El doctor Macaya habla de Los Salmos. Como los rezaba la Sagrada Familia, curso completo de Biblia

El doctor Antoni Macaya es licenciado en Medicina y Cirugía por la Universidad de Barcelona, especialista en Dermatología. Es también licenciado en Ciencias Religiosas, diácono permanente y padre de familia. Muy involucrado con las personas que sufren dedica parte de su tiempo al Cottolengo del Padre Alegre, sito en la ciudad condal. Es una persona con muchas inquietudes espirituales, pero ante todo un enamorado de Jesucristo y de la Sagrada Escritura.
¿Por qué un libro sobre los Salmos?
Para ir al cielo a seguir rezándolos.
Permítame que conteste a su pregunta con varias preguntas:
¿Puede haber mejores oraciones que las reveladas por Dios?
¿Cuál es el único libro de la Biblia que sólo contiene oraciones?
¿Cuántos libros sobre la oración se publican?
Las respuestas a estas preguntas son obvias. Las mejores oraciones son las reveladas por Dios en el libro de los salmos.
La gran paradoja es que muy pocos católicos los han estudiado y meditado a fondo.
Disculpe la franqueza, pero le digo la verdad: si hubiera otro libro parecido al que ofrecemos, no hubiera escrito y publicado éste. Pero resulta que no lo hay.
El lector tiene a su disposición, para cada salmo: una imagen sugerente que resume el salmo, su función en el conjunto de los salmos, su historia, su lugar en la Liturgia de las Horas (ahora y antes de la reforma), y versiones musicales en gregoriano y hebreo. Todo eso para ambientarse y luego empezar a contemplar, poco a poco, palabra a palabra, cada versículo de cada salmo en distintas lenguas y en la lengua de Jesús.
Hoy en día hasta alguien como yo, que apenas sabe hebreo, tiene acceso a muchas herramientas que le permiten saber cómo suena cada palabra de cada salmo, y cuál es su significado más profundo.
Por cierto, permítame decir que se puede adquirir en la editorial Didacbook, aquí.
¿Por qué ha querido ver los salmos desde las miradas más puras y santas como son las de Jesús, José y María?¿Cómo puede ayudar este libro a conocer los salmos y orar con ellos?
Hemos querido presentar el libro en la Cripta de la Sagrada Familia de Barcelona porque simboliza la vida oculta en el Hogar de Nazaret (la presentación será mañana 15 de octubre a las 18 horas).
En ese Hogar, juntos, Jesús, José y María rezaban salmos en la cena de Pascua.
Juntos cantaban el salmo 21, y el Niño a lo mejor se ponía un poco triste pensando que lo diría crucificado:
“¿Señor, por qué me has abandonado?".
¿No le encantaría saber qué pensaba la Virgen al ver al Niño Jesús dormidito en su cama?
¿No le gustaría escuchar qué dijo San José cuando se dio cuenta de que Jesús ya era mayor?
Tengo para mí que, puestos a pensar qué decir, José y María dirían salmos o palabras de salmos. Ya fuera en voz alta o interiormente. Ya fuera cantando o deletreando las palabras. Vivían con Dios. ¿Cómo no se les escaparían frases de salmos, mirándole? Era algo inevitable.
Yo me los imagino mirándole y diciendo: ‘¿cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho?’
‘Por ti madrugo’.
‘Te ensalzaré porque me has salvado’.
‘Dios lo ha jurado y no se arrepiente: eres sacerdote eterno según el rito de Melquisedec’.
Este libro quiere ayudar a escuchar cómo sonaban en la boca de la Santísima Virgen las palabras con que despertó al Niño Jesús. Se trata de saborear hasta la última palabra de cada salmo. En la traducción literal de cada salmo el lector no sólo pronuncia las palabras como San José las pronunciaba. Es que además las puede entender como él las entendía.
Este libro es como un curso completo de Biblia.
