Un cardenal publica una carta crítica con el actual pontificado y dando su parecer sobre lo que debe hacer el próximo Papa

Mantiene el anonimato para evitar represalias

Un cardenal publica una carta crítica con el actual pontificado y dando su parecer sobre lo que debe hacer el próximo Papa

La Nuova Bussola Quotidiana, portal digital católico italiano, ha difundido en exclusiva un documento firmado por un cardenal con el pseudónimo «Demos II», que quiere marcar la línea que debería seguir el próximo Papa y que los cardenales electores deberían tener en cuenta en el futuro cónclave.

(LNBQ/InfoCatólica) La carta comienza recordando otro texto anónimo, Demos, que se publicó en marzo del 2022, en el que se vertían preguntas y críticas sobre el pontificado de Francisco, y que fue atribuido al cardenal Pell, fallecido poco después.

En Demos II se asegura que la situación no ha mejorado y se cuestionan punto por punto las principales características del modo de ejercer el papado del actual Obispo de Roma.

El autor principal de la carta publicada por La Nuova Bussola Quotidiana (LNBQ), dice, es un cardenal que ha recogido las sugerencias de otros cardenales y obispos que desean permanecer en el anonimato por las razones que se explican en la carta.

Ofrecemos el texto completo, que ha sido publicado en varios idiomas por el medio de comunicación italiano.

Demos II

En marzo de 2022, apareció un texto anónimo -firmado bajo el pseudónimo «Demos» y titulado «El Vaticano hoy»- que planteaba una serie de graves interrogantes y críticas sobre el pontificado del Papa Francisco. Las condiciones en la Iglesia desde que apareció ese texto no han cambiado materialmente, y mucho menos, mejorado. Por lo tanto, los pensamientos que aquí se ofrecen pretenden basarse en aquellas reflexiones originales a la luz de las necesidades del Vaticano de mañana.

Los últimos años de un pontificado, de cualquier pontificado, son el momento de evaluar la situación de la Iglesia en el presente y las necesidades de la Iglesia y de sus fieles en el futuro. Está claro que los puntos fuertes del pontificado del Papa Francisco son su insistencia en la compasión hacia los débiles, el acercamiento a los pobres y marginados, la preocupación por la dignidad de la creación y las cuestiones medioambientales que se derivan de ella, y los esfuerzos por acompañar a los que sufren y están alienados en sus cargas.

Sus defectos son igualmente obvios: un estilo de gobierno autocrático, a veces llegando a parecer vengativo; un descuido en cuestiones de derecho; intolerancia incluso frente al desacuerdo respetuoso; y -lo que es más grave- un estilo persistente de ambigüedad en cuestiones de fe y moral que causa confusión entre los fieles. La confusión genera división y conflicto. Mina la confianza en la Palabra de Dios. Debilita el testimonio evangélico. El resultado de esto es una Iglesia más fracturada que en ningún otro momento de su historia reciente.

La tarea del próximo pontificado debe ser, por tanto, la de recuperar y restablecer verdades que se han ido lentamente oscureciendo o perdiendo entre muchos cristianos. Estas incluyen, pero no se limitan, a aspectos tan básicos como los siguientes: (a) nadie se salva sino por Jesucristo, y sólo por Él, como Él mismo dejó claro; (b) Dios es misericordioso pero también justo, y está íntimamente interesado en cada vida humana, Él perdona pero también nos pide cuentas, Él es a la vez Salvador y Juez; (c) el hombre es una criatura de Dios, no una invención propia, una criatura no meramente emotiva y con apetitos sino también con intelecto, libre albedrío y un destino eterno; (d) existen verdades objetivas inmutables sobre el mundo y la naturaleza humana, que pueden conocerse mediante la Divina Revelación y el ejercicio de la razón; (e) la Palabra de Dios, recogida en las Escrituras, es fiable y tiene fuerza permanente; (f) el pecado es real y sus efectos son letales; y (g) la Iglesia tiene tanto la autoridad como el deber de «hacer discípulos a todas las naciones». No abrazar con alegría esa obra de amor misionero y salvífico tiene consecuencias. Como escribió Pablo en 1 Corintios 9,16 «ay de mí si no predicara el Evangelio».

De la tarea y la lista anteriores se desprenden algunas observaciones prácticas.

