Fray Emilio José Martínez habla del I Congreso Internacional Santa Teresa de Lisieux

Fray Emilio José Martínez González es religioso carmelita descalzo, doctor en teología y en la actualidad profesor en la Pontificia Facultad y Pontificio Instituto de Espiritualidad “Teresianum”, en Roma. Es, además, profesor invitado de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Urbaniana de la misma ciudad y del CITeS-Universidad de la Mística. Es director académico de los Congresos sobre Teresa de Lisieux a celebrarse en el CITeS entre 2023 y 2025.

¿Qué es el Centro Internacional Teresiano Sanjuanista (CITeS), llamado la “Universidad de la Mística”?

Es un Centro fundado por la Orden de los Carmelitas Descalzos con el fin de promover el estudio y la vivencia de la espiritualidad cristiana, desde las aportaciones y el enfoque de la escuela carmelitano-teresiana. Por ello, la difusión de la doctrina de Santa Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz, Santa Teresa de Lisieux y otros santos del Carmelo, como Teresa Benedicta de la Cruz -Edith Stein-, tienen un especial protagonismo en los cursos y congresos celebrados en el CITeS.

¿Por qué han decidido organizar tres congresos con motivo del 150 aniversario del nacimiento de Santa Teresita?

Las efemérides de los santos del Carmelo son, a nuestro juicio, una ocasión adecuada para recordar su vida y su doctrina. Darlos a conocer es también una obligación eclesial, también en el caso de Teresa del Niño Jesús, pues no olvidamos que nos encontramos ante una Doctora de la Iglesia, reconocida como tal por San Juan Pablo II hace poco más de 25 años.

Llama la atención que la “Historia de un Alma”, un libro no muy extenso, requiera varios congresos para explicarlo…

En efecto, una primera aproximación puede hacer pensar, justamente, que la autobiografía de Santa Teresa del Niño Jesús no debería exigir un particular esfuerzo o espacio de estudio para ser comprendida. No olvidemos que se trata del escrito de una monja de clausura que vivió 24 años y de ellos sólo 8 en su monasterio de Lisieux. Pero basta afrontar una lectura atenta del texto para intuir la densidad teológica, espiritual y humana del relato contenido en la Historia de un Alma. Además, a pesar de una cierta unidad temática del texto, no debemos olvidar que está compuesto de tres manuscritos que se escriben en momentos distintos de la vida de la santa, por lo que exigen un estudio específico.

Aunque ciertamente es un libro que condensa toda la espiritualidad de la santa, doctora de la Iglesia…

En efecto, ese es el secreto, el genio de Teresa de Lisieux: con un lenguaje sencillo, muy comprensible para todos, nos presenta una visión del hombre, de la vida, de la levedad de todo y, al mismo tiempo, nos descubre una Presencia sanadora -el Dios Trinidad- que permite orientar la existencia, llenarla de sentido. Nos acompaña en el camino de la aceptación de nosotros mismos bajo la mirada de un Dios -el Dios del Evangelio de Jesús- que es absoluta misericordia, nos acoge, nos ama y nos perdona, levantándonos de cualquier miseria para hacernos colaboradores de su obra de salvación en la medida que nos va transfigurando, por la fuerza del Espíritu Santo, en imitadores de Cristo, su Hijo.

Háblenos de la actualidad de la experiencia mística de Teresa de Lisieux…

No creo que nadie se sorprenda si afirmo que la experiencia mística de Teresa de Lisieux, como ha sido puesto de manifiesto en este primer congreso, es actual porque es mística de la vida cotidiana. Como afirmó en la “Lectio” inaugural el P. Saverio Cannistrà, Santa Teresa del Niño Jesús desconfía de lo extraordinario y se alimenta del deseo de vivir una vida en Dios al estilo de Jesús. Teresa nos invita a tener “deseos infinitos”, acogiendo el reto que nos lanza Jesús en el Evangelio: ser perfectos como nuestro Padre celestial es perfecto. Teresita demuestra, con su vida de búsqueda de unión con Dios en lo sencillo y cotidiano, que hay un camino hacia la santidad accesible para todos, que no es necesario realizar obras o recibir gracias portentosas para alcanzarla. Teresa es, de alguna manera, un ejemplo vivo de cuanto el papa Francisco nos explica acerca de la santidad en Gaudete et Exsultate.

Centrándonos en el manuscrito A, del que trata el congreso de este año… ¿Por qué la espiritualidad de la santa tiene un cariz reparador?

La reparación es una corriente de espiritualidad cristiana de la que Teresa participa, pues es prevalente en la piedad de los fieles de su tiempo, particularmente de los religiosos. Ella es original por cuanto en sus ejercicios de reparación (penitencias, sufrimientos, oraciones, etc.) su mirada no se fija tanto en los pecadores que ofenden a Jesús, sino en el deseo de consolar al Señor, de acompañarlo y alegrar con el canto de su amor su corazón. No hay en ella, además, desprecio a los pecadores, sino un profundo deseo de que ellos también vean brillar la luz de la fe.

