(Zenit) El arzobispo de Santiago, Cardenal Ricardo Ezzati durante la homilía llamó al perdón y misericordia y lamentó que el anhelo honesto de algunos jóvenes terminara en el atropello de otros derechos, consagrados por la tradición democrática de Chile.
Invocó además «la súplica de Jesús en la cruz», cuando reza «perdónalos, porque no saben lo que hacen» y recordó que «nada se construye con la enemistad, con las pasiones irracionales que sólo alimentan división y violencia».
Según el cardenal los agraviados son los pobres
«Se ha roto una imagen de Cristo Crucificado. Nos duele inmensamente por el significado que este acto encierra». Entretanto, dijo, «el texto del Evangelio de las Bienaventuranzas y la proclamación del Himno del amor de la Primera Carta de san Pablo a los Cristianos de Corinto, nos urge a descubrir en cada persona, especialmente en los pobres y en los marginados, en aquellos que son considerados el desecho de la sociedad consumista, el rostro de Cristo. Sí, es a ellos a quienes debemos desagraviar, a quienes tenemos que pedir perdón, a quienes debemos levantar y devolver la dignidad que les hemos quitado».
El Provincial de los Salesianos en Chile, el padre Alberto Lorenzelli por su parte agradeció «los numerosos signos de solidaridad y de unión fraterna» que llegan del país y de todo el mundo.
Y a continuación leyó un mensaje enviado por el nuncio apostólico en Chile, monseñor Ivo Scapolo, quien expresó: «En este espacio consagrado (…) se vive la fe, y se experimenta vivo el deseo de un pueblo que quiere siempre la paz y la esperanza para una patria, un alma más justa y solidaria».
«Seamos entonces un signo de la paz y del diálogo, del entendimiento, una expresión especialmente del perdón. Queremos así, no condenar, sino perdonar. No culpabilizar, sino liberar, no perseguir sino acompañar, no herir sino sanar. Porque si bien, nos mueven estos hechos, más aún nos mueve la misericordia de Jesús, rostro del Padre Dios», se leía en otro momento del saludo del representante de la Santa Sede en Chile.
Al concluir la eucaristía cientos de asistentes se congregaron frente a la puerta violentada y realizaron una vigilia de oración en medio de plegarias y cantos.