Lenin: un apunte chestertoniano y otro sobre el misterio de la Providencia

Lenin

La biografía de Lenin que ha escrito Stéphane Courtois es, sin duda, una obra importante, potente, de esas que dejan poso en el lector. Algunos la han calificado como la mejor biografía de Lenin, algo que me atrevo a matizar. Porque en realidad este libro es una biografía intelectual, con la atención puesta en la evolución ideológica del líder bolchevique. Aparecen, claro está, hechos exteriores, con especial atención a los que tendrán influencia en el modo de pensar de Lenin, pero el foco siempre está puesto en la mente de Lenin. Por eso, más que de la mejor biografía de Lenin creo que podríamos calificarla como la mejor biografía intelectual de Lenin.

Son muchos los aspectos que podrían comentarse a raíz de la lectura de este Lenin, pero voy a fijarme solamente en dos que me han llamado poderosamente la atención.

El primero tiene que ver con la Ojrana, la policía secreta zarista dedicada a infiltrarse en los medios revolucionarios. Con éxitos innegables y fracasos sonados. Pero no ha sido su eficacia o no lo que me ha llamado la atención, sino el grado de infiltración al que llegaron, tan grande que en algunos ambientes había tantos (o más) agentes infiltrados que auténticos revolucionarios. ¡El hombre que fue Jueves hecho realidad!

Con resultados trágicos en múltiples ocasiones, como cuando (y no sucede solamente una o dos veces) el agente infiltrado se ve obligado a asesinar a un ministro o gobernador zarista para no ser desenmascarado (¿ante quién? ¿ante un jefe revolucionario que quizás era también un agente infiltrado?). Se entra así en una dinámica enloquecida que demuestra el peligro de verse atrapado en tu propia red de mentiras, tejida con la mejor de las intenciones pero que acaba siendo letal.

El otro aspecto que quiero destacar es lo improbable del éxito de Lenin. Marginal, minoritario, despreciado, adicto a las constantes purgas que convierten su partido en poco más que una secta. Fracasado, sin apoyos, encarcelado, él mismo está convencido de que no va a conseguir sus objetivos. Una sola «virtud»: su perseverancia, alimentada por un profundo y regurgitado odio. Perdón, dos: a su perseverancia une una despiadada determinación. Pero ni siquiera estos rasgos bastan para explicar su éxito: ha sido perseverante, despiadado… y ha fracasado estrepitosamente. ¿Y entonces?

Entonces aparece ese golpe de suerte totalmente inesperado, que él mismo califica como una «divina sorpresa», y no sucede una vez, sino en varias ocasiones. Cuando todo está perdido sucede algo totalmente improbable y Lenin sale victorioso. Un misterio que al propio Lenin le dejaba atónito. ¿Cómo no pensar en la suerte de Hitler para sortear los numerosos intentos de acabar con su vida?. O también en las muy improbables «casualidades» que jalonaron el proceso de unificación de Italia (a posteriori todo parece formar parte de un flujo natural, pero no fue así. Vale la pena leer el extraordinario relato del proceso de unificación italiana, De la Italia de los tratados a la Italia de la revolución, escrito por Francesco Maurizio di Giovine, para comprender que, también allí, lo normal y previsible no hubiera sido el éxito de los Cavour y Garibaldi).

En definitiva, en la vivencia de Lenin, al igual que en esos otros sucesos, parece actuar una providencia que cuida de su improbable victoria. Sabemos que el curso de la historia está en las manos de Dios, de su divina providencia, pero ésta no actúa de modo simplista, directo, obvio. En ocasiones hay permisiones del mal, incluso parece que el mal es protegido y el bien castigado, algo de difícil encaje en nuestras simplificadoras ideas de providencia. Pero también en estos misteriosos sucesos es Dios quien rige la historia… aunque en ocasiones no seamos capaces de entenderlo o lo hagamos mucho tiempo después.

Por cierto, tras una vida miserable, Lenin alcanza su anhelado objetivo; se hace con el poder… pero para vivir en medio de una guerra civil terrible y de resultado incierto. Y poco pudo disfrutar del poder, pues ya en 1920 sus problemas mentales eran tan fuertes que afectaban su trabajo. Aún viviría cuatro años más, pero cada vez más aislado, con un poder solo nominal, crecientemente enfermo y, después del infarto cerebral de 1922, atado a una silla de ruedas e incapaz de escribir e incluso de hablar. Alcanzó lo que ambicionaba, sació su sed de venganza con un torrente de asesinatos y sangre, y a continuación quedó incapacitado, sin poder disfrutar de su triunfo casi ni un solo día. Algo digno de ser pensado.

