Mensaje para la Jornada Mundial del Enfermo

El Papa reafirma la suprema dignidad de la vida humana, aun en la enfermedad

No hay una referencia explícita al caso de Eluana Englaro en el mensaje del Papa para la 17 Jornada Mundial del Enfermo, que se celebra el próximo 11 de febrero. Pero en el texto, emitido ayer por la oficina del prensa del Vaticano, Benedicto XVI hace un claro y significativo llamamiento en contra de la eutanasia y pide que se reafirme “con vigor” la “absoluta y suprema dignidad de toda vida humana”, incluso cuando esta “es débil o está envuelta en el misterio del sufrimiento”.

(Mar Velasco/La Razón) “No cambia, con el paso del tiempo, la enseñanza que la Iglesia proclama incesantemente: la vida humana es hermosa, y debe vivirse con plenitud incluso cuando es débil o está envuelta en el misterio del sufrimiento”, escribe el Papa en su mensaje. “Es a Jesús Crucificado a quien debemos dirigir nuestra mirada: muriendo en la cruz Él ha querido compartir el dolor de toda la humanidad. En su sufrimiento por amor vemos una suprema participación en las penas de los enfermos”, afirma.

Los más importantes, los niños

El mensaje del Papa para la Jornada Mundial del Enfermo está dedicado en gran parte a todos los niños que sufren minusvalías, enfermedades incurables, que arrastran las secuelas físicas y psíquicas de los conflictos y las guerras o que son víctimas de los adultos: “De todos estos niños se eleva un silencioso grito de dolor que llama nuestra conciencia de hombres creyentes”, escribe el Papa, que destaca especialmente la situación de las familias con niños enfermos, que “comparten su sufrimiento con a menudo graves problemas y dificultades”. “La comunidad cristiana, que no puede quedar indiferente ante situaciones tan dramáticas, advierte el imperioso deber de intervenir”, prosigue el mensaje. “Es necesario que, según el ejemplo del Buen Samaritano, se ayude a estas personas tan duramente afectadas y se ofrezca a ellas apoyo y una solidaridad concreta”, añade.

El Papa pide un mayor apoyo y solidaridad para aliviar las dificultades que atraviesan las familias con hijos enfermos: “Dirijo un fuerte llamamiento a los responsables de las naciones para que se potencien leyes y medidas a favor de los niños enfermos y de sus familias”, se lee en el mensaje del Papa; “cuando está en juego la vida de los niños, la Iglesia se ofrece para transformar toda la civilización humana en la `civilización del amor´”, añade.

En el documento, Benedicto XVI muestra, además, su aprecio a todas las Organizaciones internacionales y nacionales que se ocupan de los niños enfermos, sobre todo en los países pobres: “Deseo expresar mi aprecio y aliento a estas organizaciones, particularmente a las que se ocupan de los niños enfermos en los países pobres, y que, con generosidad y abnegación ofrecen su contribución para asegurarles el cuidado adecuado y amoroso”, continúa.

Asimismo, Benedicto XVI pide en su mensaje una “mayor y más estrecha colaboración” entre las comunidades eclesiales y los profesionales de la medicina: “El testimonio de la caridad forma parte de la vida de toda comunidad cristiana. Desde sus comienzos, la Iglesia ha traducido en gestos concretos los principios evangélicos. Hoy, dados los cambios en la asistencia sanitaria, es necesaria una colaboración más estrecha entre los profesionales de la salud que trabajan en las diferentes instituciones sanitarias y las comunidades eclesiales”, escribe. Por último, Benedicto XVI tiene en el mensaje un recuerdo para su predecesor, Juan Pablo II, que “con la aceptación paciente del sufrimiento ha ofrecido un ejemplo luminoso, especialmente al atardecer de su vida, cuando escribió: `En la cruz está el Redentor del hombre, que ha asumido el sufrimiento físico y moral de los hombres de todos los tiempos, para que en el amor puedan encontrar el sentido salvífico de su dolor, y respuestas válidas a todas sus preguntas´”, concluye.

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