El Sínodo de la Sinodalidad y la banalidad del mal
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El Sínodo de la Sinodalidad y la banalidad del mal

1. Impresión general ante el proceso sinodal y sus documentos.

Va siguiendo su camino la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos: por una Iglesia sinodal, comunión, participación y misión, llamado normalmente el Sínodo de la Sinodalidad.

Ya he señalado críticas en el seno de mi Conferencia Episcopal. Ahora comparto algunas apreciaciones. No haré un análisis detallado, porque me es absolutamente imposible con este tipo de procesos y documentos desordenados, con afirmaciones infundadas y de diferentes cualificaciones.

Entre tanto han aparecido ya varias intervenciones críticas. Últimamente la valiente exposición del Cardenal George Pell, escrita para dar la cara en vida, aunque el Señor decidió que ya había cumplido su misión. Comparto básicamente todo el artículo, respetando su estilo propio[1]. Señala la responsabilidad de los obispos. Dice que el Documento para la Etapa Continental (DEC) es uno de los documentos más incoherentes jamás enviados desde Roma. Presenta este Sínodo como «una pesadilla tóxica».

Dentro del desorden sinodal voy a intentar presentar con cierto orden algunas críticas y observaciones.

El ambiente no es fácil, leyendo que el dialogante Cardenal Hollerich «ha señalado a los críticos del proceso, llamándolos temerosos de una ‘Iglesia en movimiento’ y diciendo que «saben que no podrán detener el experimento sinodal»[2]. Atención ¡En esta etapa de la escucha abierta ya están amenazadas las disensiones!

2. La manipulación de afirmaciones generales. Algunos ejemplos.

Pongo rápidamente un ejemplo de manipulaciones a lo largo de lo presentado en el proceso.

a) en el logo y su explicación se dice: «No hay jerarquía entre estas personas que están todas en el mismo plano… el obispo y la monja no están delante de ellos, sino entre ellos». Es una afirmación y una imagen conductora demagógica y falsa. Hay jerarquía, el obispo tiene una misión propia. Por otra parte, no se nivela obispo y monja; la monja o la religiosa es un don de Cristo a la Iglesia Esposa, pero no es jerarquía.

b) el uso de los SS. Padres en el documento preparatorio, es al menos fuera de contexto[3]. La cita de S. Cipriano no se refiere a la sinodalidad, sino a la ofrenda a Dios de la unidad de la Iglesia (común a los Padres). El texto de San Agustín tampoco tiene el sentido que se le da.

Lo más grave y patente, que casi ha sido repetida como un dogma, es la frase atribuida a San Juan Crisóstomo «Iglesia y Sínodo son sinónimos»¸ entendiendo por Iglesia «la Iglesia» y por «Sínodo», la reunión eclesial para discutir un tema.

Es una traducción errónea, que se pretende recibir como definición. Aquí lo que dice Crisóstomo es «la Iglesia, pues, es nombre de asamblea y congregación»¸ esto es que el término «iglesia de los santos», en el salmo 149, es lo mismo que decir ‘congregación de los santos’, pero no una congregación para escucharse y decidir, sino para cantar las alabanzas de Dios: qahal = ecclesía =iglesia = asamblea litúrgica. O sea no habla ni de la Iglesia, ni de sínodo o sinodalidad, en el sentido en que lo hace todo este proceso y documento, sino del pueblo consagrado de Dios como asamblea litúrgica, dedicada a la alabanza divina.

c) en el DEC 26-28 es abusiva la exégesis, en la que luego se basa buena parte del documento, «ensancha el espacio de tu tienda» y el resto del texto de Is.54, 2. Lo interpreta como un deber (vean la cantidad de «debemos» que se detallan) para disponerse a recibir a los que están afuera. Una verdadera moralina pastoral, casi pelagiana.

En realidad el texto es una exhortación de consuelo para Israel de lo que Dios va a realizar en ella. Entonces se le invita a no temer, a confiar, a alegrarse. Ensancha el espacio de tu tienda es una figura para que de verdad confíe en Dios y espere lo increíble, la multitud de hijos, la herencia de las naciones que recibirá la estirpe de Israel.