Primera: La autoridad real se ve perjudicada cuando se usan medios autoritarios en su ejercicio. El Papa es el sucesor de Pedro y quien garantiza la unidad de la Iglesia. Pero no es un autócrata. No puede cambiar la doctrina de la Iglesia, y no debe inventar o alterar la disciplina de la Iglesia arbitrariamente. Gobierna la Iglesia colegialmente con sus hermanos obispos en las diócesis locales. Y lo hace siempre en fiel continuidad con la Palabra de Dios y la enseñanza de la Iglesia. Los «nuevos paradigmas» y los «nuevos caminos inexplorados» que se desvían de una y otra no son de Dios. Un nuevo Papa debe restaurar la hermenéutica de la continuidad en la vida católica y reafirmar la comprensión del Vaticano II sobre el papel propio del papado.

Segundo: Así como la Iglesia no es una autocracia, tampoco es una democracia. La Iglesia pertenece a Jesucristo. Es su Iglesia. Ella es el Cuerpo Místico de Cristo, compuesto por muchos miembros. No tenemos autoridad para adaptar sus enseñanzas para que encajen mejor en el mundo. Además, el sensus fidelium católico no es una cuestión de encuestas de opinión, ni siquiera la opinión de una mayoría bautizada. Sólo se deriva de aquellos que creen genuinamente y practican activamente, o al menos buscan sinceramente practicar, la fe y las enseñanzas de la Iglesia.

Tercero: La ambigüedad no es evangélica ni acogedora. Más bien engendra dudas y alimenta impulsos cismáticos. La Iglesia es una comunidad, no sólo de Palabra y sacramento, sino también de credo. Lo que creemos contribuye a definirnos y a sostenernos. Así, las cuestiones doctrinales no son cargas impuestas por insensibles «doctores de la ley». No son tampoco un espectáculo intelectual para la vida cristiana. Al contrario, son vitales para vivir una vida cristiana auténtica, porque tratan de aplicaciones de la verdad, y la verdad exige claridad, no matices ambivalentes. Desde el principio, el pontificado actual se ha resistido a la fuerza evangélica y a la claridad intelectual de sus predecesores inmediatos. El desmantelamiento y reutilización del Instituto Juan Pablo II de Roma y la marginación de textos como Veritatis Splendor sugieren una elevación de la «compasión» y la emoción a expensas de la razón, la justicia y la verdad. Para una comunidad de fe, esto es insano y profundamente peligroso.

Cuarto: La Iglesia católica, además de Palabra, sacramento y credo, es también una comunidad de derecho. El derecho canónico ordena la vida de la Iglesia, armoniza sus instituciones y procedimientos, y garantiza los derechos de los creyentes. Entre las marcas del actual pontificado están su excesiva confianza en el motu proprio como herramienta de gobierno y una despreocupación general y aversión por los detalles canónicos. Una vez más, como ocurre con la ambigüedad de la doctrina, el desprecio por el derecho canónico y el procedimiento canónico adecuado socava la confianza en la pureza de la misión de la Iglesia.

Quinto: La Iglesia, como tan bellamente la describió Juan XXIII, es mater et magistra, la «madre y maestra» de la humanidad, no su obediente seguidora; la defensora del hombre como sujeto de la historia, no su objeto. Ella es la esposa de Cristo; su naturaleza es personal, sobrenatural e íntima, no meramente institucional. Ella nunca puede ser reducida a un sistema flexible de ética o a un análisis y remodelación sociológica para adaptarla a los instintos y apetitos (y confusiones sexuales) de una época. Uno de los principales defectos del actual pontificado es su alejamiento de una «teología del cuerpo» convincente y su falta de una atractiva antropología cristiana... precisamente en un momento en que aumentan los ataques a la naturaleza y la identidad humanas, desde el transgenerismo al transhumanismo.

Sexto: Los viajes por el mundo sirvieron muy bien a un pastor como el Papa Juan Pablo II, debido a sus dones personales únicos y a la naturaleza de los tiempos. Pero los tiempos y las circunstancias han cambiado. La Iglesia en Italia y en toda Europa -el hogar histórico de la fe- está en crisis. El propio Vaticano necesita urgentemente una renovación de su moral, una limpieza de sus instituciones, procedimientos y personal, y una profunda reforma de sus finanzas para prepararse para un futuro más difícil. No son cosas pequeñas. Exigen la presencia, la atención directa y el compromiso personal de cualquier nuevo Papa.

