P. Jesús María Silva: “El ateísmo ha fracasado al no traer lo que prometía, ni Freud, ni Marx, ni Nietzsche”
Jesús María Silva Castignani nació el 18 de junio de 1983. Es el número 13 de 14 hermanos. Recibió la vocación sacerdotal y el 3 de mayo de 2008 fue ordenado sacerdote. Además de los estudios de teología, se ha especializado en latín y griego, y es licenciado en teología patrística. Ha acompañado durante años a muchos jóvenes, lo que le ha llevado a implicarse personalmente en esta pastoral, impartiendo charlas, coloquios y conferencias sobre afectividad y sexualidad en parroquias, colegios y universidades. Es autor del libro Virginidad 2.0. (Freshbook, 2017) Sexo: cuando y por qué (Palabra, 2018); Te amarás a ti mismo como Dios te ama (Palabra, 2019); Célibes y felices (Nueva Eva, 2020); Dios quiere hablar contigo (Nueva Eva, 2020); Tensión en pareja (Nueva Eva, 2021); El fracaso del ateísmo (Palabra, 2022). Actualmente es párroco de las parroquias San Isidoro, San Pedro Claver y Virgen del Castillo. Es también capellán del colegio Cristo Rey, en el barrio de Pinar del Rey. Tiene también una amplia pastoral en las redes sociales a través de Instagram, Tiktok, YouTube, Twitter y Facebook.
¿Por qué ha fracasado el ateísmo?
La respuesta es sencilla: porque no ha traído lo que prometía. Freud prometía que un hombre desinhibido sexualmente de todo tabú llegaría a ser plenamente feliz. Marx proponía que el hombre, abandonando la religión y lanzándose sobre los bienes materiales sería plenamente feliz. Nietzsche proponía que si el hombre llegaba a imponer su voluntad sobre todas las cosas sería feliz. Ninguno de estos vaticinios se ha cumplido. Pero de hecho sus ideologías han dado lugar a las mayores aberraciones de la historia: guerras mundiales, dictaduras, genocidios… y un hombre, en el s. XXI, que no es precisamente feliz. Además, ha dejado sin responder las grandes cuestiones que anidan en el corazón de todo hombre: ¿para qué estoy aquí? ¿Existe vida tras la muerte? ¿Por qué hacer el bien y no el mal? El ateísmo no es coherente con los deseos y las intuiciones del corazón del hombre. El lugar donde se verifica su fracaso es la realidad.
Vemos en su libro que toda ideología de la posmodernidad se transforma en un nihilismo materialista o más bien tiene su base ahí.
Exactamente. El materialismo se da por sentado: todo es solo materia. De ahí se pasa a negar toda transcendencia y todo sentido de la vida. El hombre existe simplemente para vivir y para consumir, su única finalidad es tener, poder y placer. Y en esa perspectiva, la aniquilación definitiva tras la muerte se convierte en el horizonte, por lo que la vida se llena de nada (nihilismo): ningún sentido, ninguna meta más allá de lo físico, ningún origen, ningún destino. La nada llena la vida. Y para poder huir de ella, el hombre necesita narcotizarse ante las preguntas fundamentales, porque el materialismo las deja sin respuesta.
¿Cuáles son las preguntas fundamentales que debería hacerse todo joven posmoderno alejado de la fe?
En realidad, las preguntas son las mismas para todos. ¿Por qué hay algo en vez de nada? ¿Por qué hacer el bien y no el mal? ¿Hay vida tras la muerte? ¿Existe Dios? Si es así, ¿por qué permite el mal? ¿Qué sentido tiene mi vida? Estas son las preguntas fundamentales, las que dan una verdadera explicación y sentido a la existencia. Mientras estas preguntas permanecen sin respuesta, la única alternativa es vivir en el sinsentido. La respuesta no la da el tener, el poder ni el placer, sino la reflexión interior y la meditación sobre las verdades fundamentales, las que todas las culturas han intuido como verdaderas: la existencia de Dios y de un destino para el hombre. El joven necesita pararse, no dejarse deslumbrar por el escaparate de luz y ruido que le rodea, entrar en su interior y pensar, para poder encontrar sus propias respuestas. No es casualidad que los poderes reinantes, que quieren arrebatar la libertad a los jóvenes para que sean más manejables, hayan retirado la filosofía de las escuelas. El joven de hoy tiene anhelo de eternidad, pero como remedio a ese anhelo el mundo le ofrece el tener, el poder y el placer; unos narcotizantes que solo consiguen acallar el deseo, no le llenan, y a la larga generan frustración. Solo lo Eterno corresponde al anhelo de lo eterno.