Objeción de conciencia, ¿hacia dónde vamos?

Sr Director,

Las ideologías revolucionarias poseen una tan curiosa como calculada teoría sobre el papel de la conciencia en la sociedad. Por principio, hacen una división estanca y pretendidamente infranqueable e inconciliable entre las esferas pública y privada en lo que a la moral o la conciencia se refiere. Así, se distingue, por activa y por pasiva, que hay dos tipos de “morales” o de “conciencias”. Por un lado, existiría la “moral privada”, que, aunque respetada por los poderes públicos, no tiene ni ha de tener ninguna influencia en la vida política y social. Lo que uno, de puertas hacia adentro, piense en términos de moralidad, será siempre legítimo en su fuero interno, y nadie (en teoría) tendrá derecho a coaccionarle… Insisto: de puertas para adentro.

Por otro lado, está la “moral pública”, a la cual me resulta excesivo denominar como tal. Esta “moral” tampoco vendría definida desde fuera, sino desde el interior del sistema: es decir, que emana del Parlamento, que a su vez se supone (que es mucho suponer) que emana del pueblo.

Que emana del pueblo, en primer lugar, es uno de esos paradójicos oasis en el desierto relativista, uno de aquellos dogmas que afloran en el mundo de la no-existencia-de-la-verdad, pero que sin embargo hay que creer con la fe más ciega que se puedan imaginar.

Que emana del pueblo, en segundo lugar, implica que es irrebatible. Hablando en román paladino, y parafraseando un eslogan de cierto programa televisivo: “Lo que España vota, va a misa”.

Volviendo a la teoría, la moral pública no tendría así pretensión de verdad, ya que se asume que, ante la falta de verdad objetiva, la conciliación de todas las conciencias (recuerden, una por ciudadano) es materialmente imposible. Y por ello, las leyes civiles son, en principio, de obligado cumplimiento para todos, ya que su objetivo es gobernar, y “nunca llueve a gusto de todos". Por ejemplo, se equipara la ley del aborto a la del IRPF: Puede haber partidarios y detractores de ambas, pero ambas se tienen que cumplir.

En este sentido, y como muestra de “buena voluntad”, los Estados legislan la objeción de conciencia en materias que consideran “de conciencia” pero siempre como un “favor” de facto, no reconocido como un derecho esencial, y el objetor es considerado un elemento extraño al sistema, al cual se le retirará el “favor” de la objeción a la mínima que no se comprendan (o se haga ver que no se comprenden) los motivos de su objeción.

La palabra objeción de conciencia se convierte así en un concepto trampa, más entendido como un favor que la bondad del sistema otorgan a las mentes “extravagantes” que no desean acatar por motivos de conciencia (privados) una ley “de moral civil pública".

Como se puede ver, el trasfondo de todo es la negación de la ley natural, la negación de que haya una moral objetiva exógena al individuo, que en última instancia implica, la negación absoluta de Dios ni tan siquiera como posibilidad metafísica.

Con esta mentalidad, la tendencia es a que la objeción de conciencia vaya teniendo cada vez menos consideración social, y se implementen mecanismos para el cumplimiento forzoso de TODAS las leyes. Para que vean a lo que me refiero: ya se empieza a hablar de que la venta de la píldora abortiva libremente en oficinas de farmacia, no tienen ninguna implicación moral, y por lo tanto, no cabe en ella la objeción de conciencia.

Conclusión: ¿la objeción de conciencia se abolirá? De iure seguramente no, pero se introducirá el factor interpretativo sobre qué leyes tienen o no contenido relativo a la conciencia. Si (se decide que) una ley como al del aborto es como la del IRPF, ¿sobre qué se va a objetar entonces?.

Llegará el día en que la objeción de conciencia sea inútil en la práctica, pues los mecanismos estatales para violarla, a la par que los medios para encubrir dicha violación, siempre serán más poderosos que la acción individual. Por eso… ¿Para cuándo una desobediencia civil organizada? ¿Para cuándo los think tanks conservadores a la europea? Que alguien se lo vaya pensando, porque mucho me temo que harán falta…

Javier de Miguel

1 comentario

  
Gloria
Buen tema el de la objeción de conciencia. Por el momento, en España es posible objetar en ciertos ámbitos, pero desde luego es un tema delicado porque, en la aplicación de las leyes, ¿quién decidirá cuáles son "de conciencia" y cuáles no?

Sí, los objetores son mostrados como "bichos raros". Por ejemplo, España, es el único país de la UE con un registro de sanitarios antiabortistas. Los profesionales sanitarios que no quieran practicar abortos deberán incluirse en una lista negra en la que figurará su nombre, apellido y las razones morales. Qué hay de la libertad religiosa, no debería estar relacionado? Es imposible para un católico dejar la moral "en casa" cuando sale al ámbito público.

Un saludo.
26/01/10 7:18 PM

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