Fíjese bien. Cuando San José decía: “Creí, por eso hablé” (salmo 115), o decía “amo al Señor porque escucha mi voz suplicante” (Sl 114)… ¿qué entendía por ‘creer’? ¿Qué entendía por ‘amar’?
Nosotros usamos conceptos para describir un verbo. Pero la Historia Sagrada es Historia de Amor. Las palabras de Dios están enraizadas en la historia, y de la historia proviene su significado… y el Señor de la historia es Cristo.
Más importante que la traducción del hebreo, palabra a palabra, de cada salmo, es su contextualización.
¿Qué significa “creer"? Nosotros buscaríamos una definición en un diccionario o en un libro, e intentaríamos aproximarnos al concepto que subyace en la palabra “creer". En la Historia Sagrada, en la Historia de nuestra salvación, creer es, principalmente, aquello que hizo alguien en un momento concreto. Creer es, principalmente, lo que hizo Abraham. El concepto nace de la historia. Así, el verbo aman nos remite a lo que hizo Abram cuando ya era mayor, muy mayor, y no se cumplía la promesa di vina de que tendría un hijo. Dios le dijo que su descendencia sería como las estrellas del cielo. “Y creyó” Abram en Yahvé, “y le fue reputado como justicia” (Gn 15, 6).
Si se analizan todas las apariciones del verbo ‘creer’ en el Pentateuco, y las palabras con las que comparte su raíz, se verá fácilmente que el verbo aman también alude a la firmeza, a la verdad, a los cuidados que te brinda una madre que te alimenta, y a la palabra “amén".
¿Por qué los salmos nos permiten hablar con Dios en todas las circunstancias de la vida?
Permítame que, en vez de mi pobre persona, le conteste San Pío X, que escribió en Divino afflatu:
Los salmos tienen una eficacia especial para suscitar en las almas el deseo de todas las virtudes. Si bien es verdad que toda Escritura es útil para enseñar, según está escrito, sin embargo, el libro de los salmos, es como el paraíso en el que se hallan (los frutos) de todos los demás (libros sagrados), prorrumpe en cánticos y, al salmodiar, pone de manifiesto sus propios frutos junto con aquellos otros.
En efecto, ¿quién dejará de conmoverse ante aquellas frecuentes expresiones de los salmos en las que se ensalza de un modo tan elevado la inmensa majestad de Dios, su omnipotencia, su inefable justicia, su bondad o clemencia y todos sus demás infinitos atributos, dignos de alabanza? ¿En quién no encontrarán eco aquellos sentimientos de acción de gracias por los beneficios recibidos de Dios, o aquellas humildes y confiadas súplicas por los que se espera recibir, o aquellos lamentos del alma que llora sus pecados? ¿Quién no se sentirá inflamado de amor al descubrir la imagen esbozada de Cristo redentor, de quien san Agustín «oía la voz en todos los salmos, ora salmodiando, ora gimiendo, ora alegre por la esperanza, ora suspirando por la realidad"?
¿Cómo se ve en los salmos la miseria y debilidad del ser humano y la misericordia de Dios?
“Pon mi lágrima en tu odre, no en tu libro” es una de las oraciones más bonitas de la Biblia, y se encuentra en el versículo 8 del salmo 55. Yo fantaseo imaginándome que un día la Sagrada Familia fue a Magdala. María Magdalena ya llevaba una vida triste. Vio al Niño Jesús y le saludó emocionada. Él le enseñó, entre sus manitas, un odre de vino. Y le dijo: ‘mira, es mi odre, con mi vino. Es para tus lágrimas’. ‘Si las pones aquí, borraré tus pecados de mi libro’.
Si mis lágrimas y mi vida errante se guardan en el libro de Dios, estoy perdido. Si Él las esconde en su odre, con el vino de su sangre, se transforman en un licor dulce. Esto es lo que dice el versículo 8 del salmo 55: “Anota en tu libro mi vida errante, recoge mis lágrimas en tu odre, Dios mío".