3. El carácter autorreferencial del planteo que se hace de la sinodalidad: mirando el ombligo

Yo sé que de muchas frases se puede hacer una lectura benévola, más exacta, más crítica. Pues diré de entrada que la definición «por una Iglesia sinodal», que no me parece incorrecta ciertamente, me resulta inflada. Querer hacer de sinodal una nota de la Iglesia casi como santa, católica y apostólica es imposible. Pero aún ponerlo como una novedad, junto con misionera, participativa, en comunión, es un desgaste que estamos haciendo hace décadas.

Vean la inflación de Sínodo y sus derivados, en comparación con otros términos y realidades de la fe. Tomo agradecido la contabilidad que ha hecho Daniel Iglesias:

«en las 58 páginas del DEC no aparece ni una sola vez ninguna de las siguientes 50 palabras importantes del lenguaje cristiano tradicional: cielo, celestial, paraíso, infierno, infernal, purgatorio, purificación, alma, santos, santidad, ángel, demonio, diablo, Cruz, resurrección, revelación, credo, dogma, Creador, Redentor, Santificador, Trinidad, trinitario, divinidad, adoración, Virgen, caída, Salvador, redención, Parusía, juicio, gloria, virtud, confirmación, penitencia, ascesis, creer, ética, ley, castidad, obediencia, mandamiento, precepto, cisma, herejía, apostasía, arrepentimiento, vigilancia, perseverancia, combate.

¡María es mencionada una sola vez, y en una cita! La palabra moral aparece una sola vez, y como parte de la expresión «autoridad moral«. La palabra pecado aparece dos veces: en una cita y en una referencia a las «estructuras de pecado». La palabra matrimonio aparece dos veces, en ambos casos en referencia al «matrimonio polígamo».

En cambio, la palabra sinodalidad aparece 51 veces en el DEC y la palabra sinodal otras 100 veces. De modo que estas dos palabras, que podemos considerar «nuevas» en el contexto del lenguaje católico, figuran 151 veces en el DEC (en promedio, casi tres veces por página). Este dato evidencia el carácter marcadamente «auto-referencial» del Sínodo de la Sinodalidad»[4].

Hay que partir de que la palabra SÍNODO, si bien procede etimológicamente de «con» y «camino», está lejos de significar caminar juntos. Simplemente significa reunión, como con-gregación (cum + gradior), con-greso, con-vento). Cualquier diccionario griego define ‘sunodos’, como reunión, asamblea, consejo.

Sin embargo, a esta altura esa super palabra «sínodo» y sus derivados, sínodo y sinodalidad nadie sabe bien qué significa. Tampoco aclara mucho el Documento preparatorio, cuando dice en un lenguaje inconsistente: «La capacidad de imaginar un futuro diverso para la Iglesia y para las instituciones a la altura de la misión recibida depende en gran parte de la decisión de comenzar a poner en práctica procesos de escucha, de diálogo y de discernimiento comunitario, en los que todos y cada uno puedan participar y contribuir… Para ‘caminar juntos’ es necesario que nos dejemos educar por el Espíritu en una mentalidad verdaderamente sinodal» (N.9).

Se podrían repetir los ejemplos. Es tan amplio lo que se mete dentro de estos términos, es tan difuso, que no dice nada, dice todo y sirve para la confusión.

El uso que se ha querido imponer en la Iglesia lleva a no hablar sino de lo que se quiere de la Iglesia, en la Iglesia, en forma totalmente autorreferencial. La Iglesia o los católicos que se miran a sí mismos, el modo de reunirse, de estar juntos, de qué quiere cada uno y cada grupo, la Iglesia que nosotros soñamos. El fin es «Iglesia, ¿qué dices de ti misma?»

4. Algunas grandes ausencias en el DEC

Pero precisamente la Iglesia no es la expresión de lo que nosotros deseamos, soñamos o decimos. Por eso, llaman la atención grandes carencias de lo que se nos ofrece.

a) Preguntémonos sobre la fidelidad a la Iglesia que Dios ha fundado y que existe para realizar el designio de su voluntad.

En primer lugar, para seguir el hilo que se plantea -- preguntarse sobre la Iglesia --, veo la ausencia de fundamento: ¿Qué dice Dios de la Iglesia?

El Concilio Vaticano II parte del misterio de la Iglesia: desde el misterio mismo de Dios, la Santísima Trinidad y su designio, según la elección del Padre[5] y el envío del Verbo encarnado y la efusión del Espíritu Santo[6].

