Pluralidad y secularización. Reinterpretar la propia fe católica desde las categorías del mundo
Si alguien echa una ojeada a ciertos escritos de teología presentes en librerías católicas, a escritos de obispos, o incluso a escritos del propio Magisterio eclesiástico, con profunda aflicción se preguntará: “¿Quién habla en este texto? ¿Un hombre que busca la verdad de Dios o un hombre que quiere destruir en las conciencias lo que recibieron los fieles de parte de Dios como verdad revelada, y también mediante el orden natural de las cosas? ¿De qué Iglesia habla? ¿De qué salvación habla? ¿De qué amor habla? ¿En nombre de qué Iglesia habla este autor?. Con el Concilio Vaticano II surge en la Iglesia católica un afán desbordado y descontrolado de pluralismo, que intenta reinterpretar la propia fe católica desde las categorías del mundo. Lo que se ha llamado, y sigue llamándose, diálogo con el mundo o apertura al mundo. La actividad ha sido y sigue siendo vertiginosa. Hay tantas interpretaciones teológicas, pastorales, doctrinales como ponentes de estas. La unidad de la fe se ha postulado como blanco a derribar alzando la bandera del pluralismo. Porque el pluralismo es unilateral, siendo un pluralismo de secularización. La realidad lo demuestra. Desde el Concilio hemos visto nacer infinidad de denominaciones teológicas sin relación con la Revelación ni con la verdadera vida en Cristo. Como ejemplo nombramos las siguientes “teologías”:
- Teología de la secularización
- Teología antropológica
- Teología de la liberación
- Teología de la esperanza
- Teología política
- Teología de las realidades terrenas
- Teología de la revolución
- Teología del progreso y del desarrollo
- Teología del trabajo
- Teología de la cultura
- Teología de la predicación
- Teología del laicado
- Teología de lo futuro
- Teología ambiental
- Teología de la creación
Podríamos seguir hasta el infinito. El pluralismo del que hablamos es tal que cada pensamiento y voluntad pudieran ser absolutamente autónomos. Estamos ante un pluralismo que se opone, frontal y ferozmente a la unidad de la fe. Si como acabamos de ver hay infinidad de “teologías”, es decir, pluralismo de teologías, también hay un pluralismo en la enseñanza de la teología. Hay tal variedad de enseñanza teológica como profesores la enseñan, o centros de enseñanza Ni unidad en la fe ni unidad en la enseñanza de la fe. Es una exigencia de la apertura al mundo. Es la exigencia del pluralismo que inserta a la Iglesia en el mundo. Pues el pluralismo eclesial no deja de ser una imagen del pluralismo del mundo; el interlocutor con el cual la Iglesia se ha comprometido en cuerpo y alma para mostrarle la fe, reinterpretada a su capacidad mundana.
4 comentarios
Ahora bien, en el caso de mi movimiento, es claramente un fruto del Espíritu Santo, que da carismas dónde y cómo quiere, tiene un fundador santo, sufrimos la persecución de la incomprensión aunque estemos perfectamente legitimados por ciertas novedades del CVII.
Pero no pasa nada. Aunque solo mi grupo sea fiel a lo que Dios quiere es suficiente. Dios hará el resto.
Ahora intente Vd. explicar la coexistencia de ambas posturas.
La llamada “pluralidad” q predican algunos Jerarcas NO es riqueza, sino DESORDEN. Antes, la verdad se anunciaba firme, sin miedo. HOY, con la excusa de la pluralidad, se justifica cualquier disparate: q si liturgias inventadas, q si doctrinas “en evolución”, q si moral a la carta. ES el triunfo de la secularización disfrazada de apertura.
X lo civil se traduce en rendirse a la cultura dominante. X lo eclesial, en diluir el Evangelio hasta q quede irreconocible. Y todo esto, claro, se legitima apelando al CVII, como si el Concilio hubiera dicho: “abramos las ventanas, pero para q entre el humo del mundo”.
Pluralidad? NO. Secularización? SÍ. Resultado? Confusión. Y una Iglesia q parece cada día menos sal y más insípida.
Lo que no estoy de acuerdo es en achacarle siempre las culpas al Concilio Vat. II, pues nadie encontrará en sus escritos, aliento alguno para que pase todo lo que estamos viendo.
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