22.08.25

María Mayor fue rociada con spray pimienta por llevar la bandera del Sagrado Corazón a Torre Pacheco

Los hechos ocurrieron a mediados de julio de este año

María Mayor Rubio nació en Fortuna (Murcia) un 23 de junio de 1973. Es madre de una hija de 31 años y un hijo de 25. Ha dedicado toda su vida a la costura y al cuidado de su familia. Actualmente trabaja cómo auxiliar de ayuda a domicilio para el ayuntamiento de Murcia, donde ha encontrado su verdadera vocación. Habitual a la Misa Tradicional en latín, tiene como aficiones caminar, leer, escribir y hacer convivencias con sus amigos en la fe cristiana.

¿Por qué decidió llevar la bandera de España con el Sagrado Corazón a Torre Pacheco?

Porque hace un par de años fui a una peregrinación a Covadonga y conocí el movimiento carlista. Me impresionó tanto que me compré la boina y la bandera con el Sagrado Corazón de Jesús para llevarla a rezar el Santísimo Rosario y a toda manifestación a favor de la vida y de la justicia, como fue el caso de Torre Pacheco.

¿Por qué es importante defender a España y nuestras costumbres católicas?

Yo diría que más que importante es urgentísimo defender España y nuestras costumbres católicas por cuestión de supervivencia. Estamos en peligro de extinción por culpa de leyes que defienden la muerte, el terrorismo y la criminalidad.

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21.08.25

Joaquín, voluntario contra los incendios que asolan España, reflexiona sobre el fenómeno desde la fe

Me ha parecido oportuno traer a este blog una entrevista de un tema de actualidad como es el de los incendios que asolan España, pero siempre con la cosmovisión y el análisis católico. Para ello he entrevistado a un voluntario, Joaquín, que es un católico convencido. Nos explica en esta entrevista por qué ha ido a colaborar de manera desinteresada y reflexiona sobre los intereses que hay detrás de los incendios.

¿Por qué decide ir como voluntario a ayudar a extinguir los incendios?

En primer lugar porque yo podía acudir. Hay personas que por sus circunstancias laborales o familiares no pueden. Me movió el deseo de ayudar a mis compatriotas, y a la tierra de mi patria. A mí me gusta especialmente el monte, el campo y todo lo que tenga que ver con el mundo rural, la ganadería, la agricultura, la vida tradicional rural, que ahora está en peligro de dedaparecer. Están intentado cargársela, a parte de cargarse nuestros montes.

Al principio pensaba que en pocos días esto se iría arreglando, pero como fueron pasando los días y los incendios continuaban, pues decidí venirme. Fui a una zona en la que tengo antepasados, por eso a esos valles les tengo un especial cariño.

¿Por qué es bueno que el católico se involucre en la defensa del bien común?

En primer lugar, sabemos lo que ha dicho Jesucristo: “Amarás a Dios sobre todas las cosas, y al prójimo como a tí mismo". La palabra prójimo viene del latín proximus (próximo).

El más próximo a nosotros más allá de nuestra familia es nuestro pueblo. Con nuestro pueblo nos unen lazos de sangre. Somos como una gran familia. Compartimos antepasados comunes a lo largo de siglos y milenios de historia. Nos casamos entre nosotros.

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20.08.25

El patriarca de la saga Domecq, estirpe bodeguera y taurina, junto con su esposa, camino de los altares

En el corazón de Jerez de la Frontera, a caballo entre el siglo XIX y el XX, vivieron Pedro Domecq Loustau y su esposa Carmen Núñez de Villavicencio y Olaguer Feliú, un matrimonio cuya vida fue un auténtico evangelio hecho obra. Aunque pertenecían a familias de renombre y gozaban de una posición acomodada, nunca se encerraron en su mundo. Por el contrario, hicieron de su hogar un centro de acogida y de sus vidas un servicio continuo a Dios y a los demás.

Su caridad no se limitaba a financiar colegios, asilos o parroquias —que lo hicieron, y de forma abundante—, sino que implicaba su presencia personal. Carmen era conocida por pasar horas junto a la cama de algún enfermo terminal, sosteniendo su mano y rezando con él en los últimos momentos. Pedro, por su parte, no dudaba en acostar él mismo a los ancianos del Asilo de las Hermanitas de los Pobres, asegurándose de que tuvieran lo necesario para descansar. Ambos visitaban a pobres y enfermos en sus casas, llevando no solo ayuda material, sino consuelo, compañía y esperanza.

En 2023, al cumplirse el centenario de la muerte de Carmen, más de mil miembros de la familia Domecq se reunieron en Jerez para una misa “in memoriam” presidida por el obispo de Asidonia-Jerez, D. José Rico Pavés. Fue un momento para recordar que la fama de santidad que rodeaba a Carmen también corresponde a Pedro, y que juntos ofrecen a la Iglesia un modelo luminoso de santidad matrimonial. Fruto de una investigación familiar y del contacto con diversos miembros de la familia Domecq, se pudo impulsar todo lo necesario para iniciar el proceso de beatificación como matrimonio, con el deseo de que su ejemplo inspire a las familias de todo el mundo.