Aquí, en cambio, se nota la ausencia de fundamento: ¿Cuál es la voluntad de Cristo? ¿Cómo nos convertimos a ser más fieles a la Iglesia como la instituyó el Señor?

Dentro de ello aparece obscurecida la misión de los obispos, no simplemente como líderes, o como iguales en el bautismo, sino como heraldos y custodios de la tradición apostólica, en obediencia el mandato de Mt.28,20, para llevar a las naciones a la obediencia de la fe. (Rom 1,5). Tan confuso es este punto que los Cardenales Hollerich y Grech han salido ahora a subrayar la misión de los obispos en el Sínodo.

b) el desconocimiento de la fe católica por parte de los fieles.

En el documento no se le da la debida importancia a la falta de fe, al desconocimiento de la fe católica, la distancia entre la fe católica y lo que los fieles muchas veces creen, la distancia entre la moral católica y lo que aceptan muchos fieles e incluso muchos pastores, que niegan la Tradición de la Iglesia en materia de fe y moral.

La fe cristiana católica implica reconocer la verdad de la revelación acabada, perfecta, de Dios en Jesucristo, Verbo encarnado, luz que viniendo a este mundo ilumina todo hombre.

La Iglesia vive de esa totalidad católica de la fe, la cuida y enseña. Cree al mismo tiempo que es salvífica, es decir que es luz, sentido, salvación, gloria para el hombre. No simplemente un supuesto, que luego se puede abandonar, según el tiempo y el momento: ese ha sido el camino de todas las herejías.

Ello no quita el diálogo y el esfuerzo tanto de entender al otro, como de hacerse entender, en un mundo complejo y plural.

El centro de la fe es la gracia de Cristo, que incluye el arrepentimiento, la conversión de corazón y vida, el cumplimiento de los mandamientos.

Es raro que no aparezca la mundanización de la mente de los cristianos, que en muchos casos ya no reconocen la verdad revelada y la liberación de la moral de Cristo o la falta de enseñanza por parte de los pastores.

c) La ausencia del problema en la Liturgia católica.

A pesar de algunas afirmaciones generales de principio, salta a la vista la ignorancia de los consultados de la profunda crisis de la Liturgia de la Iglesia en Occidente. Ya sé que eso forma parte de las crisis: que los errores no aparezcan como tales, sino que se imponga como normal algo erróneo.

Ni una palabra sobre la infinidad de abusos, inventos, creatividades, que alteran la genuina liturgia católica. Ni una palabra sobre la carencia de orientación real, efectiva y ejemplar de muchos de los obispos en la conducción de la liturgia.

El Papa Francisco plantea en Desiderium desideravi la gran cuestión que ya planteaba Guardini sobre la capacidad del hombre actual [pregunta de hace 60 años] para el acto de culto. ¿Nuestras celebraciones litúrgicas corresponden al ser de la Liturgia Católica, al acto de culto público en que la Iglesia es asociada por Cristo a su acción sacerdotal?

No sé si se me escapa. Pero no encuentro nada que indique que el fin de la Iglesia y del hombre en ella es el culto a Dios. No se trata de un problema de adaptación a las culturas, sino de conversión al culto del Dios vivo, porque Cristo nos ha introducido en el culto perfecto.

5. Un llamado a la reforma, a la conversión; católicos, ¿cómo convertirnos al Dios vivo?

En mi opinión el Sínodo debe estar al servicio de la reforma y conversión. Hoy, como en cada etapa, la Iglesia y sus miembros estamos necesitados de reforma en la Iglesia. Pero no se trata de una reforma administrativa -- que tendrá su lugar --, ni un reparto de puestos, cuando de verdad lo evangélico es ser el último, ni de mera ubicación en una nueva situación cultural, que es siempre un trabajo complejo a hacer.

Una verdadera reforma de la Iglesia tiene siempre estos puntos esenciales: 1) Renovación en la fidelidad a la fe apostólica, recibida en la Tradición. 2) Reforma de las costumbres, de la moral, en fidelidad al mandato de Cristo. 3) Una reforma de la disciplina eclesiástica. 4) Una conversión a la Liturgia, en fidelidad a Cristo, centrando toda la vida de la Iglesia en la glorificación de Dios y la salvación y divinización de los hombres.