Séptimo y último: El Colegio Cardenalicio existe para asesorar al Papa y elegir a su sucesor a su muerte. Ese servicio requiere hombres de carácter limpio, sólida formación teológica, madura experiencia de liderazgo y santidad personal. También requiere un Papa dispuesto a pedir consejo y luego a escuchar. No está claro hasta qué punto esto se aplica en el pontificado del Papa Francisco. El pontificado actual ha hecho hincapié en la diversificación del colegio, pero no ha logrado reunir a los cardenales en consistorios regulares diseñados para fomentar una auténtica colegialidad y confianza entre hermanos. Como resultado, muchos de los electores que voten en el próximo cónclave no se conocerán realmente entre sí, y por tanto pueden ser más vulnerables a la manipulación. En el futuro, si el colegio ha de servir a sus propósitos, los cardenales que lo forman necesitan algo más que un solideo rojo y un anillo. El actual colegio de cardenales debería activarse para el conocimiento mutuo y para entender mejor las diferentes visiones que cada uno tiene de la Iglesia, las situaciones de sus Iglesias locales y la personalidad de cada cardenal – factores todos importantes para reflexionar sobre el nuevo Papa.

Los lectores se preguntarán con razón por qué es anónimo este texto. La respuesta debería ser evidente para todo aquel que conozca el tenor del ambiente romano actual. La sinceridad no es bienvenida y sus consecuencias pueden ser incómodas. Y sin embargo estas reflexiones podrían continuar durante muchas más páginas, señalando especialmente la fuerte dependencia del actual pontificado en la Compañía de Jesús, la reciente problemática actuación del cardenal Fernández, del DDF, y el surgimiento de una pequeña oligarquía de confidentes con excesiva influencia dentro del Vaticano -todo ello a pesar de las pretensiones descentralizadoras de la sinodalidad, entre otras cosas.

Precisamente por estas cuestiones, las advertencias aquí apuntadas pueden ser útiles en los próximos meses. Se espera que esta contribución ayude a orientar las conversaciones, muy necesarias, sobre cómo debe ser el Vaticano en el próximo pontificado.

Demos II

 

20 comentarios

penc
Buena idea la del anonimato. Faltan más pronunciamientos. Hay que siempre amar más a Cristo que al Papa. Hoy hay enseñanzas del Papa contrarias a Cristo y su Iglesia, no se puede bendecir parejas homosexuales y en condición irregular. Ya basta de degradación!
1/03/24 1:46 PM
Raúl de Argentina
Me cuesta encontrar algo que criticarle al texto.
Creo que resume perfectamente el estado actual de la Iglesia bajo este pontificado y como uno próximo podría empezar a solucionar algo.
1/03/24 2:04 PM
maru
Comparto este artículo y también que quien o quienes lo hayan escrito, no den sus nombres porque, automáticamente, quedarían defenestrados , misericordiados y hasta incluso, algo más, visto lo visto.
1/03/24 2:11 PM
Nèstor
Oremos por estos Cardenales y Obispos que tienen la visión y la valentía, parece, que hacen falta hoy.

Saludos cordiales.
1/03/24 2:20 PM
Vladimir
Al ser anónima, la carta pierde mucho peso.
El cardenal remitente debió firmarla con su propio nombre; no en vano sus vestiduras son rojas, para simbolizar el martirio que debe estar dispuesto a afrontar por ser fiel a la Verdad.
1/03/24 2:49 PM
Oscar de Caracas
El anónimo cardenal se niega a hablar con parresía...¿Tanto miedo tienen de los hombres y no del Señor?
Un texto que viene desde la oscuridad no puede ser tomado con seriedad.
1/03/24 2:54 PM
I John
Se tenía que decir y se dijo. Dudo que el próximo obispo de Roma sea un Pío X todavía faltan más sufrimientos y penurias para la Iglesia. El día que llegué un papa con el nombre, Pío, esperen que pronto habrá guerra contra el Mundo pero la peor guerra será en el corazón de la iglesia.
1/03/24 3:14 PM
Vladimir
Es tal la confusión del Papa actual, que no tiene claro, ni siquiera, lo que él mismo es. Por eso habla de ir atrás o ir al lado del rebaño, cuando en realidad, su lugar está al frente y a la cabeza del Pueblo de Dios.
1/03/24 3:19 PM
María Elizalde
¡Genial! De Perogrullo... Confiemos y pidamos al ES porque parece que a los cardenales los ha ido nombrando a medida... para lo que parece se pretende. En términos políticos... de la misma cuerda... Vienen o estamos ya, en tiempos muy duros... Dios tendrá sus planes... sus camunoscno son los nuestros
1/03/24 3:41 PM
Pio XIII
Me uno a documento, con anónimo incluído, por mismas razones obvias
1/03/24 3:53 PM
David García
Y hay que creerse que es un cardenal de verdad??
Si fuese un cardenal de verdad y con fe y realmente preocupado por el futuro de la iglesia, las únicas consecuencias que deberían preocuparle son las del juicio ante Dios.
Por lo tanto, pondría nombre y apellidos y aceptaría gustoso los martirios por venir, que ya sabemos que dan muy buenos frutos.
1/03/24 4:19 PM
África Marteache
No se niega a hablar con parresía, habla con ella, pero no firma...
A mi los anónimos me ponen los pelos de punta porque solo se utilizan en los totalitarismos. Nadie quiere asumir ningún liderazgo porque en la Iglesia Católica no hay figura, por mucha "auctoritas" que tenga, que pueda lidiar con la "potestas" del Papa, lo que facilita a un carácter autoritario hacer de tirano.
1/03/24 4:36 PM
LAW
los conservadores dentro de la Iglesia le estan queriendo armar la agenda al proximo papa, saben perfectamente que a este papa no le tuercen el brazo. no les gustan muchas cosas, menos la sinodalidad, ellos quieren seguir siendo la jerarquía que enseña y nosotros la plebe que escuchamos y obedecemos. Recemos al Espíritu Santo para que nos ilumine y nos conduzca y no nos dejemos engañar por cantos de sirenas
1/03/24 5:32 PM
Lucía Victoria
"El que obra la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios" (Jn. 3, 21).

