Francisco Núñez del Arco explica algunos de los aspectos fundamentales de su libro Quito fue España

Francisco Núñez del Arco. Quiteño, universal y patriota; poeta, escritor, investigador, historiador, promotor cultural, guía y operador turístico en Ecuador y el extranjero, consultor cultural, y asesor de inversiones. Ha participado en emprendimientos culturales, históricos y cívicos a nivel nacional e internacional. Además de su preparación en RRII en la Universidad de Palermo de Bs. As. - Argentina, cursó estudios meta-políticos en el Ateneo San Marcos en Sao Paulo– Brasil. Ha dictado conferencias en el Ecuador y el extranjero, entre otros sitios, en la Pontifica Universidad Católica de Quito, en el Instituto de Diplomacia de la Universidad Estatal de Guayaquil, en la Universidad Complutense de Madrid, etc.

Además es miembro y un colaborador frecuente de las más prestigiosas instituciones académicas del Ecuador, como la Academia Nacional de Historia, en su momento, formando parte del proceso de pos-validación de Historia y Estudios Sociales para las pruebas “Ser Profesor” (ingreso al magisterio), del Instituto Nacional de Evaluación Educativa. Fue miembro del Consejo Ciudadano del Ministerio de Relaciones Exteriores (Ex Junta de Consultiva de Relaciones Exteriores). Actualmente muy involucrado en la actividad institucional del Instituto Panamericano de Geografía e Historia y en proyectos culturales propios. Como promotor cultural y guía y operador turístico se ha desempeñado tanto en el Ecuador como en el extranjero (Perú, Argentina), implementando la logística adecuada para trasladar y atender (transporte, hospedaje, alimentación, relaciones institucionales, etc.) a grandes grupos de estudiantes universitarios, investigadores y turistas histórico-religiosos (prestó servicios a la Universidad Internacional del Ecuador como anfitrión de cursos de especialización en Buenos Aires).

Consultor del Parlamento Europeo en Relaciones Internacionales. Desde 2007 ha participado en programas de difusión cultural- histórica y debate en televisión, radiodifusoras, medios impresos y medios digitales. Fue presidente del Instituto Ecuatoriano de Cultura Hispánica. Como presidente del consorcio ASPA ha desarrollado servicios de consultoría y asesoría en patrimonio, cultura, espacio y regeneración urbana, entre otros, al Ilustre Municipio de Quito. Colaboró en la continuación o segunda parte del documental España: La primera Globalización, Hispanoamérica, del director José Luis López-Linares. Acaba de publicar la tercera edición de su segundo libro Quito fue España: Historia del Realismo criollo y se encuentra preparando el tercero, sin contar la coautoría de otros dos.

¿Por qué un libro titulado Quito fue España?

Porque lo fuimos. Durante tres siglos la prolífica naturaleza política, jurídica, social, cultural, religiosa y humana de España se reprodujo en la Indias Occidentales o América. Las Indias castellanas formaron parte integral de la Monarquía Española, de la Monarquía Católica, y como tales se ajustaron en todo sentido, incluyendo en sustancia, a la forma de ser de España. El Presidente del Reino de Quito, Joaquín de Molina, en su informe a la Regencia de septiembre de 1811 sobre los sucesos acaecidos desde el 10 de agosto de 1810, expresaba taxativamente que los hechos de Quito quizás han sido «el principio de los movimientos de la España de ultramar», más adelante habla de «la igualdad de derechos de ambas Españas (la de Europa y la de América)».

La España Americana de Ultramar existió y así lo entendieron sus habitantes que se llamaban a sí mismos españoles de América, así lo entendió el gobierno de la Monarquía Española desde el Rey a sus delegados y gobernantes que así la llamaban, y los españoles europeos que junto a los americanos no plasmaron en el artículo primero de la constitución de Cádiz ninguna novedad jurídica, política ni histórica, sino la tradición recogida de tres siglos: La Nación española es la reunión de todos los españoles de ambos hemisferios. Quito como reino español de América fue parte de lo que la tradición política y jurídica se refería como las Españas y las Indias, en plural, siempre en plural, el artículo 10 de la constitución de Cádiz también recoge esta tradición política y reconoce la pluralidad territorial de las Españas en América, así en plural y en América y con ese nombre: Españas.