6. La autenticidad cristiana o la banalidad del mal.

H. Urs von Balthasar, escribió: «seriedad con las cosas, Córdula o el caso auténtico». El caso tipo del cristiano es el mártir.

No es novedad, lo adelantó el Señor en palabras y hechos: la situación y la forma del discípulo y la de la Iglesia, cuerpo y esposa, es la cruz, el escándalo de la cruz, la muerte, con entrega hasta el final. El mundo nos rechazará y condenará. Hasta creerán dar gloria a Dios condenándonos. Por cierto, que nos condenen por fieles a Cristo, no por nuestros pecados o por claudicar del Evangelio.

También hoy hay mártires por el Evangelio, de distintas formas, pero no parece el ambiente, el fin de lo que se destile en este sínodo de la sinodalidad. Mirando a toda la Iglesia Católica entreteniéndose con reuniones y reuniones de opiniones y opiniones, poniendo el acento en el poder y lugar de cada uno, buscando desesperadamente adaptarse al mundo, no llamando a la fidelidad, a la muerte y a la cruz: todo me parece muy liviano.

Me vienen a la mente los llamados a la conversión y a la fidelidad que el Espíritu hace a las Iglesias en el Apocalipsis.

Con tanta opinología, con tanto juego en común dirigido, con tanta liviandad en las cosas de Dios, como si fueran nuestras, quizás suene fuerte, pero espontáneamente me vino a la mente la frase lapidaria de Hannah Arendt «la terrible banalidad del mal».

 

Notas


[2] En una entrevista al Quotidianonazionale. No la pude leer toda, porque es de pago. Tomo la traducción del https://www.ncregister.com/blog/cardinal-hollerich-critics-of-synod-cant-stop-it. Se puede encontrar retomado en castellano.

[3] Más detalles y análisis del uso de los Padres en el Documento preparatorio en el texto pro manuscripto del artículo que se publicara en los próximos meses: Pbro. Lic. Ignacio Muñoz, El uso de los textos patrísticos en los documentos del sínodo, que será publicado en Soleriana, año XLIX, Nº45, 2023/1.

[5] 2 veces aparece Dios Padre en el DEC, nunca en referencia a su designio y elección. Nunca se habla de la Iglesia santa, ni de la vocación a la santidad.

[6]  Para mayor prueba en el DEC no aparece ni Iglesia Cuerpo de Cristo, ni templo del Espíritu.

21 comentarios

Ana Palacios
Es terrible lo que estamos viviendo, gracias Monseñor. Muchos “pastores” están entregando a la verdadera y fiel esposa de Cristo a las fauces de los lobos. No solo abren de par en par las puertas para que entren los predadores, también para que huyan despavoridas ante tamaño escándalo quienes verdaderamente aman al único Dios verdadero. Es tristísimo. Si no fuera por la esperanza y confianza ciega que tenemos en Nuestro Buen Señor, ya no quedaría nadie en pie. Dios y la Virgen Inmaculada nos anoten. Gracias por ser fiel a Cristo y a Su Iglesia.
13/02/23 3:16 AM
Birlibirloque
Muy valiente reflexión. Finalmente la imposición de la renuncia por edad de los obispos (un abuso del poder central de la Iglesia) está sirviendo para que un pequeño ejército de eméritos "libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos" pueda alzar su voz en defensa de la buena doctrina.
13/02/23 4:45 AM
maru
Este Sínodo es una "desfeita", como decimos en Galicia, es decir: hacer algo mal, deshacer lo que estaba bien. Pero con la dictadura existente en la Jerarquía, muchos callan aunque no estén de acuerdo.
13/02/23 4:25 PM
Anónimo
Muchas gracias por el artículo, que pone el dedo en la llaga y que, Dios lo quiera, podrá ayudar a sacar bien del mal. Especialmente agradezco que señale la manipulación de textos patrísticos, que no deben ser empleados para engañar la buena fe del creyente.
13/02/23 4:38 PM
claudio
Respetado Alberto.
Lo tuyo es un acto de "coraje eclesiástico", situación que se está generalizando posiblemente más en los laicos que en los ordenados, en mérito a que los laicos somos "desordenados".
El sínodo para saber qué es la sinodialidad está demostrando ser el camino que han elegido unos pocos para la Iglesia en salida.
Salirse de la Iglesia bajo tres banderas comunión, participación, misión. Intercomunión, participación horizontal democrática de género y misión "cumplida".
Dicen los paisanos y aplica al sínodo "siempre habrá un roto para un descosido".
Que pases bien....
13/02/23 8:44 PM
Ignacio Císcar
Todo esto será una m.
Pero pregunto a todos: ¿Participasteis en el dichoso sínodo diciendo lo que habla que decir?., ¿por escrito?..
Que de omisiones está el infierno lleno.
13/02/23 8:54 PM
Nestor
Muchas gracias, Monseñor, ojalá muchos más Obispos saliesen a decir estas cosas.

