De la tentación de la desesperanza a la política de encarnación

Federico Wilhelmsen

Se cumplen 60 años de la revista Verbo y de Ciudad Católica y para conmemorarlo nos han regalado un número de Verbo extraordinario, en los dos sentidos de la palabra. Un número diferente de los habituales pues incluye textos de algunos de los más significativos colaboradores de la revista a lo largo de todos esos años, pero extraordinario también por la calidad de los textos reproducidos. Basta repasar la lista de quienes aparecen en este número para darse cuenta del nivel: Vegas Latapié, Wilhelmsen, Canals, Gambra, Elías de Tejada, Molnar, Vallet de Goytisolo, Galvao de Sousa, Álvaro D’Ors y Ruíz de Galarreta. No es raro acusar a quienes defienden el pensamiento tradicional, contrarrevolucionario, de haber renunciado al ámbito intelectual. Tras leer este número, la acusación se viene abajo: estamos ante un pensamiento potentísimo, de un vigor y claridad envidiable. Otra cuestión es que haya sido ignorado o preferido, por comodidad, orillarlo.

El número, además, contiene dos introducciones de Miguel Ayuso y Danilo Castellano utilísimas para poner en perspectiva la labor llevada a cabo durante estos 60 años.

He disfrutado de todo el número, tomando notas y subrayando sin cesar, pero voy a detenerme en el de Federico Wilhelmsen, titulado «Hacia una política de encarnación» y que fue publicado en la revista Triumph. Es un artículo apasionante. Es cierto, como señala Miguel Ayuso en su introducción, que «no todos los juicios expresados han conservado íntegramente su vigencia», pero es imposible quedar indiferente ante la avalancha de reflexiones que vierte aquí Wilhelmsen. Artículo muy rico, abre diversas líneas de estudio y discusión, sorprende, provoca, te obliga a replantearte muchas cuestiones y está sembrado de certeros comentarios. Por fijarme en alguno de los aspectos que señala, creo que es un texto que ayuda a enmarcar mejor el debate sobre la opción benedictina, al que Verbo dedicó no hace mucho tiempo un iluminador número.

Me ha llamado la atención que Wilhelmsen señala como factor clave de ciertas actitudes (que él califica de integristas, pero que creo que se pueden ampliar a algunos de los promotores de ciertas versiones «benedictinas») la desesperanza. En efecto, escribe el filósofo norteamericano, «aquellos de nosotros que estamos interesados en la política católica podríamos dejarnos guiar fácilmente por el consejo de la desesperaciónpodríamos concluir que hemos fallado en algo, que hemos desaprovechado nuestras oportunidades, o que la ola de la modernidad simplemente ha sido demasiado poderosa como para nadar en su contra sin esperanza razonable de éxito». El integrista anhela una restauración, pero como no es un soñador ni un iluminado, «tiene el buen sentido de ver cómo esa restauración no va a venir al instante, y por tanto, se desespera». Hay que reconocer que esta actitud, la desesperanza de que el mundo pueda sanar (algo que resulta más evidente con cada día que pasa), está detrás de muchas opciones de retirada. Esta desesperanza, «se traduce en un movimiento interior en espiral» que reduce el ámbito en el que la Fe impacta a «su propia vida, la de su familia y la de los que piensan como él». Aparece entonces la «tentación de ser una tribu más como el resto del mundo, una tribu católica envuelta por un simbolismo cristiano que coexiste con nuevas tribus que proliferan», una tentación de repliegue y elitismo.

Junto a esta tentación, señala Wilhelmsen un hecho que me parece trascendental: no existen instituciones neutras, «tras la Encarnación una política neutra viene a ser algo contradictorio. Todo sistema tiende la sacralidad o se aleja de ella, tiende a certificar la Encarnación o a alejar esa eficacia». Y añade una reflexión importante: «entre la muerte de San Agustín y el nacimiento de Santo Tomás surgió un mundo completamente nuevo que no estaba dirigido por cristianos buenos y santos dedicados a administrar instituciones forjadas por los paganos, sino por hombres buenos, malos e indiferentes que administraban instituciones moldeadas a la sombra del cristianismo». Es lo que Wilhelmsen denomina «política de Encarnación», que añade una dimensión al orden político. «La política sigue siendo política, no se transforma en religión», precisa, pero asistimos a «una sacramentalización de lo real, una sacralización de la creación», que se traduce en «ermitas, flotas pesqueras bendecidas, cementerios bendecidos, gremios dedicados a los santos y a la Madre de Dios, juramentos proferidos ante el tribunal…». Trasformando así a toda la sociedad: «La familia no es una institución específicamente cristiana, pero la familia cristiana se hace más fuerte y adquiere un nuevo significado en un orden católico. La dignidad humana no es algo específicamente cristiano, pero los hombres ganan una dignidad nueva y profunda dentro del orden católico. La responsabilidad y el autogobierno no son únicamente cristianos, pero la sociedades cristianas parecen crear y a continuación reforzar instituciones que permiten un máximo de ejercicio de responsabilidad personal y autonomía».

