Cuando el problema es el Estado: el caso argentino

Está de moda echarle la culpa de todos nuestros males (especialmente en el ámbito económico y social, pero alcanzando casi hasta el último rincón de nuestras vidas) a una especie de espectro que emponzoñaría nuestras vidas y que recibe diversos nombres, según quien sea el denunciante: neoliberalismo, finanzas globales, capitalismo ciego, economía asesina… Por desgracia, términos todos ellos poco precisos, demasiado etéreos, válidos para soflamas, denuncias y panfletos, pero muy poco útiles para resolver los problemas a los que realmente nos enfrentamos (que sí, son graves y reales).

En su libro Histoire du Citoyen, Jean de Viguerie hace un repaso a los primeros pasos de la Revolución Francesa desde el punto de vista de la aparición de un nuevo tipo de hombre, a imagen y semejanza de la utopía roussoniana, que ha hecho “entrega absoluta de su persona a la generalidad”, como escribía Josep Saige en su Catéchisme du citoyen, aparecido en 1788.
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