Pep Borrell. Católico. Casado con Mercè desde hace 35 años.
Padre de 5 hijos y abuelo de 3 nietos, de momento. Medico Odontólogo.
Enamorado de la familia y del matrimonio. Suele dar conferencias y charlas en las redes sobre temas familares y de educación.
¿Por qué tiene especial sensibilidad por el tema de la educación cristiana de los hijos?
Por que cómo padre deseo lo mejor para mis hijos y conocer a Cristo, amarle y esforzarse en seguirlo es la manera de vivir felices en esta tierra y después, al morir, disfrutar para siempre de la Vida eterna que es lo verdaderamente importante. Ir al cielo.
Aquí en este mundo estamos cuatro días. Además si te esfuerzas en vivir como un buen cristiano eres muy feliz, le encuentras sentido a lo que te pasa, te da muchas respuestas. Vaya, que es un chollo.
El Cura de Ars decía que muchos padres tendrían que dar cuenta de cómo han educado a sus hijos. ¿Hasta que punto es seria esta responsabilidad?
Los padres tenemos la obligación seria de esforzarnos al máximo en educar cristianamente a nuestros hijos. El día que nos casamos en la tercera pregunta del Escrutinio previo al Consentimiento, respondimos que, cuando tuviéramos hijos, si los teníamos, estábamos dispuestos a educarlos según la ley de Cristo y de su Iglesia. Responder afirmativamente a esa pregunta es obligatorio para que el matrimonio sea válido… es decir, no debemos decidir la educación cristiana de nuestros hijos cuando empiezan primero de primaria, sino que ya estamos dispuestos a hacerlo desde el día de nuestra boda, incluso antes de tenerlos. Cuando los tenemos y los llevamos a la Iglesia para bautizarlos el sacerdote nos pregunta: ¿Que pedís a la Iglesia de Dios para vuestro hijo? Y le respondemos: El Bautismo. El sacerdote nos confirma: Al pedir el Bautismo para vuestro hijo, ¿sabéis que os obligáis a educarlo en la fe, para que este niño, guardando los mandamientos de Dios, ame al Señor y al prójimo, como Cristo nos enseña en el Evangelio? Y contestamos que sí, que lo sabíamos. Más claro el agua, nos hemos comprometido delante de Dios, y con su ayuda, a educarlos cristianamente, nos obliga seriamente.
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