Entrevistamos a José María Pavón Maraver, diácono de la diócesis de Asidonia-Jerez, vinculado familiarmente por la rama Núñez de Villavicencio.

¿Qué parentesco tiene usted con Pedro y Carmen?

Mi vínculo viene por la rama Núñez de Villavicencio. Desde pequeño escuché en casa hablar de Carmen como una mujer de gran fe y caridad, con fama de santidad. Esa memoria viva me despertó el interés por investigar su vida, y en ese camino descubrimos no solo su figura, sino también la de su esposo, Pedro Domecq Loustau, igualmente digno de admiración.

¿Por qué decidió llevar a cabo la causa de beatificación?

En un principio, la figura de Carmen era la más recordada por su intensa labor caritativa. Sin embargo, al profundizar en cartas, crónicas y libros —como “Una dama según el Corazón de Dios” y otros escritos menos conocidos— encontramos que Pedro no fue solo un apoyo, sino un verdadero compañero en la santidad.

A raíz de esta investigación y del contacto con algunos miembros de la familia Domecq, se pudo movilizar todo para iniciar el proceso. Sus obras, su fe y su generosidad los convierten en un ejemplo conjunto, y por eso hemos propuesto el matrimonio como modelo para la Iglesia.

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19.08.25

Misioneras de las Doctrinas Rurales, consagradas seglares que catequizan en los lugares más alejados

Mª Leticia Montero Granados. Directora de las Misioneras de las Doctrinas Rurales. Nació el 7 de febrero de 1965 en Chauchina (Granada). Estudió Magisterio en la Universidad de Granada (1983-85). Ingresó en la asociación Misioneras de las Doctrinas Rurales el 18 de julio de 1985.

¿Cómo nacen las Misioneras de las Doctrinas Rurales?

Las Misioneras de las Doctrinas Rurales nacen por el encuentro providencial del beato Tiburcio Arnáiz S.J. y la SdD María Isabel González del Valle, el año 1921.

El P. Arnaiz era un vallisoletano que después de haber ejercido como párroco diocesano, entró en la Compañía de Jesús y terminó destinado en Málaga, donde se gastó y se desgastó por el Señor y por sus prójimos en múltiples apostolados: desde visitas a hospitales y a las cárceles; tandas de Ejercicios Espirituales a sacerdotes, religiosas y seglares; dirección espiritual a personas de todas las clases sociales, predicación de Misiones Populares…

En los barrios periféricos y marginales de Málaga se vivía un ambiente anticlerical y anticristiano. Una anécdota que nos sirve para hacernos cargo de la situación: Una vez fue a visitar un “corralón”, que eran unas casas de vecinos de muy pocos recursos económicos, con un patio alrededor del cual vivían numerosas familias a veces con una sola habitación por cada una, el lavadero y otros servicios en común, y le tiraron una rata muerta. Pero el Padre, en lugar de indignarse por aquel original recibimiento, o amilanarse y no volver a asomarse por aquellos contornos, lo que hizo fue conmoverse y sentir compasión por la situación humana, material y espiritual de esta pobre gente. Decía “si nadie les enseña…”

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18.08.25

Atilio Faoro, ante la reciente polémica de Jumilla: “El catolicismo está en retroceso y el islam en expansión”

Entrevistamos al autor de Mosquées: les casernes de l’islamisation

La reciente polémica en Jumilla (Murcia), donde el ayuntamiento aprobó limitar el uso de instalaciones municipales para celebraciones religiosas externas —medida que impide, entre otras, la celebración pública de la Fiesta del Cordero— ha puesto sobre la mesa un debate incómodo: ¿estamos ante un simple caso local o ante un síntoma de una conquista islámica en marcha?

Atilio Faoro, investigador y periodista católico, miembro de la TFP francesa, de origen italiano y nacido en Brasil, vive en Francia desde hace casi treinta años. Comprometido desde hace décadas en asociaciones católicas europeas, lleva adelante un combate intelectual y espiritual por la defensa de la civilización cristiana. Es autor del libro Mosquées: les casernes de l’islamisation, publicado por Avenir de la Culture, una obra impactante sobre el auge de las mezquitas en Francia que constituye una advertencia lúcida con alcance muy superior a las fronteras francesas. Advierte que lo que hoy vemos en España ya ocurrió en Francia… y que las consecuencias son profundas.

Señor Faoro, lo que ha ocurrido en Jumilla ha sorprendido por la reacción inmediata de parte del episcopado español, que incluso se mostró dispuesto a ceder edificios eclesiásticos para celebrar la Fiesta del Cordero. ¿Cómo interpreta usted este gesto?

Lo interpreto como un ejemplo de lo que llamo ceguera voluntaria. Lo hemos visto en Francia: autoridades civiles y eclesiásticas que, movidas por un mal entendido “diálogo interreligioso”, facilitan la instalación del islam sin medir las consecuencias culturales, espirituales y políticas. La cesión de espacios, públicos o eclesiales, para celebraciones islámicas no es un gesto inocuo: es un reconocimiento simbólico de la presencia y autoridad de otra religión en el espacio público. En el caso de Jumilla, el debate se reduce a “libertad religiosa sí o no”, cuando en realidad estamos hablando de algo más grave: el avance territorial y social del islam.

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