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21.11.12

La prudencia. Notas doctrinales tomistas (Thomas Deman)

 La prudencia. Notas doctrinales tomistas (Thomas Deman)


Título: La prudencia. Notas doctrinales tomistas
Autor: Thomas Deman
Editorial: Gaudete
Páginas: 172
Precio aprox.: 15,50 €
ISBN: 978-84-939550-2-1
Año edición: 2012
Lo puedes adquirir en Editorial Gaudete

El libro que presento se titula «La Prudencia. Notas doctrinales tomistas» y su autor es el dominico Thomas Deman (1899-1954), sucesor del P. Ramírez, O.P., en la cátedra de Friburgo. No es un tratado sobre la prudencia, sino un estudio breve (172 páginas), que con la claridad y profundidad de buen tomista examina los elementos cruciales de esta virtud, y también indica las causas de su decadencia en nuestro mundo actual. La virtud de la prudencia no está de moda. Se ha convertido en sinónimo de cautela, casi de cobardía. Un hombre prudente nos parece un hombre timorato que, por sistema, evita los riesgos. Eso se debe a la exageración del papel de la conciencia que caracteriza la modernidad.

Pero la virtud de la prudencia –la Biblia lo dice con frecuencia– ha de regir siempre y en todo la vida del hombre. ¡Hasta la reina de las virtudes, la caridad, debe sujetarse a la prudencia! Ésta debe regirla en sus actos para que sean realmente virtuosos. Santo Tomás enseña que la virtud de la prudencia no es una de tantas virtudes que perfeccionan la vida moral de un hombre. Para él la prudencia es nada más y nada menos que «la virtud más necesaria para la vida del hombre». No dice «una virtud muy necesaria». Dice «¡la virtud más necesaria!» Tanto, que si no somos prudentes, no podemos decir que llevamos una vida cristiana, una vida moral, ni menos moralmente buena.

Acerca de la prudencia hay mucha ignorancia. Entre otras causas, porque apenas se predica sobre ella. Pero lo peor no es la ignorancia, el no saber lo que cada cual debiera conocer. Lo peor es la ignorancia que se hace a sí misma irremediable. La ignorancia tranquila, en la que el hombre no sabe, y no le importa nada no saber. La ignorancia confundida, que ignora la prudencia porque ha recibido de della una idea falsa. O la arrogante –ésta es la peor–, la del que piensa erróneamente que ya sabe lo suficiente, o incluso que va sobrado. Hace ya varios siglos que predomina la ignorancia de la prudencia. Vayan ustedes a contarle a alguien lo importante que es ser prudente. ¡Si todo el mundo piensa que es prudente! ¡Prudentísimo!… «¿Cómo voy a ser imprudente? Si hago las cosas del modo en que las hago, es porque me parece que es el modo mejor». Esto mismo un ilustrado lo dirá más breve y finamente: «Yo sigo mi conciencia». Ahí tienen. Ahí está la madre del cordero: si ya tenemos la conciencia para guiarnos, ¿qué papel le queda a la prudencia? Pues poca cosa, la verdad.

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11.11.12

Romero a Roma (Bruno Moreno Ramos)

Romero a Roma (Bruno Moreno Ramos)


Título: Romero a Roma
Autor: Bruno Moreno Ramos
Editorial: Vita Brevis
Páginas: 122
Precio aprox.: En papel: 12,50€; edición electrónica: 4€
ISBN: 978-1-2910-8700-0
Año edición: 2012
Lo puedes adquirir en Vita Brevis.

Todos los caminos llevan a Roma”.

Esta frase, más que conocida por todos me llevó, de forma inmediata, en cuanto conocí de la publicación de “Romero a Roma” a otro libro, también de viajes y también con el mismo destino. No es otro que el “El camino de Roma” de Hilaire Belloc.

Es bien cierto que las dos peregrinaciones ocuparon un tiempo muy distinto y que la de Belloc consistía en caminar desde Lorena hasta Roma y la del autor de “Romero a Roma” sólo (por decirlo así) desde Nápoles a la ciudad eterna. Sin embargo, no es menos cierto que ambos casos pueden ser tenidos en cuenta para quien quiera conocer qué le puede pasar a uno cuando decide tomar el camino hacia la sede de san Pedro.

Ambos libros son, eso sí, muy distintos, en cuanto al contenido, digamos, espiritual que tienen ambos. Y en esto gana, en mucho, el de Bruno Moreno Ramos. En mucho y en bueno.