 

7 comentarios

  
Lucía Victoria
Así es. Dios es el Señor de la Historia.

El mismo Satanás, ese desgraciado incapaz de ningún bien, se verá obligado a reconocer, tan desesperado como humillado, haber contribuido a la santificación de una multitud de santos, de mártires, de vírgenes y de bienaventurados que llenarán el Paraíso y darán gloria a Dios por toda la Eternidad.

¡Providencia maravillosa, misericordiosa; designio misterioso de la omnisciencia y omnipotencia divina! Confusión grande en ese día de llanto y de amargura, que será también día de justicia perfecta.

Dios sabe lo que hace y todo lo hace bien.
17/10/21 6:25 PM
  
JUAN NADIE
En exito de Lenin fue crucial el apoyo aleman, que en el momento adecuado le sacan de suiza y le cruzan europa hasta ponerlo en Rusia. Luego en la revolución menchevique, a rio revuelto, se la lleva el pescador con menos escrúpulos.
Ese cortoplacismo de las grandes potencias es una constate geopolítica.
Para debilitar a Rusia en la IGM los alemanes les echan a Lenin, el problema es que despues en la II GM los herederos de Lenin eran mucho mas peligrosos que la Rusia de los Zares.
Estados Unidos hizo lo mismo con los muyahidines.
18/10/21 11:02 AM
  
Gabriel Araceli
Carlos I y Felipe II combatieron al Protestantismo y defendieron siempre al Catolicismo, del que Felipe II fue el "brazo derecho" y apoyaron y otorgaron leyes para que se realizara la maravillosa gesta de la evangelización de América. Pues bien, a partir de ellos dos, sus sucesores fueron cada vez más incompetentes hasta llagar al "hechizado" que dejo a la dinastía de la Casa de Austria sin sucesión y sumiendo a España en una guerra, que la ganó Francia, imponiendo la Casa de Borbón y convirtiéndonos en un satélite de ese país, que junto con la protestante Inglaterra iban engrandeciéndose mientras nosotros caíamos en picado. Es otro caso que tal como dice JORGE SOLEY: "En ocasiones hay permisiones del mal, incluso parece que el mal es protegido y el bien castigado, algo de difícil encaje en nuestras simplificadoras ideas de providencia"
18/10/21 2:07 PM
  
Tikhon
También hay una "providencia" satanica.

El Demonio paga bien a quienes se le acercan y todavía mejor a quienes se le consagran.

Satanas hace que sucedan "coincidencias" o lo que podríamos llamar "milagros satanicos".

Y si Dios lo permite, sus razones tendrá. Algo tendremos que aprender de todos esos sucesos.

18/10/21 5:04 PM
  
Ramón montaud
Después del triunfo del Comunismo que se extendió después de la Segunda Guerra Mundial, quien iba a imaginar cuando ya no existía Dios, por el ateísmo de esa ideología, que cuando la Divina Providencia que se sirvió entre otros por San Juan Pablo II, cayese, parte de esa ideología, iba a ver un florecimiento del cristianismo en sus distintas variantes.
19/10/21 7:40 AM
  
Fred
Hay un concepto importante que hay que aclarar: Dios permite el mal, pero no provoca el mal, ni lo quiere.
Es la libertad humana que actúa y también, no lo olvidemos, el demonio que actúa constantemente incitando al mal.
19/10/21 10:56 AM
  
Néstor
Eso mismo se ve leyendo la historia de las guerras entre católicos y protestantes en Europa. La Reforma se salvó por los pelos varias veces. Lo máximo: la Armada Invencible. Dios permite el mal siempre en orden a un bien, así que el bien que cabe esperar en compensación del mundo moderno es sin duda grandioso.

Saludos cordiales.
20/10/21 4:14 PM

Dejar un comentario



No se aceptan los comentarios ajenos al tema, sin sentido, repetidos o que contengan publicidad o spam. Tampoco comentarios insultantes, blasfemos o que inciten a la violencia, discriminación o a cualesquiera otros actos contrarios a la legislación española, así como aquéllos que contengan ataques o insultos a los otros comentaristas, a los bloggers o al Director.

Los comentarios no reflejan la opinión de InfoCatólica, sino la de los comentaristas. InfoCatólica se reserva el derecho a eliminar los comentarios que considere que no se ajusten a estas normas.