Martín Ibarra: “La emoción sentida en Tierra Santa, también se da en Barbastro, la diócesis martirial”
Martín Ibarra Benlloch nació en Zaragoza en 1961, es doctor en Historia, ha sido profesor de las Universidades de Navarra y Zaragoza. Casado en 1997 es padre de familia numerosa. Ha trabajado en el santuario de Torreciudad (1998/2021) como director del Archivo y secretario del Instituto Mariológico y de la revista Scripta de Maria. De 2004 a 2022 ha sido presidente de la Comisión Histórica para la causa de beatificación de los mártires de la diócesis de Barbastro-Monzón.
Ha publicado numerosos libros y artículos, de Historia Antigua, diócesis de Barbastro-Monzón, san Josemaría y los mártires. Es director de las Jornadas Martiriales de Barbastro (2013-2020, 2022) y Jornadas Martiriales en Madrid (2019) y Talavera de la Reina (2021). Es fundador y presidente de la Asociación Cultural AMABAM (Amigos de los mártires de Barbastro-Monzón).
¿Por qué un libro titulado Barbastro, una diócesis mártir (1931-1939)?
En el prólogo se dice que este libro es una historia de la persecución religiosa, que es mucho más amplia que el martirio. Abarca aspectos educativos, sociales, económicos, políticos. Hubo persecución religiosa desde el comienzo de la Segunda República, en abril de 1931. Aunque la diócesis se libera en marzo de 1938, los efectos de la persecución religiosa –y de la Guerra Civil- se prolongan hasta 1939 y mucho más.
La diócesis de Barbastro fue una diócesis mártir desde el principio; porque sufrió una amplia persecución religiosa durante la Segunda República, primero. Porque en ella hubo muchos mártires, segundo.
Quizá habrá pocas diócesis en el mundo que superen a Barbastro en un número tan grande de mártires durante 8 años.
En porcentaje, la diócesis de Barbastro representa el número más elevado de sacerdotes diocesanos martirizados, un 84 %. Fue un auténtico holocausto, por mucho que algunos lo nieguen. Pero la proporción de los religiosos y de los laicos fue igualmente muy elevada. Pensemos como muestra en el caso del semanario barbastrense “El Cruzado Aragonés”: fueron asesinados tres de sus directores, 24 de sus colaboradores y desaparecieron todos los ejemplares de un período de nueve años: también este periódico católico sufrió martirio. Lo mismo que los archivos parroquiales, capillas, iglesias…
Sin embargo se centra el período de julio de 1936 a abril de 1938, sin duda el más cruento.
En los tres primeros capítulos se habla de la persecución religiosa durante la Segunda República, mostrando qué y a quiénes se perseguía. Uno conoce la realidad diocesana y comprende mejor porqué se les perseguirá más tarde. Esta persecución se recrudece a partir de julio de 1936, ciertamente. Pero mostramos cómo hubo unas causas de la persecución, una persecución cruenta y unas consecuencias de dicha persecución. Se trata de un fenómeno único: los que odiaban a los católicos y también a Jesucristo –a Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo-, deseaban implantar un orden nuevo. Para ello debían liberarse, por las buenas o por las malas, de aquello y aquellos que se lo impedían.