¡Qué sugerente e iluminador me ha resultado este artículo, que estas breves líneas no agotan! Si comparten esta impresión, háganse con este extraordinario número extraordinario de Verbo; vale la pena.

10 comentarios

  
Jove Llanos
«ermitas, flotas pesqueras bendecidas, cementerios bendecidos, gremios dedicados a los santos y a la Madre de Dios, juramentos proferidos ante el tribunal…».
Todo eso y mucho más posee un nombre: Cristiandad. Algo a lo que la misma Iglesia ha renunciado por completo como ideal. Pero si la cristiandad no puede ser un horizonte, entonces la opción benedictina no es sólo señal de desesperanza. La llamada opción benedictina, que en realidad nada tiene que ver con la acción de los monasterios y los monjes en su edad de oro, es una consecuencia lógica de la caducidad de la Cristiandad, de la renuncia a ella.
18/07/22 8:58 PM
  
Cristián Yáñez Durán
Efectivamente, desde la Encarnación, no hay neutralidad ni "sano laicismo" ni otras torpezas.
"El que no está conmigo está contra Mi. Quien no recoge conmigo, desparrama". San Lucas 11, 23
19/07/22 5:02 AM
  
Marta de Jesús
Sin cristiandad tenemos persecución. Eso mucho antes de las opciones varias que se puedan proponer para vivir esta época, como la benedictina.

Hace poco leí que algunos tenían idealizados a los primeros cristianos. No es mi caso. Entiendo que fueron hombres y mujeres como nosotros. Con la Fe muy fresca, muy viva, por estar los acontecimientos recientes. Pero con sus miedos, tentaciones, miserias, y por supuesto, equivocaciones, como los demás. Suelo referirme a ellos porque estamos en una época muy similar, pero de otro siglo. Además de la gran diferencia, ellos vivieron en la precristiandad. Ahora estamos en la postcristiandad. Los neopaganos orientalizados llevan pasándose por cristianos o conservando tradiciones sin fe, décadas, incluso algún siglo. Cosa que no hacían los paganos de antaño, que yo sepa. El paso de la cristiandad al neopaganismo va en sentido inverso, hacia atrás, que el paso del paganismo a la cristiandad. De ahí cosas tan curiosas como que de los compañeros de catecismo de mi hijo ningún padre ni madre van regularmente a misa. Ninguno. Ni rezan, ni creen en los dogmas, ni na. Puede que alguno, no todos, tenga algo de fe en la Resurrección de Cristo. Pero totalmente adulterada. Se han confeccionado una fe a medida al margen de la Iglesia y que curiosamente es contraria a la doctrina católica en numerosos temas. Los que quieren endurecer el acceso a los sacramentos van a dejar libres a muchos sacerdotes que podrán ir a la Amazonía. De hecho, nos sobrarían sacerdotes en occidente.
Los primeros cristianos también debatían sobre la conveniencia de quedarse o marchar en según qué épocas. Unos se quedaban, otros se alejaban un tiempo hasta que la cosa se calmaba. Estaban unidos físicamente. Nosotros por internet. A los que están en el cielo les pido intercesión para que sepamos qué hacer. A lo mejor nos echan por no plegarnos al nom y su reinaducho del Anticristo. Y así se acabó el debate. ¡Quién sabe!

Las cosas tienen un proceso. No se puede aspirar a una cristiandad segunda parte, sin vivir antes lo que haya que vivir. En este caso, persecución. Asusta, claro. Pero es lo que hay. Persecución o intervención divina más directa.

Interesante Cristian. Claro y conciso.
19/07/22 11:27 AM
  
Marta de Jesús
A lo mejor no llega a existir cristiandad segunda parte y directamente vuelve Cristo. No sé. Pero que nos pille con la lámpara encendida.
19/07/22 11:29 AM
  
Eleuterio
“Aparece entonces la «tentación de ser una tribu más como el resto del mundo, una tribu católica envuelta por un simbolismo cristiano que coexiste con nuevas tribus que proliferan», una tentación de repliegue y elitismo”.

Creo que esta denuncia que hace Wilhelmsen se aproxima no tanto a «La opción benedictina» (libro que no he leído entero), si no más bien a los católicos que se juntan para hacer en sus vidas un compartimento de lo más católico, sobre todo en lo referente a la tertulia para comentar y ahondar en el último artículo de Juan Manuel de Prada, en la ocasional misa en latín «porque es muy bonita» y en las oportunidades cada vez más numerosas para hacer ostentación de pertenencia a la tribu con proclamas y manifestaciones públicas de Fe que no tienen otro propósito que el de afirmar el sentido de pertenencia a la tribu. En el resto de compartimentos de su vida (trabajo, dinero, vacaciones, música, vida social, ocio) coexisten con total tranquilidad y normalidad con una sociedad pagana, utilitarista, blasfema, liberal, secularizada: acuden a las discotecas, se emborrachan en bodas, escuchan reggetón, van a la playa, su tiempo libre gira en torno al copeo, invierten en bolsa, hacen uso de la «paternidad responsable» y viven con la obsesión de tener un puestazo en una de esas consultoras financieras. Un cristianismo a tiempo parcial acotado a la tribu. Un cristianismo que engendra desquiciados, personas con tristes taras mentales y, apostólicamente hablando, un rechazo total. Los primeros cristianos brillaban por su Caridad, por las obras de misericordia y por su fidelidad heroica. Tres cosas que hoy, en Occidente, han desaparecido o, en el mejor de los casos, se han enfriado, dándose sin lugar a dudas un cambio climático de proporciones dramáticas.