Cierto, la banalidad del mal, o el mal de ocupar a la gente en cuestiones banales mientras las olas que rodean la barca alcanzan alturas realmente notables.

Felicitaciones por la parte que le toca en la beatificación de Mons. Vera, una buena, y muy buena, en medio de tantas de las otras.

Saludos cordiales.
13/02/23 9:20 PM
gustavo perez
Muy pertinente el artículo de Monseñor Sanguinetti. Detallo el estudio que hace del documento sinodal y su análisis crítico que no se queda en generalidades sino que desciende a las particularidades que afectan la doctrina y desde allí a la moral. Solamente una opinión que me viene rondando desde hace días. Es el caso de que solo los obispos eméritos -ya sin temores ni aprensiones, como bien apunta birlibirloque "libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos" puedan alzar su voz en defensa de la buena doctrina. Solamente he podido constatar a un obispo americano, todavía en funciones. el que se ha atrevido a denunciar valientemente la situación de crisis de la Iglesia de resultas de este pontificado de ambigüedades y confusiones que para lo único que no le tiembla la mano es para defenestrar a los que siguen fieles ante el cañón. Los demás aplauden o guardan silencio, son "perros mudos..."
13/02/23 11:55 PM
Francisco Tostón de la Calle
Pues comenzando por el final del aporte del articulista, "la banalidad del mal", yo diría que de entrada encierra un juicio y una condena. Juicio y condena injustos, en mi opinión. Parece que lo que señala como "opinología" no afectara también a su escrito que por muy de obispo que sea, no deja de ser otra opinión. Solo pondré un ejemplo de un punto importante con el que no estoy de acuerdo. Se refiere a la liturgia, cuyo fin principal no es la glorificación de Dios (que no necesita para nada nuestro culto), sino la actualización de la obra evangelizadora y salvadora de Jesús por medio de los signos sacramentales...
Sería bueno que este señor obispo adoptara otra actitud mucho más abierta y comprensiva y no tan tergiversada de antemano por una visión también muy parcializada e incompleta del proceso sinodal.
14/02/23 6:09 PM
Salva
Siento discrepar del artículo, y también de la generalidad de los comentarios. Y digo lo siento, porque me produce pena. El sínodo es un CAMINO, y la Iglesia es peregrina, y recibió un mandato: ID Y PREDICAD el evangelio. El Señor hizo lo mismo, salía SIEMPRE al encuentro. Eso intenta hacer la Iglesia, cumplir su misión. Y sí, debe ensanchar la tienda, debe escuchar (el "sensus fidei", la asistencia del Espíritu Santo a los bautizados que son sacerdotes, profetas y reyes, y la necesidad de participación de todo el PUEBLO DE DIOS en la misión son innegables), debe dialogar y debe discernir. Por favor, que esto es un proceso, que los documentos son testimonio de encuentros, de escuchas y de diálogo. Que contar las palabras que aparecen y hacer ese examen tiene algo de infantil y inquisidor que no me gusta. Esperen a disparar al final del proceso. En el proceso sinodal se dice varias veces que nos trata de elaborar documentos, sino de hacer camino, de salir al encuentro del hombre. ¿En serio, eso no lo quiere el Señor? ¿Cómo es posible esta afirmación "buscando desesperadamente adaptarse al mundo"? No lo entiendo. No es eso lo que se hace. Las realidades esenciales de nuestra fe son intocables. Pero hemos de encarnarlas en la sociedad actual, hemos de anunciar la Buena Nueva al hombre de hoy. No vale el quedarse en casa a ver si los que se mueven meten la pata. Perdón por el párrafo, pero parece que no se ha entendido nada de qué va esto.
14/02/23 7:20 PM
Fernan
Para muestra de esa desesperada carrera para adaptarse al mundo basta echar un vistazo al camino sinodal alemán y no solamente a éste sino al de algunos otros casos en Europa, posiblemente con un menor grado de inflexibilidad y encono hacia quienes no siguen la corriente mayoritaria. No parece hoy que las realidades esenciales de nuestra fe sean intocables, ya no lo son para algunos pastores, y la confusión produce una enorme desorientación en el pueblo de Dios. Llama la atención que el gobierno de la Iglesia no advierta las heridas que está dejando, por ejemplo, ignorar las enseñanzas del Catecismo de la Iglesia sancionado por San Juan Pablo II a la luz del Concilio Vaticano II. En los cenáculos sinodales se habla y se escribe para unos pocos iniciados, el sensus fidei está ausente y el Espíritu Santo también. Los hechos demuestran la ofuscación de quienes parecen seguir el camino del olvido de Cristo y de la cruz, que como enseña Guaardini lleva a la nada.
14/02/23 10:46 PM
Francisco Tostón de la Calle
Estoy muy de acuerdo con el comentario de SALVA, quien expresa mucho mejor que yo la opinión sobre ese gran esfuerzo que está haciendo toda la Iglesia por encontrar el camino más adecuado hoy en día para seguir predicando y viviendo, personal y comunitariamente, el Evangelio.
15/02/23 2:23 AM
Salva
Fernan