Y España es y está en América por la sencilla razón de que media España fue a América a lo largo de tres siglos, del XVI al XVIII. No sólo existe continuidad cultural sino y ante todo, continuidad genética. Nuestro ser histórico se produce con la transfundición de las sangres españolas al Nuevo Mundo, que atravesaron el charco y se establecieron aquí, creando al mismo tiempo familias y parroquias, municipios y ciudades, provincias y reinos al estilo español. Nadie conoce de verdad a España si no ha estado en América porque la mitad, por lo menos, de la obra de España fue hecha en nuestro continente. Ni ningún hispanoamericano conoce a fondo su ser si no comprende a la España peninsular porque en España está nuestra raíz, nuestro origen.

España fundó reinos hermanos y provincias libres en América, en paridad de calidad sociopolítica, no colonias vasallas ni factoría esclavas.

¿Acaso alguién lo duda?

Y tantos, pero no lo dudan, lo desconocen. La mayoría de la población de Ecuador e Hispanoamérica no lo sabe porque vive del cuento y la historieta de la maquinaria de propaganda republicana desde hace dos siglos, también llamada educación, propiamente adoctrinamiento. Porque han sido mal educados en siglos de mentiras y auto odio por la oligarquía académica establecida, sustentadora cual correa de transmisión de la oligarquía socio-política-, verdadera beneficiaria de los réditos del discurso políticamente correcto. Esta oligarquía académica, la dueña o usufructuaria de escuelas, colegios, universidades e instituciones educativas y culturales, públicas y privadas, es la que impone su visión unilateral, totalitaria y dogmática de los hechos históricos a diestra y siniestra.

La misma oligarquía que borró a la Monarquía Universal Hispánica de sus registros después de la Independencia, que sólo enseña de la Conquista y la Independencia, pero se engulle de tres siglos de historia conjunta entre América y Europa, entre las Españas americanas y europeas. Construye cárceles mentales donde se obliga a reverenciar a ídolos con pies de barro en beneficio propio, pretendiendo ejercer una policía orwelliana del pensamiento para vigilar y aún castigar las «herejías» y «traiciones» de quienes se atreven a pensar, a investigar y a buscar la verdad por sí mismos, ya que afectan a su andamiaje engañoso y a la estructura de expoliación, fraude y estafa ideológica, establecida y mantenida sin pausa desde hace dos siglos en nuestro país y, por extensión, en todo el continente.

¿Por qué es importante sacar a la luz la verdadera historia del realismo criollo?

Es tan importante como conocernos a nosotros mismos y entender todos los orígenes de nuestros males actuales. ¿La mal llamada Independencia liberó a los pueblos de sus opresores? ¿Cómo explicarse que la llamada Guerra de Independencia haya durado más de 15 años en la América del Sur? ¿Cómo explicarse que nuestra región, la llamada en nuestros días América Latina, sea la más involucionada del mundo tan sólo después de África? ¿Cuáles son las causas de todo esto? Que la Independencia o las independencias hayan liberado a los pueblos de sus opresores es una falacia absoluta que no sostiene el rigor histórico más elemental. Dicha falacia oficialista se sustenta a través del elenco de mentiras impuestas verticalmente por una mitología artificial cocinada ad hoc que sirvió entonces y sirve aún hoy para legitimar la existencia de las bananeras repúblicas americanas, instrumento político cuya razón de ser consiste única y exclusivamente en facilitar inmunidad plena a la explotación del colonialismo financiero internacional.

La epopeya realista criolla americana con sus tintes terribles, con sus ribetes desoladores, con sus luces enceguecedoras y sus sombras pasmosas; con los cientos de miles de muertos, de masacrados, de fusilados, de azotados y humillados públicamente, de condenados al ostracismo sin regreso, muriendo lejos de sus lares, separados para siempre de sus familias y los suyos, despojados de sus bienes, perseguidos hasta la infamia; muestran que esa tierra, que esa América, parió hombres y mujeres bien paridos a la altura de los principios universales imperecederos por los que dieron y antepusieron todo, hasta su último aliento, hasta su propia vida.