Es curioso que en hebreo (y en las traducciones al latín, francés e italiano) el salmo pide a Dios que NO tenga en cuenta nuestras faltas, al revés que lo que dice la traducción castellana. También es maravilloso es que en hebreo “mi vida errante” se pronuncia casi igual “odre de vino” y la sonoridad es preciosa.
Ahora bien: la misericordia de Dios a veces no puede evitar la perdición de muchas almas.
El principal salmo “invitatorio” -que invita a rezar otros- es el famoso salmo 94… “¡Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la roca que nos salva!” (por cierto, si leen el libro verán que el hebreo original, como ya notó San Jerónimo, nos permite traducir: ‘demos vítores a la Roca, a Jesús’).
En este salmo se nos dice que no endurezcamos el corazón, que lo reblandezcamos. Ahora bien, también se nos advierte, porque de no hacerlo no entraremos en el cielo, como les pasó a los israelitas que salieron de Egipto pero por su falta de fe no entraron en la Tierra Prometida.
¿En qué medida este libro es fruto de dedicar mucho tiempo de oración y meditación?
Como diácono, prometí rezar Laudes y Vísperas todos los días de mi vida. Con el paso de los años, me fui dando cuenta de que muchas veces no comprendía del todo lo que decía. Otras veces, ni siquiera recordaba qué salmo había rezado.
En algunas ordenaciones, al escuchar al obispo pronunciar la misma pregunta que me dirigió a mí hace veinte años, sentía un estremecimiento interior:
“¿Quieres conservar y acrecentar el espíritu de oración y celebrar fielmente la Liturgia de las Horas con el pueblo de Dios, en su favor y por todo el mundo?”
Yo había respondido “sí” aquel día, pero la verdad era que no había conservado ni acrecentado como debía ese espíritu, ni celebrado con plena fidelidad esa Liturgia.
Entonces me dije: “tienes que enamorarte de los salmos”. Y, como siempre sucede, Dios transformó incluso esa pobreza en un bien mayor. Pasaron diez años… ¡y aquí tienen el fruto: este libro!
¿Cuál es el salmo que más le llega al corazón?
Los apóstoles le hubieran contestado que los salmos que más les llegaban al corazón eran el salmo 2 y el salmo 109. Creo que cualquier judío que se lea mi traducción literal poco a poco y lo contemple con cariño se convertiría al catolicismo. Es lo que le sucedió a los apóstoles. Conocieron a Jesús en persona y le vieron resucitado, y recibieron los sacramentos. Pero su oración eran los salmos, y en seguida se dieron cuenta de que hablaban de Jesús.
Pero vaya, yo tengo que confesar que escribir este libro me ha hecho enamorarme, particularmente, del salmo 22 (el buen Pastor) y el salmo 150, que de ser un salmo que no entendía ha pasado a ser mi favorito. De hecho, ahora me da pena cuando acabo un salmo, pensando que pasarían días para que pueda volver a rezarlo…El Buen Pastor es alguien “con un pasado". El salmo 22 no se puede desligar del salmo que le precede.
¿Qué vemos en los salmos previos?
Se nos describe a un Rey que es figura de Jesús, que pide ayuda para la batalla contra el mal (Sl 19), que finalmente vence glorioso (Sl 20). Sin embargo, de repente, Dios le abandona (Sl 21). Los enemigos se ríen de él, no tiene descanso, le roban los vestidos, se siente como un gusano carmesí…
Es un retrato de Cristo crucificado, que en la cruz dijo: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?".
Visto así, mi Pastor, mi Buen Pastor, lo es porque ha dado la vida por mí. Por eso le llamo mi Buen Pastor. Él no ha pasado por cañadas oscuras (como dice la traducción castellana), sino por el valle de la sombra de la muerte…Es decir, mi Pastor, mi Buen Pastor, dio la vida por mí, y la muerte para él no fue sinó como una sombra, pues resucitó.
En fin, espero que el libro sirva a muchos a enamorarse de los salmos.
Por Javier Navascués
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