El camino tiene dificultades, nadie lo va a negar. ¿Acaso no es algo esencial en nuestro caminar? El problema alemán u otros que puedan existir nos encaminan a la humildad, a la conversión constante, a la caridad y a la escucha siempre del Espíritu. No pueden generalizarse, no pueden desautorizar al conjunto, como tampoco lo pueden hacer casos particulares. No me parece que pueda aceptarse que en los "cenáculos sinodales se habla y se escribe para unos pocos iniciados". No es mi experiencia tampoco. ¿En qué quedamos? Creo que hay frases que explicitan desde dónde se argumenta: "el Espíritu Santo también" está ausente. Vaya, pues nada más que hablar.
15/02/23 10:38 AM
SS
He mirado la página del vaticano, y se confirma, todos los temores, en fin , hay que perdonarles, porque no saben lo que hacen.
Un saludo de paz.
15/02/23 3:20 PM
Nestor
"Se refiere a la liturgia, cuyo fin principal no es la glorificación de Dios (que no necesita para nada nuestro culto),"

"Realmente, en esta obra tan grande por la que Dios es perfectamente glorificado y los hombres santificados, Cristo asocia siempre consigo a su amadísima Esposa la Iglesia, que invoca a su Señor y por El tributa culto al Padre Eterno." (Sacrosanctum Concilium, n. 7)

"8. En la Liturgia terrena preguntamos y tomamos parte en aquella Liturgia celestial, que se celebra en la santa ciudad de Jerusalén, hacia la cual nos dirigimos como peregrinos, y donde Cristo está sentado a la diestra de Dios como ministro del santuario y del tabernáculo verdadero, cantamos al Señor el himno de gloria con todo el ejército celestial; venerando la memoria de los santos esperamos tener parte con ellos y gozar de su compañía; aguardamos al Salvador, Nuestro Señor Jesucristo, hasta que se manifieste El, nuestra vida, y nosotros nos manifestamos también gloriosos con El." (Sacrosanctum Concilium n. 8)

"Por tanto, de la Liturgia, sobre todo de la Eucaristía, mana hacia nosotros la gracia como de su fuente y se obtiene con la máxima eficacia aquella santificación de los hombres en Cristo y aquella glorificación de Dios, a la cual las demás obras de la Iglesia tienden como a su fin." (Sacrosanctum Concilium n. 10)

Catecismo de la Iglesia Católica:

"1083 Se comprende, por tanto, que en cuanto respuesta de fe y de amor a las "bendici
15/02/23 4:30 PM
Anacoreta
Totalmente de acuerdo, más clara la exposición del sínodo de la sinodalidad, imposible. Realmente es muy triste que se banalice las enseñanzas y vida de Jesucristo, el Señor, para justificar el pecado y el mal. Gracias.
15/02/23 8:32 PM
Nestor
Es cierto que Dios no necesita para nada nuestro culto. Es más, ni siquiera necesita para nada nuestras buenas obras, nuestra evangelización, ni a nosotros mismos. No hay nada que nosotros podamos hacer que no pueda hacerlo Él mil veces mejor que nosotros.

