La última minoría oprimida: los «asexuales»

La promesa de la revolución sexual era la de un mundo donde todos disfrutaríamos de sexo sin trabas, una especie de paraíso terrenal en el que nos podríamos dedicar al goce sexual sin tener que acarrear con ningún efecto negativo: ni embarazos, ni violencias, ni discriminación, ni explotación… sexo desinhibido y felicidad para todos.
La promesa ha envejecido fatal y se ha demostrado una estafa. La literatura al respecto es creciente: desde Jennifer Roback-Morse hasta los libros recientemente publicados en nuestro país de Louise Perry o de Abigail Favale. Pero hoy voy a fijarme en otro aspecto, lo que algunos ya llaman la «revolución asexual».