Ahora que sentimos que no podemos seguir más debido a que toda nuestra esperanza se ha ido. Ahora que nuestras vidas se han llenado de confusión, cuando la felicidad es sólo una ilusión, mientras el mundo a nuestro alrededor está desmoronado; ahora que todo está patas arriba; ahora cuando los doctores destruyen la salud, los abogados destruyen la justicia, las universidades destruyen el conocimiento, los gobiernos destruyen la libertad, los medios destruye la información y las religiones destruyen la espiritualidad; ahora cuando ya no tenemos en qué asirnos, cuando todavía nos encontramos en pie en medio de las ruinas, esos muertos, nuestros muertos, esos coterráneos nuestros, nos extienden la mano desde la eternidad para reconfortarnos, para mandarnos, para decirnos que su hermosa tragedia nos brinda la esperanza de volver a encontrarnos, de volver a ser nosotros mismos.

¿Por qué las mal llamadas independencias llevaron a Ecuador a la destrucción y a la ruina?

Es en el período que ha sido denominado como de «Independencia», cuando se conforman de la nada los actuales estados-nación de la América Hispana o, mejor dicho, de la España americana, por la sola acción de un puñado de oligarcas, sedientos de mayores esferas de poder y de riqueza de las que ya gozaban, orquestados bajo la dirección del conocido principio divide et impera de la política colonial británica, donde podemos encontrar las respuestas para las dolencias que nos aquejan hasta el día de hoy. La acumulación agropecuaria en el sector primario, el estancamiento en una fase agraria de nuestros países y sociedades, de nuestras economías, impidiendo la normal evolución hacia los sectores secundario y terciario de la cadena productiva, o sea, la nunca realizada revolución industrial, y la ausencia de significativos desarrollos político-culturales y, por extensión científico-técnicos, se explican con facilidad tomando como punto de referencia el período de la «independencia» y lo que ocurrió en las inmediatas décadas posteriores, producto exclusivo de esta etapa. Las mal llamadas independencias no fueron otra cosa que una brutal involución hacia el subdesarrollo y la dependencia.

¿Quiénes eran en realidad los llamados libertadores y a qué interesen servían?

Eran unos canallas y traidores que sirvieron a los intereses de la geopolítica británica y anglosajona en general, al cartel criminal que jamás haya existido en la historia. Canonizados, cuando no directamente sacralizados, los llamados «libertadores» constituyen a todas luces una nueva religión. Autores de la ignominia desastrosa denominada «independencia», no se contempla su crítica o estudio, la más mínima disidencia intelectual o falta de afección al régimen republicano está penada con el peor de los castigos. Sólo es permisible tolerar la idolatría y el culto por parte de las oligarquías académicas y sociopolíticas.

La Monarquía Española, se consolidó en su época como la estructura política más importante que haya existido hasta ahora en los últimos cinco siglos a nivel mundial, sostén de multiplicidad de pueblos y matriz de diferentes etnias, fue demolida desde adentro en un plan excelentemente orquestado por la plutocracia apátrida residente en ambos lados del océano Atlántico y los eternos enemigos extranjeros que ha tenido España: Inglaterra, Holanda y Francia, pero sobre todo Inglaterra. Bajo el espejismo de lo que se denominó libertad, los países del continente americano alcanzaron una independencia viciada ya en origen, con ánimo de trazar su prometedor futuro por separado.

La realidad de los sucesos y sus consecuencias, sobradamente conocida por todos, fue otra. Acto seguido a la independencia, la América española o la España americana, lejos de alcanzar la luz prometida entró de inmediato en un período prolongado de tinieblas e inestabilidad política, donde la declinación económica de la mano de la fragmentación social constituyeron y constituyen el paradigma mismo de la balcanización, que en rigor histórico es latino-americanización, puesto que la atomización de la América llamada Latina por el imperialismo cultural francés, antecede a la de los Balcanes. Estados que negaban su misma esencia, cuya estructura fundamental había sido destruida por la «guerra la independencia» y cuyo sistema revolucionario había acabado con la mayor base económica más grande que conociera su tiempo.