Los de esta tribu, cuando alguien practica las obras de misericordia corporales, recurren rápido al «lo importante es salvar las almas y no los cuerpos» (entregando esas obras a organizaciones pseudorreligiosas como Cáritas que las vacían de contenido) y cuando alguien practica las obras de misericordia espirituales recurren todavía más rápido al «algo raro persigue si hace esto pues no es muy normal que con la edad que tiene (si es joven porque es joven, si es mayor porque es mayor) dedique su tiempo a estas cosas».

Lo bueno de este triste panorama, es que permite descubrir rápidamente a los buenos católicos, que los hay, aunque no hagan ruido. Porque el bien no hace ruido y el ruido no hace bien.
19/07/22 7:24 PM
  
sofía
Muy sugerente el título.
Y muy interesantes los últimos comentarios.
El resto no acabo de pillarlo.
22/07/22 12:55 AM
  
Masivo
Marta de Jesús. No pillo lo de neopaganos orientalizados que usa tanto.

La sociedad actual tiene altas dosis de ateísmo, agnosticismo e indiferentismo.

Eso es muy poco pagano. De hecho, a Sócrates lo juzgaron por ateo. La sociedad indoeuropea precristiana era muy religiosa. Y las sociedades orientales siempre lo han sido. De hecho, su religión viene de oriente.
22/07/22 12:02 PM
  
JSP
1. No cabe esperanza en la "política católica" pues es por boca de hombre de donde nace y no de Dios.
2. Dios permite el poder temporal y una nación es católica cuando la autoridad civil y sus leyes están sujetas a Cristo Rey y Su Iglesia.
3. La desesperanza está siempre en los inmanentistas porque confían en el poder y seguridad temporal y no en la Providencia de Dios, en Su Proyecto de salvación (que no incluye al Estado I Sam 8 y Mt 22,15-21), en la vida eterna que Cristo Rey nos dona.
4. Para muestra un botón: en los tres primeros siglos los santos Padres prohibían quien fuera bautizado en Cristo ser soldado. Conversión de San Julio. Es por la política por la que San Agustín ve lícito la defensa de la patria, pero no es para un cristiano camino de salvación el matar al prójimo. Dios lo advierte en I Sam 8.
25/07/22 1:06 PM
  
Antonio Espíldora García
Siempre que leo o escucho comentarios sobre el libro «La opción benedictina», tengo la impresión de que quien los hace no ha leído el libro, o al menos no lo ha hecho en profundidad. Rod Dreher no ofrece una visión desesperanzadora ni, mucho menos, propugna una retirada del mundo o la creación de una tribu. Algunos textos del libro sobre la política son:
«Para que quede claro, los cristianos no podemos permitirnos esfumarnos del espacio público. Lo que tenemos que plantearnos de verdad no es si dejar o no la política por completo, sino cómo hacer un uso prudente de nuestro poder político, especialmente en una cultura política tan inestable.»
«No se trata de que dejemos de votar o de participar activamente en la política convencional, pero la clave está en que eso ya no basta.»
«Somos una minoría, pero asumámoslo y seamos creativos, ofrezcamos alternativas vivificantes y luminosas a este mundo agonizante que se está quedando frío y oscuro.»
«El cambio que debemos llevar a cabo pasa por aceptar que en los próximos años puede que los fieles nos veamos en la tesitura de tener que elegir entre ser un buen ciudadano o ser un buen cristiano.»
03/08/22 9:46 AM
  
Luis María Piqué Muñoz
En efecto la Iglesia No es una Secta que por el hecho de pertenecer a ella te Salves y te aísles del Mundo ¡Al contrario la Iglesia está en el Mundo, al que debe Evangelizar ¡la ingrata, difícil y arriesgada Corrección Fraterna! la Iglesia la forman Pecadores ¡No Santos!
Respecto a la Revista Verbo es una de las 3 que recibo, junto a Ave María y Meridiano Católico ¡Información Católica que Denuncia al Mundo y dice todo lo que oculta el satanismo mediático! Dada mi Pobreza me hacen la Gracia, el Honor de recibirlas Gratuitamente, la Revista Verbo Gracias a la Recomendación de mi Gran ¡aunque olvidado Amigo desde que se Jubiló! el Dr Eudaldo Forment y Giralt ¡Qué Gran Sabiduría, qué Talento, qué Belleza en las 3 Revistas! ¡Viva la Sabiduría! ¡Viva el Papa! ¡Viva la Iglesia! ¡Viva Dios!
08/08/22 2:56 PM

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