La mujer en la Iglesia

Mulieris dignitatem, y VI.
La mujer fue la primera que vio el sepulcro vacío, la primera en escuchar de los ángeles la noticia de la Resurrección, la primera que divulgó la noticia del triunfo de Cristo. Jesús la escogió, prefiriéndola a los varones, hasta a los Apóstoles mismos.
Inmensa la importancia que dio Jesús a la mujer en aspectos importantes de su vida y, su Misión salvadora, ya que la constituye como discípula, como a la samaritana, pecadora, que se convierte en predicadora de Cristo: es éste un acontecimiento insólito si se tiene en cuenta el modo usual con que trataban a las mujeres los que enseriaban en Israel puntualiza Juan Pablo II (15). Conocer a Jesús, admirar sus prodigios, recibir sus confidencias, desear su triunfo en las personas, defender los intereses divinos, propagar la bondad de Jesús que anhela salvar a todos: son etapas de la actuación de la discípula de Jesús que puede ser la más humilde y despreciada mujer.

El 6 de diciembre de 1921 fallecía el sacerdote jesuita James Cullen. Veintitrés años antes había puesto en marcha en la iglesia de San Francisco Xavier de Dublín, uno de los mayores movimientos de templanza, conocido comoPioneros del Sagrado Corazón de Abstinencia Total.
Recientemente hemos conocido el texto de la Exhortación apostólica Evangelii gaudium, (La alegría del Evangelio), del Romano Pontífice Francisco.
Mulieris dignitatem, V
En varios países se celebró el «Día del Laico» en la fiesta de Jesucristo Rey del Universo. Aunque soy seglar o laico, particularmente no me gusta que esa gran fiesta litúrgica -que hay que reforzarla cada vez más ante las avalanchas laicistas, la «peste» como denominó al laicismo el Papa Pío XI en la encíclica Quas primas- se fusione con el día de los fieles laicos cristianos.