Quebrantadas las instituciones y todo orden, las entidades políticas surgidas del fino aire, eran la presa fácil de dictadorzuelos, caudillejos, caciques locales de la peor calaña… ejemplos todos ellos de corrupción y soborno. Mientras tanto, las naciones atlánticas como Gran Bretaña, Estados Unidos y Francia, alcanzaron en el mismo período las más altas cotas de estabilidad política circunstancia que se tradujo en la etapa de su mayor desarrollo. El naciente capitalismo financiero anglosajón, anegó los retazos de la nación española que habían ahogado con sus exportaciones, dominando con su crédito, y envileciendo con su moral mercantilista.

La casi totalidad de la población de los que ahora es Ecuador fue fiel a la Corona…¿Por lo tanto es un mito que tuviesen deseos de independizarse del Imperio español?

Estimo que cerca de entre el 95 y el 98 o 99% de la población del Reino de Quito estaba por completo opuesta a la separación del resto de las Españas y de las Indias. Nos independizaron por la fuerza, fue una imposición foránea manu militari. Jamás se tomó en consideración ni la voluntad ni el criterio de sus propios habitantes. El proceso revolucionario que llevó a la dispersión de Hispanoamérica se basó en oscuros intereses que condujeron a la consolidación de repúblicas oligárquicas, tras las cuales la alta finanza internacional dio rienda suelta a su explotación. El desarrollo del imperialismo internacionalista financiero sería inexplicable, sin la utilización de los recursos hispanoamericanos para su consolidación global.

Según la definición de Max Weber de legitimad del poder, es decir la aceptación general de la mayoría absoluta de una forma de gobierno, nunca hubo gobierno tan legítimo en América como el de la Monarquía Hispánica, algunos historiadores hablan de una aceptación total y yo coincido con ellos.

Por consiguiente, ¿es no solamente lícito sino necesario este sano revisionismo hispano?

El término revisionismo puede ser controvertido y más si se lo conjuga con hispano, dependiendo de quién lo utilice y con qué fines, aunque de por sí reivindicar la verdad de nuestro pasado ya es un hecho controvertido y combatido. Tras dos siglos de la constitución de los nuevos estados en la América Española tras la implosión y el desmantelamiento de los restos de la Monarquía Universal Católica, de la Monarquía Española, muchas conciencias se han estremecido al constatar la historia estancada de nuestros pueblos desde entonces, todo lo supuestamente buscado por los separatistas debía haber tenido realización en el continente hace mucho, sin embargo aquí estamos como hace dos siglos después de las guerras fratricidas impuestas por los criollos traidores al servicio de Gran Bretaña, aislados, quebrados, enemistados con nuestros hermanos con fronteras e identidades artificiales, endeudados ad infinitum y sometidos a nuestros enemigos, empantanados como desde hace dos siglos.

En 1809 Hispanoamérica estaba unida, próspera y en paz, por siglos junto a los reinos españoles europeos habíamos sido la primera potencia mundial, derrotando y humillando a nuestros mayores enemigos, los ingleses, en nuestro propio suelo en tantas y tan gloriosas ocasiones cuando habían querido invadirnos, desde Puerto Rico a Nicaragua, pasando por Cartagena de Indias hasta llegar al Río de la Plata; en 1825 Latinoamérica estaba destrozada, dividida, empobrecida, sometida y postrada ante Inglaterra y en guerra para siempre, en algunos lugares como Colombia la guerra no se acaba de terminar hasta hoy. Sin duda alguna esto ha provocado que muchos miren al pasado, ha puesto a pensar a muchos sobre la verdad de nuestra historia, buscando las causas del desastre actual, buscando las respuestas, finalmente muchos las vamos encontrando.

¿Hasta qué punto el indigenismo negrolegendario tiene influencia hoy en la educación y opinión pública del país?

