13.04.22

En el centenario de la muerte del emperador Carlos de Habsburgo, César Félix Sánchez analiza su figura

César Félix Sánchez Martínez es doctor en humanidades por la Universidad de Piura (Perú). Ha sido director de estudios del Seminario Arquidiocesano de San Jerónimo de Arequipa, donde actualmente se desempeña como profesor de diversas materias filosóficas. Preside la filial arequipeña de la Sociedad Internacional Tomás de Aquino.

En esta entrevista, debido a su gran conocimiento del tema, responde muy a fondo y de manera muy extensa, por lo que ha quedado una entrevista bastante más larga que de costumbre, aunque he preferido publicarla en una sola entrega.

Este último 1 de abril pasó totalmente desapercibido, pero se conmemoran cien años de la muerte de un santo…

El 1 de abril de 1922, Carlos de Habsburgo-Lorena (1887-1922), último emperador de Austria y rey apostólico de Hungría, fallecía santamente, exiliado en la isla portuguesa de Madeira. Tenía treinta y cuatro años. Menos de un mes atrás, había contraído una neumonía luego de salir en bicicleta hacia la ciudad de Funchal para comprar un regalo de cumpleaños a uno de sus hijos pequeños. Murió asistido por los auxilios de la religión, en la desvencijada villa que la caridad de algunos vecinos le había ofrecido a su numerosa familia. Sus últimas palabras fueron «Jesús, María y José».

¿Por qué cree que el beato emperador Carlos de Habsburgo, último emperador de Austria Hungría, es una figura que debe ser recuperada del olvido?

Aunque la devoción al llamado «emperador de la paz» crece de manera sostenida en toda la Iglesia universal, especialmente después de su beatificación el 3 de octubre de 2004 por Juan Pablo II, es cierto que, al igual que con tantas otras figuras católicas de la historia, hay una suerte de olvido por parte de quienes debieran estarle más agradecidos, en este caso los pueblos de su imperio. Resulta curioso contrastar cómo personajes casi contemporáneos suyos y que tienen no poca responsabilidad en la hecatombe de 1914, como Nicolás II, a pesar de su incompetencia y de una relativa mayor elasticidad moral que el heroico Carlos, poseen un culto extendido e incluso han pasado a convertirse en figuras míticas identitarias.

Podría decirse que el último Romanov es ahora el más recordado de todos los líderes de la Gran Guerra. Nadie se acuerda de Lloyd George, Ribot, Poincaré, Clemenceau, Sonnino u Orlando pero sí del malogrado zar. La atroz ejecución de él y de su familia por los bolcheviques, claro está, jugó un papel importante en la exaltación de su memoria. Pero incluso Guillermo II, el káiser alemán, recibió en el exilio hasta su muerte una pensión no desdeñable por parte de los socialdemócratas y liberales de la república de Weimar y luego por parte del régimen de Hitler.

En cambio, Carlos de Habsburgo, «el único hombre honesto que apareció en esta guerra» según el escritor francés ateo Anatole France, murió prácticamente en la pobreza, socorrido por la caridad particular de un banquero local de Madeira, de Alfonso XIII y de muchos de sus exsúbditos, mientras la pensión que le iba otorgar la Comisión Interaliada era bloqueada por Italia y por el flamante engendro de Versalles y de Saint Germain llamado Checoslovaquia que, para mayor infamia, confiscó todas sus propiedades en los reinos de Bohemia y Moravia.

¿A qué se debió esa hostilidad contemporánea?

A que, a diferencia de Guillermo II, Carlos todavía seguía siendo una amenaza para las endebles construcciones estatales que los aliados construyeron o agrandaron en Europa Central, los Balcanes y el Danubio. Existía aún una fuerte lealtad dinástica entre la población sencilla de variados orígenes étnicos, especialmente entre los campesinos, pero que, por su condición tradicional y jerárquica, no podía manifestarse con el entusiasmo y la violencia de la política totalitaria de masas, y que tenía necesariamente que despertarse con el retorno físico del Rey o de alguna persona suya, antes que con alguna iniciativa partitocrática.

Pero el relativo olvido actual obedece a razones más profundas y desoladoras, si cabe. No solo el Imperio que gobernaba Carlos desapareció, a diferencia de Rusia y Alemania, sino también la atmósfera espiritual donde era posible. Como diría Edmund Burke, refiriéndose a la Francia del jacobinismo, estamos en el tiempo «de los sofistas, economistas y calculadores; y la gloria de Europa se ha extinguido para siempre». Para muchos «espíritus fuertes» de la época actual, para quienes el maquiavelismo es una suerte de sentido común y la política –la baja y chata política de la democracia de masas posmoderna aun si disfrazada con oropeles “reaccionarios”– es la nueva metafísica, alguien como Carlos de Habsburgo es algo peor que condenable, es incomprensible.

