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2.09.21

No se pierda la espectacular pintura religiosa italiana del Museo del Prado (siglos XV y XVI)

Ha trascurrido más de medio año desde la última publicación de Fernando Álvarez Maruri en InfoCatólica. Realizamos de nuevo un recorrido virtual por nuestro querido Museo del Prado. Esta vez visitaremos las salas de pintura italiana de los siglos XV y XVI.

La escuela italiana es, después de la española, la que cuenta con un mayor número de obras en el inventario del museo. Una de las imágenes más emblemáticas del Prado es La Anunciación de Fray Angelico. ¿Nos podría comentar esta tabla?

Efectivamente, La Anunciación de Fray Angelico, fechada hacia 1426, es un magnífico punto de partida a la hora de analizar las obras italianas de temática sacra del museo. El nombre original del pintor era Guido di Pietro da Mugello. Para muchos expertos en arte se trata de la Anunciación por antonomasia, la imagen arquetípica en la que se refleja de manera más sublime este misterio de fe. Este cuadro, pintado inicialmente para el convento de Santo Domingo en Fiésole, se encontraba en el Monasterio de las Descalzas Reales de Madrid cuando fue descubierto por el director del Museo del Prado, el pintor Federico Madrazo; decidió trasladarlo a la pinacoteca con el fin de que pudiese ser admirado por un mayor número de público. Se trata de la primera versión que pintó el artista sobre el tema de la Anunciación. Como soporte se utilizó la tabla y se emplearon oro y temple para la ejecución de la obra. Desde el punto de vista compositivo, encontramos la escena principal, la Anunciación a María; en la predela o banco podemos contemplar cinco episodios de la vida de la Virgen, de tamaño reducido, en las que se representan el Nacimiento y Desposorios, la Visitación, la Adoración de los Magos, la Presentación en el Templo y el Tránsito. En esta composición se hace alusión a dos pasajes bíblicos relacionados entre sí, al pecado original y a la redención. A la izquierda se reproduce la expulsión de nuestros primeros padres del paraíso terrenal tras haber pecado contra Dios (Génesis 3:24). Como decorado de fondo, aparece un vergel con exuberante vegetación; en el primer plano surge una pradera salpicada de flores multicolores.

En un extremo, encontramos a Adán y Eva, profundamente apenados, vestidos con pieles, abandonando cabizbajos el jardín del Edén, lugar en el que alcanzaron la felicidad plena. A partir de ese momento, los hombres tendrán que ganarse el pan con el sudor de su frente y las mujeres darán a luz a sus hijos con dolor. La humanidad se enfrentará con la realidad de la muerte: “polvo eres y al polvo volverás”. Para expresar la desolación que experimentan nuestros primeros padres, el artista utiliza una gama cromática muy clara, tonos muy ténues; el color de su piel y sus rostros son de una palidez extrema. Encima de ellos y de entre la espesura surge un ángel, del que solo podemos contemplar la parte superior, viste una túnica de color rojo asalmonado con hilos de oro. Observa desde las alturas como los afligidos Adán y Eva abandonan el paraíso terrenal. En primer plano y ocupando la mayor parte del espacio de la composición, podemos admirar el tema central: La Anunciación. Este misterio aparece inserto en un marco arquitectónico consistente en un pórtico de mármol de arcos de medio punto, con finas y esbeltas columnas rematadas en delicados capiteles. En la zona superior de este pórtico encontramos un medallón en el que se representa a Dios Padre. En el interior, el artista apuesta por las formas góticas de una bóveda de arista, pintada de azul y coronada de estrellas doradas. Al fondo encontramos una pequeña estancia con un banco. Fray Angelico no domina la perspectiva, la profundidad de que pretende dotar a la composición es un tanto forzada. Este pasaje se recoge en el evangelio de San Lucas. El arcángel Gabriel fue enviado a una ciudad de Galilea llamada Nazaret. Se presento ante una joven virgen, llamada María, que se encontraba prometida con José, un hombre de la estirpe de David. A María se la representa a la derecha de la escena; se trata de una figura de extraordinaria delicadeza.

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