El indigenismo es el ideal occidental de lo indígena. Quiero decir, que lo «indígena», especialmente en América, es casi un invento europeo, un invento de ingleses y franceses por igual, y lo ha sido desde el inicio, desde los primeros contactos y encuentros entre europeos e indígenas americanos. Un indígena romántico, exótico y tutelado, guiado sobre lo que debe ser lo indígena según el ideal europeo, del buen salvaje de Rousseau al liberrímo e indómito indio norteamericano de Robertson: una representación europea de lo indígena, según la segunda acepción del diccionario, una imagen o idea que sustituye a la realidad. Exceptuando aquí el realismo sociopolítico español que reconoció usos, formas, costumbres e instituciones de los pueblos prehispánicos, y por supuesto sus idiomas, aceptando su «mayoría de edad» civil aunque no siempre moral y nunca religiosa.

Como toda ideología, el indigenismo tiene un fin político, un objetivo de poder. Sería, no solamente ingenuo, sino falso del todo, pensar que detrás de una ideología que corresponde a una tradición de ideas europeas y occidentales, no existan intenciones de poder de las personas e instituciones que las promueven. ¿Dónde queda la sede de la así llamada «nación mapuche»? En Londres. ¿Dónde se encuentran los principales teóricos, académicos y especialistas de del indigenismo andino? En París. El indigenismo debe ser entendido y discutido como un instrumento de poder, de los intereses del poder detrás de él. Y como sabemos, el poder busca dividir para vencer, en especial el geopolítico anglosajón. No fue suficiente la destrucción y fragmentación de la Monarquía Española en cinco continentes entre hace dos y un siglo atrás todavía, ahora las fuerzas mundialistas, no llamémoslas globalistas para no caer en el anglicismo, buscan la completa atomización de los Estados que la continuaron en unidades disgregadoras, no congregadoras, con un relato mitográfico que ahora se vuelve contra estos.

El indigenismo es a toda regla es una red de intereses geopolíticos y geoeconómicos de potencias extranjeras sobre los territorios hispánicos. Es una forma de dominar, reestructurar y tener autoridad sobre el Mundo Hispánico, en especial sobre Hispanoamérica.

El indigenismo, llamémoslo seudo indigenismo con todas las letras y la razón en este punto, es el instrumento de poder último de las potencias euro-atlánticas sobre Hispanoamérica. No es el seudo indigenismo un estudio objetivo del pasado y la realidad de los pueblos indígenas americanos, como claman y pretenden los académicos Urbi et Orbe, muchos de ellos tontos útiles presas de su pueril lógica cargada de deseos, represiones, invenciones y proyecciones; otros, los menos, mal intencionados a sueldo de nuestros enemigos y muy útiles también aunque nada tontos. Todos coinciden en ver al «indígena», como una abstracción inmutable desde hace siglos o, peor todavía, desde hace milenios. Un claro y sistemático peligro de distorsión de la realidad, lo que siempre ha sido el indigenismo académico y academicista. Sin olvidar que todos los académicos en general son y se deben a su tiempo y a sus circunstancias, a sus posturas políticas, a sus acomodos personales en la estructura de la academia, a su posición social y a su conjunto de creencias, quiero decir con esto que no debemos olvidar que la tan cacareada objetividad académica se ve llena de estas manchas cuando se la observa con distancia, detenimiento y sin pasiones.

Quizás el peor indigenismo de todos sea el académico por su naturaleza y porque justifica el indigenismo político. Lamentablemente este se encuentra universalmente presente en las instituciones educativas de todo nivel, aunque tras los estallidos de violencia de octubre de 2019 y de junio de 2022 por parte de extremistas indigenistas, muchos han querido ir abriendo los ojos ante un peligro latente que puede incendiar de nuevo a todo el continente. Consideremos que en el extremo del indigenismo hay teóricos que quieren expulsar o exterminar a todos los no indígenas del continente y bueno, todos somos indígenas en América. Todos somos originarios de nuestro continente desde Alaska a la Patagonia. ¿A qué clase de fanático y subnormal se le ocurre a estas alturas que en América ninguna de sus poblaciones no sean originarias de sus países? Los indios vinieron de Asia…

Por Javier Navascués

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