Barraycoa: “La rama más fuerte del catalanismo se fue forjando en ambientes católicos liberales”

Javier Barraycoa es sociólogo multidisciplinar. Entre sus múltiples obras destaca su labor para desmitificar el nacionalismo catalán y recuperar la historia robada de Cataluña. Su último libro se titula El origen del catalanismo. Polémicas católicas en su génesis y su primera transfiguración. En esta obra trata de descubrir los orígenes del catalanismo y sus relaciones con el catolicismo liberal y sus enfrentamientos contra el tradicionalismo

¿Era necesario un nuevo libro sobre el catalanismo?

A mi entender sí. Especialmente es importante indagar en su origen, pues de ahí entenderemos las actitudes contradictorias que han perdurado hasta nuestros días. El primer catalanismo político del siglo XX, vertebrado en el partido de la Lliga Regionalista, bebió de los ambientes católicos surgidos de la llamada “pastoral catalanista”. De hecho, y en cierta medida hoy sigue siendo así, el nacionalismo catalán en un híbrido de conservadurismo, clericalismo, republicanismo e izquierdismo.

Entonces, ¿dónde queda aquello de que el nacionalismo es el sucesor natural del carlismo?

Por eso hay que explicar sus orígenes. La leyenda de que en el carlismo está el origen del catalanismo es una idea propia de historiadores y pensadores de izquierdas, tal y como lo ha demostrado Ucelay-Da Cal. Quién inició este paradigma fue el historiador Rovira y Virgili, republicano y masón, que intentó “construir” una historia del nacionalismo cuyo esquema ha perdurado hasta hoy. Según su relato, el nacionalismo debía conciliarse con sus principios republicanos y conservadores liberales y debía abandonar las tendencias “católicas” que aún perduraban en los líderes de la Lliga. Rovira y Virgili lo que pretendía era alejar a los catalanistas católicos de una posible “tentación” tradicionalista. Y su tesis se impuso, pues los propios catalanistas veían en el carlismo el enemigo a batir.

En su libro plantea el origen del catalanismo en las polémicas católicas de finales del siglo XIX ¿en qué consistieron esas polémicas?

Como he dicho, la rama más fuerte del catalanismo se fue forjando en ambientes católicos, con un discurso aparentemente tradicional, pero siempre posicionados a favor del catolicismo liberal. Por ejemplo aceptaron acríticamente la Constitución de 1876 que rompía legalmente la Unidad católica. Los catalanistas, contra los carlistas, apoyaron un proyecto madrileño, la Unión Católica de Pidal y Mon, que tenía como fin acercar a los católicos al liberal régimen de la Restauración borbónica.

También es sorprendente como sacerdotes catalanistas, aparentemente antiliberales, condenaban la obra El liberalismo es pecado de Sardá y Salvany. Pero donde más se sufrieron las polémicas fue en el conflicto entre el clero, mayoritariamente carlista y los seminarios llenos de vocaciones de familias tradicionalistas, con sus obispos. En esos tiempos el nombramiento de los obispos debía ser confirmado por el Ministro de Gracia y Justicia. Desde Madrid se fueron nombrando obispos a favor de una “pastoral catalanista” con tal de ir mitigando el clero profundamente antiliberal.

¿En qué consistió esa “Pastoral catalanista”?

Fue iniciada paradójicamente por un gaditano, el obispo Urquinaona que ocupó la sede de Barcelona. Urquinaona estaba enfrentado directamente con el carlismo y su prensa. Él quería que los católicos carlistas se sometieran a la Unión Católica, que a la postre era una iniciativa del Partido Conservador de Cánovas del Castillo. Urquinaona fue el que creó lo que denomino el “montserratinismo”. Su mano derecha fue Morgades, que acabaría ocupando la sede de Vich y restaurando el Monasterio de Ripoll como símbolo del “renacimiento” de Cataluña. Los diferentes obispos catalanistas y prorrestauración se coordinaron para ir colocando en los seminarios y diócesis catalanas a sacerdotes que comulgaban con la nueva causa catalanista. Es así como el catalanismo clerical fue haciéndose con el poder en las diócesis y desplazando al clero carlista. Como señaló en su momento el gran historiador Cacho Viu, el catalanismo fue el detergente utilizado para diluir el integrismo, léase tradicionalismo, en Cataluña.

¿Y que papel jugó Torras y Bages, el considerado “Patriarca de Cataluña”?

Torras y Bages planteó el catalanismo, al que denominaba frecuentemente regionalismo, como la única posibilidad de reevangelizar Cataluña, que volviera a sus raíces cristianas acrisoladas en la Edad Media y así hacer de Cataluña una pequeña Cristiandad. El formó a una parte importante de los cuadros de la futura Lliga, entre ellos a Enric Prat de la Riba. La diferencia con otros sacerdotes es que Torras y Bages no quiso transigir con el liberalismo, aunque aceptaba el régimen de la Restauración, y era profundamente antimasón. Al ser nombrado obispo de Vich, y al ver que la incipiente Lliga Regionalista pactaba con liberales y republicanos se separó de Prat de la Riba y se dedicó a pastorear su diócesis. Siempre que había elecciones y en las listas de la Lliga iban liberales, desaconsejaba votarles. Realmente fue un santo y, como afirmo en el libro, buscó un catalanismo realmente católico que no pudo ser.

