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25.04.17

Fátima en las enseñanzas de San Juan Pablo II

Juan Pablo II en Fátima 12 de mayo de 1991

Ofrezco hoy a los lectores del blog unas reflexiones sobre el Mensaje de Fátima a la luz de algunas enseñanzas de San Juan Pablo II. Este artículo será publicado en la revista Cristiandad y es el primero de algunos que quiero dedicar al tema cuando se cumplen los 100 años de las apariciones.

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Fátima: Profecía esencial para nuestro tiempo

Aportaciones de San Juan Pablo II

 

 

Dr. Juan Antonio Mateo García

Sociedad Mariológica Española

 

1. Al cumplirse los cien años de los acontecimientos de Fátima queremos acudir a uno de los pontífices que más se han involucrado en la recepción y difusión del mensaje que no dudamos en calificar como “profecía esencial” para nuestro tiempo. San Juan Pablo II cuyo lema pontificio tiene una clara resonancia de devoción y entrega a la Virgen María, vio la mano providente y maternal de María en el atentado que sufrió un trece de mayo. Poco después de recuperarse, el santo Pontífice quiso leer el texto del mensaje que se custodiaba en los archivos de la Congregación para la Doctrina de la Fe y, como sabemos, pensó inmediatamente en la gestión de la consagración pedida por la Virgen.

 

Juan Pablo II hizo tres viajes apostólicos a Fátima. Por su contenido doctrinal queremos resaltar el primero de ellos, y concretamente su magisterio expresado en la homilía del 13 de mayo de 1982. La enseñanza allí expuesta continua teniendo una gran actualidad para una correcta hermenéutica de Fátima y su mensaje.

 

Juan Pablo II constataba que la maternidad que, por designio divino, se confirió a María, su maternidad espiritual para con todos los hombres y particularmente para los bautizados, se manifiesta de modo particular en los lugares donde ella se encuentra con sus hijos, las casas donde ella habita y se siente una especial presencia de la Virgen. Lugares particularmente privilegiados “donde los hombres sienten particularmente viva la presencia de la Madre” son los santuarios marianos, como Fátima y otros queridos explícitamente por la Virgen. Éste es un fenómeno muy importante en la renovación de la Iglesia. Lourdes, Fátima y otros muchos santuarios de toda la geografía mundial son como un imán poderoso que, por la mediación materna de María, atraen a millones de personas a Dios y las sustraen del mal y del pecado. Por esto, un servicio inestimable de Juan Pablo II al mensaje de la Virgen en Fátima ha sido su reiterada presencia en este importante santuario. El Cardenal Schonborn, en unas inspiradas reflexiones que hacía algunos años atrás constataba que los santuarios marianos del mundo son como el último puerto de salvación para la Iglesia. Juan Pablo II, peregrinando a Fátima, enseñaba con su ejemplo que estos lugares irradian luz, atraen a gente de todas partes y en ellos se realiza de manera admirable aquel singular testamento del Señor crucificado por el que “el hombre se siente entregado y confiado a María y allí acude para estar con Ella como la propia Madre.

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