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19.12.23

Marcelo Gullo analiza a fondo las dos cosmovisiones radicalmente opuestas: catolicismo y protestantismo

Recientemente entrevistamos a Marcelo Gullo con motivo de su último libro Lo que América le debe a España, (ver la entrevista) y ahora aprovechamos su buena disponibilidad con este medio para profundizar en la abismal diferencia entre dos cosmovisiones radicalmente opuestas, la católica y la protestante, creadora de la leyenda negra.

Usted ha publicado con enorme éxito en España tres libros, Madre Patria, Nada por lo que pedir perdón y el más reciente titulado Lo que América le debe a España. ¿Cuál es la idea fuerza central que guía toda su obra escrita?

La idea fuerza central que guía todo mi pensamiento, es que hay una gigantesca falsificación de la historia universal. Falsificación sobre el origen de la riqueza y el poder de las naciones, tema que traté en mi obra, La Insubordinación fundante. Breve historia de la construcción del poder de las naciones y que profundicé en mi libro, Insubordinación y Desarrollo. Las claves del éxito y el fracaso de las naciones. Falsificación de la historia de la conquista española de América que traté en Madre Patria, Nada por lo que pedir perdón y Lo que América le debe a España. Sin duda alguna, hay una historia negra de España y de la conquista española de América que se enseña en todos los colegios y universidades del mundo, y hay una historia rosa de Holanda, de Inglaterra, de Alemania, de los Estados Unidos y de sus respectivas conquistas que se enseña en todos los colegios y universidades del mundo. La leyenda negra no es otra cosa que un tiro sobre elevación al catolicismo.

¿Usted está sosteniendo que el hecho axial del siglo XVI y XVII fue la guerra del protestantismo contra el catolicismo?

Así es efectivamente. La mayor parte de las personas, incluidas las que poseen una educación universitaria, desconocen, pero deberían conocer para poder interpretar correctamente el pasado y el presente, que hubo una guerra gigantesca entre el protestantismo y el catolicismo que ganó el bando protestante.

Sin embargo, importa resaltar que esa guerra tuvo un trasfondo metafísico. Con la cristianización de los pueblos germanos allende al Rin, surge la Cristiandad Occidental o la Nueva Cristiandad -porque la Cristiandad vieja era la Cristiandad Oriental, pero es importante subrayar que Cristiandad era el sustantivo y occidental el adjetivo. Es sustancial remarcar que, con la mal llamada reforma protestante -porque en realidad fue una rebelión de los ricos, una rebelión de los nobles alemanes para quedarse con los bienes de la Iglesia- los pueblos que se pasan de bando se quedan con el adjetivo y pierden el sustantivo. Nace así lo que hoy el común de la gente llama Occidente, es decir la Cristiandad despojada de su sustancia que era la búsqueda del bien (el bien común) la verdad y la belleza.

Me explico. Lutero va a predicar que el hombre se salva por la fe, olvidándose que la fe sin obras es una fe muerta. Y Calvino, que sistematiza el luteranismo, va a agregar que Cristo no ha venido a la tierra -que el Verbo no se ha encarnado- para salvar a todos los hombres sino a unos pocos. Y cuando en Ginebra sus acólitos le preguntan: ¿cómo podemos saber quiénes son esos pocos? Calvino responde que la riqueza es un signo de predestinación. Casi de forma inconsciente el hombre protestante calvinista ya no buscará entonces hacer el bien a través de las obras -porque el hombre solo se salva por la fe y las obras son innecesarias- sino que buscará enriquecerse sin importar el mal que pueda hacer. Es decir, se quedan con la idea de la Libertad, pero reniegan de la idea de Justicia. Ya no buscarán hacer el Bien en este mundo (el Bien Común), la Verdad y la Belleza, sino solo buscarán hacerse ricos. El hombre protestante buscará siempre la libertad como valor supremo, pero será una libertad sin justicia.

El liberalismo, que es la expresión política de la teología calvinista, le dirá luego que el egoísmo es una fuerza positiva de la historia, y que la mano mágica del mercado al final arreglará todo, y entonces el hombre protestante, que sigue leyendo el evangelio, podrá dormir tranquilo porque el mercado arreglará todo el mal y el daño al prójimo que él haga para hacerse rico, y al final todos serán más felices.

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