Finalmente, ¿alguna curiosidad más a destacar?

Sí. Trato de demostrar que el catalanismo fue un movimiento esencialmente barcelonés, y que no nació en la Cataluña “profunda”, territorio propicio al carlismo, sino en la urbe y fruto también del contagio romántico en el mundo católico. El romanticismo, bajo apariencia medievalizante, era un movimiento moderno y antitradicional. También hay que destacar que el catalanismo triunfó electoralmente ocupando el espacio que dejó el Partido Conservador en Cataluña debido a su estructura absolutamente corrupta. Por último, he tratado de desentrañar los complejos procesos psicológicos que llevaron a ciertos personajes a hacerse primero catalanistas y luego nacionalistas. Es evidente que para entender el catalanismo no podemos caer en simplificaciones o maniqueísmos.

Por Javier Navascués

10 comentarios

  
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Es como si un vegetariano comiera carne.
26/05/25 8:49 AM
  
Juan Mariner
La sociedad se va transformando, pero el origen de los nacionalismos periféricos españoles tiene su germen en los últimos Austrias y, en su esplendor, con los Borbones. La confusión entre "unidad" y "uniformidad" provoca siempre conflictos que se van transmitiendo a través de multiples ideologías y grupos sociales desplazados del poder.
26/05/25 9:41 AM
  
Oscar
El germen del nacionalismo en Cataluña y Vascongadas (y gallego y demás) es el mismo que en la unificación italiana y alemana: el nacionalismo racista surgido del liberalismo y masonería. Lo que hay que llegar a oír, que viene de los austrias, para hacérselo mirar.
26/05/25 10:49 AM
  
Jaimito
Pero lo que parece un dato indudable es que el nacionalismos tiene mayot fuerza en dos regiones donde el carlismo la tenía: Vascongadas y Cataluña. ¿No tiene nada que ver? ¿No es posible que como en tantas ocasiones lo peor vega de la corruppción de lo bueno, de lo mejor?
26/05/25 12:29 PM
  
Urbel
Catolicismo liberal en el origen del catalanismo que, a su vez, está en el origen de la descristianización de Cataluña.

Con el País Vasco, en la vanguardia de la descristianización de España.

Como, en general, la democracia cristiana ha sido causa o concausa de la descristianización de las antiguas naciones católicas. Italia es un caso manifiesto.
26/05/25 12:48 PM
  
Juan Mariner
Jaimito, en Cataluña, el mapa del "procés" situó a los "independentistas" en territorio rural carlista y a los "unionistas", en territorio histórico liberal urbano. Hay siempre un sustrato político-social que va cambiando según sus necesidades.
26/05/25 8:57 PM
  
JSP
¿Andorra? = los ambientes católicos surgidos de la llamada “pastoral catalanista”. De hecho, y en cierta medida hoy sigue siendo así, el nacionalismo catalán en un híbrido de conservadurismo, clericalismo, republicanismo e izquierdismo.
26/05/25 10:00 PM
  
Sergio P.
Los nacionalismos (no sólo el catalán) se presentan como tradicionales pero en realidad son hijos de la modernidad, una mezcla de romanticismo alemán y estatolatría francesa. La verdadera tradición, como bien dice Juan Mariner, es unidad pero no uniformidad, algo que ignoran tanto los proponentes de un jacobinismo español como los nacionalistas periféricos que critican a los primeros mientras aplican idénticos planteamientos a escala regional. Unidad tradicional, además, fundada en Cristo y no en la etnia. Sin menoscabo de la defensa de la propia identidad, con los modos adecuados y sin idolatria, que es legítima desde un sano patriotismo.
27/05/25 9:40 AM
  
Sergio P.
Jaimito: el carlismo tuvo especial fuerza en Cataluña y País Vasco porque la concepción territorial del tradicionalismo (que es la propia e histórica de España) daba respuesta a su afán de mantener su identidad regional (encarnada en los fueros) contra un estado liberal afrancesado, por tanto uniformizador. La desgracia de catalanes y vascos fue que, movidos por la frustración ante unos gobiernos que no comprendían esto, decidieron sucumbir al nacionalismo, que en realidad es un brazo más del pensamiento antitradicional.
27/05/25 10:00 AM
  
Rafael María
Muy interesante entrevista con el profesor Barraycoa, conocedor como nadie de estos temas. Tiene razón. Si el Carlismo tuvo una especial fuerza en Cataluña y Vascongadas, no fue por el foralismo en sí porque los liberales vascos por ejemplo, eran también foralistas, sino porque estas dos regiones eran entonces las más católicas de España. El catalanismo fue el arma para eliminar el catolicismo ( y su brazo político, el Carlismo) del interior de Cataluña.
Y no hay que olvidar que el auténtico corazón del Carlismo era Navarra, más que Vascongadas.
27/05/25 3:20 PM

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