Ave Fénix

Ave Fénix

Puede parecer muy raro lo contento que me pongo con las cenizas, pero habría que preguntarle al Ave Fénix como salía él de las suyas, nuevo, del paquete, a estrenar.

Empiezo de cero lo menos cuatro veces al año. Es mi especialidad: lo que mejor hago. Por mi cumpleaños, en Año Nuevo y a principios de curso, en septiembre, seguro, pero nunca tan de cero como cada Miércoles de Ceniza. De alguna manera, si me permiten este último gesto de vanidad en lo que queda de tiempo ordinario (estoy escribiendo en martes de carnaval, disculpadme), podría decir que yo, como el Ave Fénix, renazco ritualmente de mis cenizas. Las de hoy en particular.

Claro que me gusta aún más la imagen del pelícano, que es un icono de la Eucaristía, pues según la leyenda tan representada en el arte sacro, el pío pelícano se hacía sangre en el pecho para alimentar con ella a sus polluelos. Hace tres decenios, el poeta Abel Feu me explicó que podía servir de analogía del poeta, que se saca del pecho la tinta con la que escribir sus poemas más íntimos. Otra ave sacramental es el cisne, de la que me acuerdo cuando voy a confesar, a cantarlo todo, como el canto del cisne del hombre viejo. Y el trino del jilguero cada mañana suena a fresco ofrecimiento de obras.

Pero hoy, cabeza a pájaros, tengo que centrarme: no toca sangre ni canto ni cisne sino cenizas. No me costará, porque a estas alturas del año litúrgico llego ya completamente quemado. En principio, para eso se hace el carnaval, para que la gente alcance la cuaresma con auténticas ganas de sacrificarse un poco, por caridad, hastiados de disfraces y excesos. Para mí carnaval es el año entero, me temo, y no en el sentido más gracioso del término. Llego hecho polvo, trizas, humo, cenizas: preparadísimo para hacerme un Fénix de manual.

Puede parecer muy raro lo contento que me pongo con las cenizas, pero habría que preguntarle al Ave Fénix como salía él de las suyas, nuevo, del paquete, a estrenar. Es verdad que la razón última de la alegría está a cuarenta días vista, con la resurrección de Cristo. Pero también es cierto lo que clavó Luis Rosales en una canción exacta: «¿En qué consiste la plenitud? / Si llega tarde a la cita, / la espera forma parte / de la alegría». Y ni siquiera hace falta que llegue tarde a la cita. Basta con que nos adelantemos nosotros para saborear de lejos a la alegría, viéndola venir.

En su carta para la cuaresma, el Papa Francisco ha aconsejado: «No dejemos transcurrir en vano este tiempo favorable». «Favorable»: ésa es la actitud talmente del Ave Fénix. Felicísimo día de la ceniza.

Enrique García-Máiquez

Publicado originalmente en Diario de Cádiz y medios del Grupo Joly

4 comentarios

Ivelisse
Me encantó su comparación con el ave fénix y todo su artículo. Transmite una alegría contagiosa en su sabiduría y conocimiento. Que Dios lo siga bendiciendo y nos bendiga a todos para vivir una cuaresma alegre y en comunión con Nuestro Señor Jesús el Cristo
7/03/19 8:29 PM
Manolo Sánchez
Amigo Enrique, empezar de cero cada fin de curso o cada vez que pasa algo es señal de o bien quererse llevar bien con todo el mundo (con lo cual los tuyos te ignorarán, al llevarte bien con el enemigo también, véase D. Juan de Borbón) o de querer quedar bien con el que llega, sea quien sea. Por desgracia, son tiempos de lucha para la Fe Católica, única verdadera. Y si la traicionan -para lo cual hasta con descafeinarla a base de misas sin casulla ni lavamanos- quienes tienen la obligación de defenderla, trago amargo para quienes amamos la Eucaristía verdadera.
9/03/19 2:38 AM
SGM
El ave Fénix es parte de la mitología griega. Respetuosamente me parece inapropiado revolver lo profano con lo sagrado.

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Luis Fernando:
Pues vaya corriendo a decírselo a San Clemente, Papa del siglo I.
Lea Epístola de Clemente a los Corintios, XXV
18/03/19 8:46 PM
SGM
Luis Fernando, leí la carta en el capítulo XXV hace un relato fantástico de que el ave hace un ataúd donde muere y que una larva se alimenta de la humedad, luego la larva echa plumas y lleva los huesos del ave que murió desde Arabia hasta Egipto a una ciudad llamada del Sol donde al atardecer deposita los huesos y los sacerdotes revisan el tiempo que acontece cada quinientos años.

? Existe alguna referencia bíblica, histórica científica al respecto?

? De dønde eran esos sacerdotes, de Egipto donde se adoraba al dios Sol?
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LF:
Yo creo que hace un uso metafórico de un mito difundido en aquellos tiempos. Sólo eso. 
18/03/19 11:52 PM

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