¿Qué importancia tuvo en su vida la gracia de la noche de Navidad y la conversión de Pranzini?

Se trata de un evento esencial en su vida. Teresa del Niño Jesús habla de este hecho como “su conversión”. Pasa de ser una criatura “insoportable” (así se define ella) que llora por cualquier circunstancia, triste y demasiado cerrada en sí misma, a convertirse en una mujer abierta, madura, plena, preocupada ya no por su felicidad, sino por “dar gusto” a Jesús y a los demás. Es el momento del descubrimiento de su vocación como esposa de Cristo, con el que quiere “colaborar”, a través de una entrega total en la oración y la vida de cada día, en la salvación de las almas. Para discernir la verdad de este descubrimiento, ofrece oraciones y sacrificios por un terrible criminal, Pranzini, que momentos antes de ser ejecutado, besa las llagas de un crucifijo: Teresa se ve confirmada en su misión, la que caracterizará su vida, es decir, rezar por los pecadores, por los sacerdotes, por la salvación de las almas.

¿Cómo descubrió el camino del amor, el camino de la infancia espiritual?

Este descubrimiento es, obviamente, un don, un carisma particular que Santa Teresa de Lisieux recibe para el bien de toda la Iglesia. Ella se ha sentido siempre rodeada de amor y, a pesar de los sucesivos abandonos que sufre a lo largo de su vida -la muerte de su madre, la entrada de sus hermanas en el Carmelo, etc.-, se sabe muy querida, particularmente por su padre -santo él también como su madre-, un hombre con corazón materno. Este sustrato de amor humano la ayuda a descubrir el amor divino, con la luz del Espíritu Santo se va configurando en su corazón la imagen de Dios como un Padre paciente y cercano, que se preocupa de cada alma como el sol ilumina todas las flores de los campos, capaz de abajarse tomando nuestra carne en Cristo: Verbo encarnado, Hijo de Dios que entrega su vida por nuestra salvación en la cruz y desciende cada día en la Eucaristía no para permanecer en un copón dorado -afirma Teresa-, sino para entrar en nuestro corazón, sanarnos, divinizarnos. El camino hacia Dios no es para ella el del ascenso de la “dura escalera de la perfección”, sino el de la confianza del niño que se abandona totalmente en manos de su Padre y confía plenamente en su voluntad, esperando ser tomado en brazos y levantado a las moradas divinas. El camino de infancia espiritual es, sin lugar a duda, una propuesta que nos permite volver plenamente al Evangelio.

Una flor fortalecida en la tormenta puede ser una gran metáfora para describir su vida…

Sí. Se trata de una imagen bellísima que santa Teresita aplica a sí misma en las primeras páginas del Manuscrito A. Resulta paradójica, porque lógico parece pensar que una tormenta destruiría una pequeña flor. Sin embargo, ella quiere expresar que, en medio de las dificultades, se ha sabido protegida y cuidada amorosamente por Dios. Detrás de esta imagen hay una lectura de su historia personal que puede ser de gran ayuda para nosotros: ocurra lo que ocurra estamos en las manos de Dios, por difícil que a veces resulte percibirlo. Él cura de las almas y, abandonándonos a su voluntad, seremos capaces de ver siempre el lado bueno de las cosas.

Por último uno de los temas más interesantes del congreso de este año es la relación entre santidad y vulnerabilidad. ¿Hasta qué punto las miserias y debilidades de los santos son un gran estímulo para conseguir la santidad?

Como dije un poco antes, Santa Teresa de Lisieux es, por antonomasia, la santa de lo ordinario y ello incluye también la fragilidad, las debilidades de orden humano. Por ejemplo, ella es una persona enormemente sensible y, en ocasiones, muy dependiente; sufre bien niña una enfermedad de tipo psicosomático, muy grave y extraña, de la que se sentirá curada gracias a la sonrisa de la Virgen María; pasa por una crisis de escrúpulos; etc. Cualquiera ante este panorama de sí mismo, que Teresa describe y reconoce con total sinceridad, se habría desanimado, se habría dejado llevar. Pero ella reacciona, confía, se sabe hija amada de Dios y comprende que él no puede abandonarla. Quiere entregarse del todo a Jesús y tiene la cierta y firme esperanza de que él responderá a sus ansias. Ese es el esfuerzo de buena voluntad que Dios premiará dándole una seguridad y fortaleza a partir de los 13 años que ya no la dejarán jamás. A pesar de su fragilidad, de su temperamento vulnerable y de la sensibilidad que siempre la acompañó, su confianza en el Padre le permitió vivir una vida plena humana y cristianamente, y, así, Dios hizo de ella, en palabras de San Pío X, “la santa más grande de los tiempos modernos”.

Por Javier Navascués

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