El anonimato en un asunto tan serio y tan público denota falta de nobleza y de espíritu de parresía. No hay luz ni hay Cruz, luego, ahí no está Jesús.
1/03/24 6:00 PM
Lau
Excelente!
Si no se decía,las piedras iban a hablar...
+
1/03/24 6:56 PM
Argia
Lo que propone está ben, lo del anonimato me parece muy práctico, de esta manera se puede difundir lo que uno o un grupo cree sin jugarse la vida, que no es nuestra, es de Dios, y si no la tienen que quitar ya nos la quitaran cuando a Dios le parezca bién.
La vida se da por Jesus o por la Virgen Maria, por defender la Fe cuando nos obliguen a ello, pero no por proponer lo que mejor nos parace que haga el Nuevo Papa.
1/03/24 8:13 PM
Percival
Está diciendo toda la verdad y es fácil de comprobar como con el algodón.
Otra cosa es que no sea valiente como quisieran algunos, pero buen observador es. Y ama a la Iglesia. Y la sirve bien, haciendo esta declaración.
Si le toca votar en el Cónclave, mejor que esté ahí desde el anonimato de esta comunicación, y no fuera, habiéndose expuesto. Un voto menos, en esta época fatal, es un lujo que no se pueden dar los cardenales honestos.
1/03/24 9:17 PM
Jorge Cantu
Ojalá no fuera anónimo, pero comprendo sus razones.

Para los cobardes que lo critican: es fácil mirar los toros desde la barrera, abuchear y dar instrucciones al torero, pero no cualquiera se lanza a una muerte segura.

Se agradece un mensaje así de claro y en previsión de un difícil futuro cercano, Dios nos conceda una renovación verdadera de Su Iglesia en santidad y fidelidad.
2/03/24 4:28 AM
Fernando
Acudir a su condición de "anónima", para descalificar el contenido de una opinión es desnudar la impotencia de debatirlo.
Es quedar descalificado en el tratamiento lógico. Es un sofisma.
Anfibolismo de sustitución.
2/03/24 11:45 AM
ChemaV
El análisis está bien, y yo comparto prácticamente todo lo que dice el manifiesto. Pero estoy con los que piensan que no debería ser anónimo. Seamos claros: nadie los va a matar ni van a ser mártires por poner su nombre. Lo más que les pasaría es ser confesores, pero para ser confesores, hay que jugársela. Lo que les puede pasar es perder su estatus como obispo o cardenal de tal lugar (que los jubilen, vamos) pero no pueden dejar se ser obispos o cardenales.
Un anónimo sirve para transmitir unas ideas, pero es completamente ignorado, de cara al público, por los que lo reciben (porque no hay prueba alguna de si lo hizo un laico, una religiosa o una inteligencia artificial), y por los medios de comunicación, que, ya sé que es triste, son los que hacen que estás noticias lleguen al pueblo cristiano en general
2/03/24 12:33 PM

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