Este libro es curioso porque no se limita a narrar lo que ha sucedido a unos intrépidos romeros que, un día, decidieron que irían a Roma a visitar, entre otros lugares, la tumba de nuestros padres en la fe. Va más allá de lo que es un libro de viajes y lo es porque uno que tiene sentido espiritual ha de tener, por fuerza, un contenido también espiritual. Y éste lo tiene muy a diferencia, como hemos dicho arriba, del de Hilaire Belloc.

Así, por ejemplo, está más que bien que haya empezado el diario del viaje de cada día con un Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo” porque centra, a la perfección, lo que luego vendrá escrito. No es, por eso mismo, una forma baladí de encomendar el día.

Pero, a lo largo de todo el libro, y a razón de lo que iba saliendo por el camino, el autor de “Romero a Roma” nos va mostrando otro camino, el de la fe. Así, por ejemplo, cuando en la página 9 nos dice que “A fin de cuentas, todos venimos a mendigar, ya sea unas monedas o el perdón de nuestros pecados y la vida eterna. El hombre es un mendigo existencial”.

Otro ejemplo, importante por lo que supone para clarificación de despistados, es cuando, en la página 98, trae a colación algo tan crucial como es la actualización de un hecho salvífico. Y es que escribe que “si experimento que hoy Cristo vence al pecado y a la muerte en ocasiones concretas, puedo tener fe en Él” o, lo que es lo mismo, que no se trata de la repetición, tal experimentación, de lo que sucedió entonces sino que tiene consecuencias ahora mismo.

Y esto tan terrible y cierto (p. 100): “¿Por qué los cristianos ya nunca hablan de la gloria de Dios?” . Se consuela, es un decir, acto seguido, cuando escribe que “Menos mal que la liturgia, la Escritura y la vida de los santos se empeñan en recordarnos una y otra vez que debemos dar gloria a Dios. Más aún, que vivimos para la gloria de Dios”.

Y si lo dicho (poco, es cierto) hasta ahora no es suficiente, en la página 15 nos dice que “Si conociéramos la historia de salvación que Dios ha tenido con las personas que tenemos a nuestro alrededor, nos asombraríamos: con cuántos santos y confesores de la fe nos habremos cruzado sin saberlo, cuántos milagros habrá hecho Dios en la vida de vecinos o compañeros de trabajo sin que nosotros nos hayamos dado cuenta y qué inspiraciones profundísimas inaccesibles para los mejores teólogos habrá concedido quizá a esa viejecilla que vemos rezando el rosario en Misa

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5.11.12

Mero cristianismo (C.S. Lewis)

Mero cristianismo


Título: Mero cristianismo
Autor: C.S. Lewis
Editorial: Rialp
Páginas: 233
Precio aprox.: 15€
ISBN: 843213077X
Lo puedes adquirir en Amazon o en Criteria Club

«Año de la Fe» y Nueva Evangelización. Creo que será también un tiempo de hablar de libros. De libros sobre el tema, claro. Sin plan concreto, según se presente la ocasión.

Al hacer una lista preliminar llama la atención que la mayoría de los autores son anglosajones. Lógico. Se me ocurren varios motivos:

  • primero, porque es su ambiente, era su necesidad. El mundo de habla española de mediados del siglo pasado no estaba especialmente necesitado de «apologética». No entraré si ha sido bueno o malo, así fue.
  • segundo, porque el tono y las formas, tanto las defensivas como las propositivas, son amables, irónicas, holísticas, muy cercanas al lenguaje actual.
  • tercero, porque se quiera admitir o no, la sociedad actual está dominada por la cultura anglosajona y más aún en sus variantes populares, que son las que mayor capilaridad tienen. Así que los enfoques de hace un siglo siguen valiendo hoy.

Quizá por eso, y porque se cumplen 70 años, me apetecía comenzar por «Mero Cristianismo» de C. S. Lewis. Hace unos meses Pablo Ginés escribió un estupendo artículo que contextualizaba la obra, el autor y el impacto que había tenido en la conversión de muchos, con bastante tino lo calificó de «libro que genera evangelizadores».

No es un libro católico, tampoco el autor que primero abandona la fe tibia de su niñez y desde el ateismo se convierte al cristianismo (anglicano) a escalones. Una conversión en la que tienen mucho que ver sus amigos J.R.R Tolkien y Hugh Dyson.

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