El asunto es más triste aún. Como se sabe, la Iglesia Ortodoxa Rusa es la última y mayor custodia de la memoria de Nicolás II, por razón de su acendrado y confeso monarquismo, nacido de la visión bizantina del emperador como angelus Dei, ministro de Dios. Por el contrario, la visión política in actu de de determinados miembros de nuestra Iglesia romana es desde hace bastante tiempo presa de un democristianismo que se hace cada vez más laicista e incluso autodemoledor, en el mejor de los casos, cuando no, como profetizara el abate Georges de Nantes, parece evolucionar hacia una suerte de movimiento de animación espiritual de un estado global relativista y demagógico. Así, no es extraño encontrar entre los clérigos católicos, incluso de líneas no tan progresistas, un rechazo instintivo, casi visceral, a figuras monárquicas aun si fueron canonizadas por la Iglesia. Todavía no se ha llegado al extremo de gritar “¡Viva Cristo presidente!” o, peor aún, «¡viva Cristo diputado!” (quizás por respeto a los presidentes y a los diputados), pero a veces sorprende encontrar los errores ya condenados de Le Sillon –como sostener que la democracia liberal es el único régimen político moralmente legítimo– en figuras que, por otros motivos, son vistas como defensores del depósito de la Fe. Son graves estragos del igualitarismo que, junto con muchos otros errores y horrores, azota a la Iglesia.

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12.04.22

Padre Gonzalo Raymundo, un sacerdote según el corazón de Cristo

Este 12 de abril, Martes Santo, se cumple un año de la partida del Padre Gonzalo Raymundo Esteban EP, tras una vida ejemplar y afrontar con heroísmo una dolorosa enfermedad. En el lecho del dolor, ante el deterioro de su cuerpo, afirmaba que lo importante era lo espiritual. Pasado un año, José Alberto Rugeles Martínez, uno de sus compañeros de luchas en los Heraldos del Evangelio, ha querido atender nuestro pedido, de dar testimonio de su amigo fallecido. Creo que estas serenas reflexiones, escritas a conciencia y consultando a muchas personas que lo conocieron, nos regalan un retrato fiel y veraz de como era Gonzalo. Puede hacer mucho bien a las almas, pues en estos tiempos de confusión, más que nunca, hacen falta referentes de virtud, de integridad y de entrega a su vocación. Las personas buscan ver a Cristo reflejado en sus ministros, y poder decir como decían del Cura de Ars, patrono y modelo de sacerdotes, he visto a Dios en un hombre.

¿Cómo valora el hecho de haber sido muy amigo de una persona tan especial como era Gonzalo?

Como un regalo de Dios. A lo largo de nuestras vidas, la Providencia Divina nos va colocando en el camino personas que, por su virtud, por su manera de ser, por su dedicación y entrega, son, para quienes le conocen y conviven con ellos, un ejemplo. Un ejemplo que arrastra y que se convierte en un faro de luz para los demás. El Padre Gonzalo lo fue para mí y para muchos otros, que, dentro del carisma de los Heraldos del Evangelio, tenemos la certeza del llamado de Dios a cada uno para su servicio.

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11.04.22

Carlos Pérez-Roldán: “Nuestros abuelos se dejaron la hacienda y la vida en la lucha contrarrevolucionaria”

Reflexiona sobre la censura que está sufriendo la web que dirige, Tradición Viva

Entrevistamos a Carlos Pérez-Roldán Suanzes-Carpegna, abogado, académico de la Academia Internacional de Ciencias, Tecnología, Educación y Humanidades y colaborador de numerosas publicaciones y revistas, e impulsor de numerosas iniciativas de la sociedad civil para fomentar la participación ciudadana real en la vida política y social, como el Centro Jurídico Tomás Moro, el Centro de Estudios Históricos General Zumalacárregui, o la Asociación Editorial Tradicionalista. Actualmente es director de Tradición Viva.

En esta ocasión habla de la censura que están sufriendo en Internet y reflexiona sobre la batalla cultural contra la ideologías dominantes.

¿Cómo valora la censura de Google y YouTube a Tradición Viva?

De momento Google solo nos ha censurado la publicidad, y YouTube tres vídeos, dado que no tenemos constancia que nos hayan cancelado en el buscador, no obstante para valorar la censura es necesario referir que Google nos comunicó que nos censuraba la publicidad con la que manteníamos el diario www.tradicionviva.es por entender que muchos de nuestros contenidos son «peligrosos o despectivos», es decir Google no pone en tela de juicio la veracidad de nuestros contenidos, y eso es precisamente lo que es necesario resaltar pues diarios como el nuestro suponen un peligro al no encajar nuestros artículos, reflexiones y vídeos en la visión globalista, cristófoba, y deshumanizadora que se está tratando de imponer por parte de las élites mundiales.