Dios no necesita al mundo, es Dios, Plenitud Infinita del Ser, del Bien y de la Perfección, con nosotros y sin nosotros, con mundo y sin mundo, igualmente.

Es por pura, libérrima y gratuita generosidad, por tanto, que ha querido crearnos, y que ha querido que lo glorifiquemos.

Porque obviamente, qué otra finalidad podría tener la creación de Dios sino la gloria de Dios. Qué otra cosa podría justificar la existencia de esta nada que somos comparados con Dios sino que mediante ella Dios sea glorificado.

No es que lo necesite Dios, es que lo necesita la creación para tener la única razón posible que de algún modo justifique su propia existencia, perdida entre las miserias de la finitud.

Y si esto es así con la creación en general, si Dios es glorificado con cada evento cósmico que Él quiere o permite, si incluso el mal, incluso los regüeldos conceptuales de los progresistas que Él permite en un misteriosísimo y arcano designio de su Providencia, sin duda todo ello es en orden a un bien muy grande frente al cual desfallece nuestra débil inteligencia, si esto es así, digo, ¡cómo no a va a ser para la gloria de Dios el acto máximo que el ser humano puede realizar en este mundo que es la celebración de la Eucar
16/02/23 12:19 AM
Nestor
De la Eucaristía, digo.

Saludos cordiales.
16/02/23 4:49 AM
Néstor
Es decir, la evangelización misma es para gloria de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. Es, sí, para la salvación de las almas, pero es que la salvación de las almas, en definitiva, es para gloria de Dios. Y ése es el "descentramiento" fundamental que impone un auténtico teocentrismo, que nos hace estar "en salida" respecto de nuestros importantísimos egos, y que le evita a la Iglesia padecer del ombliguismo eclesiocéntrico, y peor aún, prácticocéntrico, que es como la atmósfera que se respira hoy día en tiempos de sinodalidad autocontemplativa.

Saludos cordiales.
16/02/23 8:45 PM
Álvaro Fernandez
Excelente artículo. Con el coraje y la fidelidad a nuestro Señor Jesucristo que lo caracteriza, una vez más, sale Mons. Sanguinetti a cortar el paso a ciertos errores que con o sin intención, se van metiendo y metiendo hasta desplazar la verdad católica. Discrepo con Salva: esto será un camino, pero es un camino sin Dios, sin la Virgen, sin los Sacramentos, sin la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía, sin la Liturgia, sin moral y sin fe. Es un camino hacia ningun lado. Lo que la Iglesia debe hacer para llegar al hombre de hoy, es ser católica, es ser fiel a si misma, es procurar vivir y predicar la santidad. Es enfocarse en los Sacramentos. Para platos de comida, entretenimientos, etc., ya están las ONGs. Ya están las empresas privadas, etc. Lo que la Iglesia debe hacer es dar algo que nadie más puede dar: a nuestro Señor Jesucristo vivo en la Eucaristía, y a través de él, la gracia y la vida eterna. Ya lo decía el Cardenal Biffi -creo-: "Cuando la Iglesia Católica hizo la opción preferencial por los pobres, los pobres prefirieron a los pentecostales". La protestantización de la Iglesia –enfatizada en este Sínodo-, nos llevará por mal camino. En Alemania los católicos perdemos 200.000 fieles cada año. Pero los protestantes pierden 300.000. ¿Qué es lo que crece? Los movimientos tradicionalistas. Ud. vea… ¿Por qué? Porque transmiten el mensaje original de Jesucristo. El de siempre. El verdadero. El católico.
16/02/23 11:20 PM
Ernesto Currea
Es triste Monseñor constatar que éste sínodo se está haciendo de espaldas (aunque se supone que plasma el pensamiento del "pueblo de Dios" a ese puedlo. Ademá que se está utilizando para imponer una serie de erejías que serviran como base para la falsa iglesia que están montando. En referencia al papa Francisco, él llorará sangre, más adelante, cuando tome conciencia del resultado de sus abigüedades y descuidos. Oremos por él, porque si no lo hacemos tendremos parte en si castigo!!! Dios nos libre!!!
27/02/23 3:25 AM

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