El Histrionismo personal y eclesial

El Histrionismo personal y eclesial

No es necesario buscar ejemplos de la presencia de este trastorno en la nueva pseudopastoral de algunos religiosos jóvenes que airean sus payasadas en TikTok, porque esta realidad está bastante más extendida a distintos niveles de la vida eclesial y clerical.

Hace tiempo escribí un artículo sobre la rigidez eclesial y personal, que recogía los rasgos más distintivos del trastorno obsesivo compulsivo de la personalidad. Se analizaba, a partir de ahí, las actitudes y comportamientos patológicos que pueden estar afectando a la vida de la Iglesia y, en particular, a algunos de sus miembros. Interpretábamos, en este contexto, las palabras del Papa Francisco sobre la rigidez, y hacíamos una reflexión clínica y espiritual sobre este asunto.

Desde entonces, en base a hechos y acontecimientos que, si bien siempre se han dado en los ambientes eclesiásticos, últimamente parece que se observan de forma más explícita e impúdica en el clero y en la vida religiosa, he visto la conveniencia de abordar, igualmente, otro problema psicológico que está catalogado como trastorno por la Asociación de Psiquiatría Americana, reconocida internacionalmente en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5). Me refiero al Trastorno Histriónico de la personalidad. Lo primero que hay que decir es que está clasificado dentro de los trastornos de personalidad del grupo B, que tienen en común el ser inmaduros, emocionalmente inestables y volátiles. En concreto, los que padecen este trastorno, que afecta al 1,84 % de la población general, son personas muy extrovertidas, insaciablemente necesitadas de afecto y atención, por lo que se muestran muy cálidas, cercanas y podremos decir hasta seductoras, estableciendo con facilidad relaciones poco elaboradas. Tienden a llamar la atención sobre sí mismas e inicialmente suelen maravillar por su entusiasmo y su aparente apertura.

La expresión exagerada de sus emociones les puede llevar a abrazar a conocidos casuales, con ardor excesivo. Pero no nos engañemos, su emotividad es superficial y cambiante, pudiendo pasar fácilmente de la intimidad más insensata al distanciamiento más glacial, ya que son extremadamente hipersensibles, viven los acontecimientos con subjetividad total, mostrándose muy suspicaces y molestos con los comentarios críticos, ya que no tienen capacidad para modular y su tolerancia a la frustración es nula. De ahí que suelan actuar de manera precipitada, tomando decisiones de carácter más emocional que racional, deformando la realidad y faltando a la verdad si ningún tipo de reparo.

En este sentido, su especialidad es la victimización, recurriendo a ella, de forma instrumental y manipulativa, para ganarse el afecto y la aprobación de los demás. Así pues, uno de los rasgos más característicos de estos sujetos es que se sienten incómodos en situaciones en las que no son el centro de atención. Muestran autodramatización, teatralidad y están siempre como en un escenario donde su propia vida es una representación, en la que la mayoría de las veces sobreactúan. Como personas superficiales viven de la apariencia, subiéndose al carro de lo que en ese momento esté de moda en la sociedad o en la Iglesia.

No es de extrañar que, en más de una ocasión, lleguen a debutar como actores, incluso siendo los guionistas de su propia obra. Algo plenamente ilustrativo del exhibicionismo que les caracteriza. Detrás de todo esto suele haber experiencias tempranas marcadas bien por la sobreprotección o por la carencia de afecto que genera ambigüedad en las relaciones con sus progenitores. No es necesario buscar ejemplos de la presencia de este trastorno en la nueva pseudopastoral de algunos religiosos jóvenes que airean sus payasadas en TikTok, porque esta realidad está bastante más extendida a distintos niveles de la vida eclesial y clerical. El problema más grave no es que el pueblo fiel tenga que padecer los delirios exhibicionistas de su pastor de turno, sino que este histrionismo acabe alcanzando a la liturgia, como exponente fundamental en la vida de la Iglesia.