¿Qué artículos han sido censurados y cuál ha sido el motivo?

Inicialmente nos comunicaron que más de 170 artículos eran peligrosos, y tras comprobar los artículos «marcados» por la censura detectamos que una gran mayoría de los artículos se referían a temas como la agenda 2030, o explicaban la influencia de la masonería en los procesos revolucionarios desde la Revolución Francesa hasta la actualidad, o denunciaban el crimen del aborto. También nos resultó sumamente curioso que hubieran marcado como peligroso una entrada en la que reproducíamos un corrido mexicano «El martes me fusilan» en el que el gran Vicente Fernández narra la persecución de los cristeros mexicanos.

Entre los artículos denunciados por Google había algunos en los que denunciábamos a las mafias abortistas, como el titulado «Planned Parenthood elabora la “lista negra” de figuras provida en Argentina», otros como «Klaus Schwab, y las mentiras de la cuarta revolución industrial» en el que reseñamos un libro de uno de los arquitectos del Nuevo Orden Mundial, artículos como el titulado «La perversa agenda 2030 y los planes mundialistas que nos amenazan», y así hasta 170 artículos.

¿El carlismo y todo lo relacionado con la tradición es más políticamente incorrecto que nunca o más bien cada vez hay menos libertad?

Nosotros como tradicionalistas siempre hemos distinguido entre libertad, y libertinaje. La libertad solo se puede predicar de la verdad, y de la belleza, es decir no puede existir libertad para el error, no obstante, la cultura de la cancelación que cada vez expande más su poder está acabando con cualquier espacio de libertad. Cuando la autocensura programada por las élites a través de la deseducación de los más jóvenes, y de la manipulación de los medios de desinformación fracasa, las grandes corporaciones y los grupos de presión mediáticos empiezan su cacería contra todo disidente. Evidentemente en ese terreno de la disidencia el carlismo y el tradicionalismo, tienen un pedigree que otros movimientos sociales no tienen, pues nosotros llevamos casi doscientos años luchando contra la revolución, unas veces por medios pacíficos, a través de publicaciones, periódicos, folletos … y otras veces por medios armados como las guerras civiles que mantuvimos los carlistas en el siglo XIX, o nuestra participación en la última guerra civil del 36.

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10.04.22

Entrevista a Alberto Tarradas, el diputado de Vox que reivindicó a Cristo Rey en el Parlamento de Cataluña

Alberto Tarradas, el diputado de Vox que reivindicó a Cristo Rey en el Parlamento de Cataluña

Se ha viralizado estos días el vídeo de la intervención del diputado de Vox en el Parlamento de Cataluña hasta tal punto de que fue trending topic. Tarradas reivindica públicamente a Cristo Rey sin ningún complejo, tras defender la Cuaresma y la Semana Santa, con sus nazarenos y dolorosas y la misma esencia católica de España. Ya era hora de que un político hablase así de claro. Nos hemos puesto en contacto con él para conocer sus impresiones.

¿Por qué considera importante reivindicar la esencia católica de España y sus tradiciones en la esfera pública?

En estos tiempos postmodernos, donde el relativismo se ha adueñado de parte de la población, sobretodo de la actual clase gobernante, creo que es importante reivindicar lo eterno, lo estático, lo verdadero. Muchos políticos de otras formaciones, en un afán fervoroso de colocar sobre su solapa la medalla de la “tolerancia e inclusividad”, han hecho proclamas publicas felicitando fiestas extranjeras y han querido olvidar por completo aquellas que sí son nuestras. Por miedo a ser considerados “rancios” o simplemente por rechazo.

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9.04.22

Me acaban de regalar un arma automática que siempre llevaré conmigo por seguridad personal

He de reconocer que últimamente usaba siempre el típico Rosario de plástico que se ilumina por la noche. Una procesión de luz en la oscuridad del lecho que espanta a Satanás y lo seguiré teniendo, pero creo que un caballero católico merecía algo mejor.

El motivo no es otro que el haber destrozado muchos Rosarios y mi escasa paciencia con ello. Llega un momento en el que de repente se rompe por el punto más débil. Y el objeto sacro se deshilacha en bolitas de anís. No he logrado descifrar el misterio del eslabón perdido en la cadena del Rosario.

Por eso me hacía falta un Rosario hecho con una cuerda recia, a prueba de bomba y ya de pasó encargué que me lo hicieran con las cuentas bien grandes. Es una cuenta que tenía pendiente. Bien grandes para vencer el respeto humano de los católicos de la secreta que se esconden de su fe. Me gusta rezar el Rosario caminando y sin ánimo de vanidad ni ostentación, me agrada dar testimonio público de esta devoción que abre las puertas del Cielo o dicho de otra manera que une el Cielo con la tierra, que acorta la distancia entre el gozo eterno y este valle lacrimoso.

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