un una paciente terminal, ni de encarnizamiento terapéutico. Se trata de la decisión de retirarle el pan y el agua, es decir, de lo más elemental para la vida: nutrición e hidratación, se trata de dejar morir de hambre y sed. Se trata de salvar una vida inocente. El mismo Mons. Fisichela ha declarado que “el Gobierno italiano ha tenido un gesto de gran coraje”.

Como ha dicho el Cardenal Bertone estos días, es misión fundamental del estado salvaguardar los derechos fundamentales de la persona, entre los cuales está el respeto a la vida desde la concepción a la muerte natural. Y Benedicto XVI en el mensaje para la Jornada Mundial del Enfermo nos ha recordado que este respeto a la vida debe mantenerse particularmente cuando ésta está envuelta en el Misterio del sufrimiento. Estamos ante una batalla crucial contra la “cultura de la muerte” que va ganando posiciones cada día.
La expresión “desconexión” en este caso ha sido tremendamente ambigua. No se ha estado manteniendo artificialmente y desproporcionadamente a esta persona. Se le ha estado dando dando agua y alimento e higiene, que son las primeras obras de misericordia.

Se ha desoído la voz de la razón y la voz del Magisterio auténtico de la Iglesia que no es otra que la voz de Jesucristo. Probablemente con la muerte de Eluana muchos dormirán tranquilos, y entre ellos estos infames moralistas que nada tienen de católicos y que son un verdadero cáncer en la Iglesia. Pero todos hemos perdido y mucho.

Se impone intensificar la lucha por la vida a la vista de las anunciadas reformas legislativas en materia de aborto y eutanasia. La subcomisión episcopal para la familia y la vida de la Conferencia Episcopal Española está promoviendo una gran campaña de oración por la vida humana en todas las diócesis españolas durante el año 2009. Me parece una gran iniciativa. Ciertos demonios sólo pueden ser expulsados con el poder de la oración y el ayuno y no olvidemos que Jesucristo llama al diablo “el que es homicida desde el principio”.

Juan Pablo II, de feliz memoria, nos apremiaba en Ecclesia in Europa a “proclamar con valentía el evangelio de la familia y de la vida” como una de las prioridades pastorales de la Iglesia en nuestro continente. Y en Evangelium vitae proclamaba: “Es urgente una gran oración por la vida, que abarque el mundo entero. Que desde cada comunidad cristiana, desde cada grupo o asociación, desde cada familia y desde el corazón de cada creyente, con iniciativas extraordinarias y con la oración habitual, se eleve una súplica apasionada a Dios, Creador y amante de la vida”. Hagámoslo. Es urgente.

2 comentarios

  
Luis Fernando
Poco a poco vamos tomando conciencia de que estamos en una batalla decisiva para el futuro de nuestra civilización. Y cada vez será más claro que lo que nos jugamos es la dignidad de la vida o la servidumbre a la muerte.
09/02/09 11:34 PM
  
Ferran María Benet
Vida: Gracia divina. Don de Dios o,¿mera existencia fruto de la casualidad?.
Si la vida fue creada por Dios, solo Él la da y solo Él tiene potestad para retirarla. Las causas de la muerte, no deberían atribuirse a quienes por juramento de Hipócrates, se comprometieron a salvarlas y mantenerlas en estado vivo, este no excluye lo que se determinaría como "estado vegetativo", puesto que la vida está latente en la persona que padece este diagnóstico. "Estado de coma profundo". Son innumerables las personas que "vivas" en coma profundo, han despertado y han reiniciado sus actividades cotidianas.
Aún de no ocurrir la reacción de dinamismo, no tenemos derecho legitimizado para quitar aquello dado por Dios, "la vida". Dando por sentado que se trata de una vida ajena a la nuestra. También no podemos dejar de lado que la ciencia médica avanza constantemente. Nadie puede afirmar con criterio,qué se logrará en un futuro próximo.
Una vida humana, es una persona con su dignidad; única e insustituible. ¿Tiene alguien derecho a determinar si una persona "viva", en estado vegetativo debe poner fin al ciclo natural en su existencia?.
Saludos: Ferran
12/02/09 7:10 AM

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