De ser así, nos podemos encontrar con celebraciones de la Eucaristía que en vez de ser memorial (zikaron) de la Pasión del Señor, se conviertan en un espectáculo donde el presidente hace gala de su lucimiento personal mediante artificalismos escénicos y teatrales. La Santa Misa deriva así, con la excusa de hacerla «menos aburrida» y atraer a los alejados, en un Magazine de entretenimiento donde no faltan, por supuesto, los aplausos. Entendemos que un espectáculo de este tipo no dejaría de ser grotesco, si tenemos en cuenta el contenido teológico y sacramental que busca la correcta expresión litúrgica. Si algo necesitan los hombres y mujeres de nuestro tiempo es que la Iglesia sepa acercarles al Misterio y sea fiel transmisora del mensaje de la Salvación en Jesucristo: único Camino, Verdad y Vida.

 

5 comentarios

Juan Mariner
No confundamos histrionismo con heterodoxia, y los hay muy "correctos" con una carga heterodoxa que da miedo.
24/01/22 1:52 PM
Antonio Jesús
Acertadisimo y lamentablemente absolutamente real. Un personalismo egocentrico que parece haber olvidado al mismo Cristo, por parte de muchos clérigos. Que particularmente coincide con los que dicen no ser clericales y hablar de una apertura que luego no profesan y que no ve más allá de ellos mismos
24/01/22 3:21 PM
Martinna
Ayer mismo daban una noticia en TV de un sacerdote en misa, con un atavío de lunares y bailando sevillanas con el contento de sus feligreses, que son tan flamencos como el, pero que no tienen criterio cristiano, ni idea de liturgia ni…
24/01/22 4:03 PM
gustavo perez
Creo muy poco en esas fantásticas narraciones de conversiones de última hora de personajes llámense GRAMSCI o VOLTAIRE...por intercesión de santa Teresira de Lisieux a lo Pranzini o al ex-carmelita Padre Jacinto. De lo que sí estoy convencido, creo y no tengo ninguna duda de asegurar es que las misericordia de Dios no puede medirse con nuestros raseros y con nuestra limitada percepción y juicio. No hay que dudar de ello como no lo dudamos de lo acontecido con el buen ladrón, crucificado al lado de Jesús, ni desesperar de que alguien alcance semejante merced. El poder de Dios gusta de manifestarse con el perdón y la misericordia y esto puede acontecer -es lo ordinario- a lo largo de toda la vida o a su final- pero ello es un misterio de Dios y un secreto para quien lo alcanza...
24/01/22 5:06 PM
Ginés Jesus Parra
El Síndrome Conservador de la personalidad y el del clérigo.
Ginés J. Parra.
Cristiano. 21/01/22
Dentro de nuestro Diócesis de Almería, aún quedan algún clérigo que prefiere la rigidez eclesial y también aparentemente, personal. Cuando a estos estrictos y trasnochados, se le tuerce ese triste camino, sus actuaciones las enfocan contra alguien o contra esas nuevas formas que rompen con lo viejo, estático e inamovible para ellos y lo convierten en una especie de persecución contra aquellos que consideran han podido mover su zona de confort o de vida muy confortable.
“El trastorno obsesivo compulsivo (TOC) se caracteriza por un patrón de pensamientos y miedos no deseados (obsesiones) que provocan comportamientos repetitivos (compulsiones). Estas obsesiones y compulsiones interfieren en las actividades diarias y causan un gran sufrimiento emocional”. Es decir cuando uno se situaba en esa zona tan cómoda, le llegan miedos y pensamientos a veces no deseados y en otros caso bien planificados, que provocan comportamientos repetitivos contra aquellas personas que le han movido, despojado de ese lugar donde se sentía confortable, seguro e inamovible, incluso bendecido o ungido. Esa obsesión le impide centrarse en su tarea pastoral diaria, como guiar y acompañar una parroquia y a sus fieles y se dedican a mentir, manipular, ensuciar de forma compulsiva, contra aquel o aquellos, que él piensa que le han perjudicado el supuesto daño y hacen mal no solo emocional, sino haci
31/01/22 10:05 PM

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