(InfoCatólica) Los últimos días del Año Jubilar de la Esperanza 2025 han estado marcados por la clausura progresiva de las Puertas Santas en las basílicas papales de Roma. Este 28 de diciembre se cerró la penúltima de estas puertas simbólicas, en la Basílica de San Pablo Extramuros, quedando únicamente pendiente la clausura definitiva del Jubileo el próximo 6 de enero en la Basílica de San Pedro.
También este domingo, 28 de diciembre, concluyó solemnemente el Año Jubilar en las iglesias locales de todo el mundo, con el cierre de puertas en todas las diócesis del mundo.
Clausura en San Pablo Extramuros: «El mundo necesita a Cristo»
A las 10 de la mañana de este sábado, el cardenal James Michael Harvey, arcipreste de la basílica, presidió el rito de clausura de la Puerta Santa de San Pablo Extramuros. Durante la ceremonia, el purpurado estadounidense subrayó que aunque las puertas se cierran, «permanece abierto el camino de conversión y esperanza que se inició en este año santo».
El cardenal Harvey recordó que estas puertas «son algo más que un simple paso físico. Fueron un umbral espiritual, una llamada dirigida a cada uno para que abandonase lo que oprime el corazón y entrase en el espacio de la misericordia». Añadió que cruzarlas «significaba reconocer que la salvación proviene de la humilde confianza en Aquel que, como único, puede dar pleno sentido a nuestra vida».
El arcipreste hizo especial hincapié en la dimensión misionera que surge tras el cierre: «Quien cruzó las Puertas Santas debe ser ahora testigo de lo que experimentó, porque el mundo necesita a Cristo». La Puerta Santa de esta basílica había sido abierta el 5 de enero de 2025, siendo la quinta y última del Jubileo.
Santa María la Mayor: «El corazón de Dios permanece siempre abierto»
El 25 de diciembre, en la solemnidad de la Navidad, se celebró el primer rito de clausura en la Basílica de Santa María la Mayor. El cardenal Rolandas Makrickas, arcipreste del templo mariano, presidió la ceremonia bajo una lluvia persistente en Roma, acompañado por los tañidos de la Sperduta, la antigua campana que evoca el sentido de la peregrinación.
«Al cerrar esta Puerta Santa, creemos que el corazón del Resucitado, fuente inagotable de vida nueva, permanece siempre abierto para quien espera en Él», afirmó Makrickas. El purpurado subrayó que «lo que se cierra no es la gracia divina, sino un tiempo especial de la Iglesia; lo que queda abierto para siempre es el corazón misericordioso de Dios».
Durante la misa posterior, amenizada por la Capilla Musical Liberiana que celebra este año el 480º aniversario de su fundación, el cardenal invitó a los fieles a recordar que «cruzar la Puerta Santa fue un don, y convertirnos desde hoy en puertas abiertas para los demás es nuestra misión de futuro».
San Juan de Letrán: La herencia de la proximidad
El 27 de diciembre fue el turno de la Basílica de San Juan de Letrán, la «Madre de todas las Iglesias». El cardenal Baldassare Reina, vicario de Roma y arcipreste de la basílica, presidió el rito en presencia del alcalde de Roma, Roberto Gualtieri, y el prefecto Lamberto Giannini.
Reina definió la herencia del Jubileo como la proximidad: «Manifestar la presencia de Dios allí donde faltan fraternidad, justicia, verdad y paz». El cardenal hizo un llamamiento especial a los fieles para que se conviertan en «ministros de la misericordia de Dios» en una ciudad donde «muchos han perdido la esperanza».
El purpurato describió las múltiples ausencias que aquejan a Roma: «La ausencia en la solidaridad, en la brecha entre la periferia y el centro; de atención a las dificultades económicas y existenciales; de fraternidad». Instó a superar «toda inercia» para transfigurar la ciudad en todos sus ámbitos sociales y existenciales.
Un Jubileo de dos Papas
Una característica singular de este Año Santo de la Esperanza ha sido su desarrollo bajo dos pontificados: iniciado por el Papa Francisco y continuado por el Papa León XIV. Como recordó el cardenal Makrickas, un precedente similar solo se encuentra en el Año Santo de 1700, inaugurado por Inocencio XII y clausurado por Clemente XI.
Este «relevo» entrega «la imagen de una vida de la Iglesia que nunca se interrumpe», porque «el Señor jamás abandona a su Iglesia», según destacó el arcipreste de Santa María la Mayor.
El lema jubilar: «Spes non confundit»
A lo largo de las ceremonias de clausura, los cardenales han recordado constantemente el lema del Año Jubilar, tomado de las palabras de san Pablo: «Spes non confundit» (la esperanza no defrauda). El cardenal Harvey citó la encíclica Spe salvi de Benedicto XVI para subrayar que, aunque el ser humano necesita muchas esperanzas en su vida, todas encuentran su cumplimiento en la gran esperanza, que es Dios mismo.
Hacia la clausura definitiva
El Jubileo Ordinario será clausurado definitivamente el próximo 6 de enero de 2026, solemnidad de la Epifanía del Señor, cuando el Papa León XIV cierre la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro en el Vaticano. Al anunciar este momento conclusivo, el Papa Francisco expresó su deseo de que «la luz de la esperanza cristiana alcance a todas las personas, como mensaje del amor de Dios dirigido a todos, y que la Iglesia sea testigo fiel de este anuncio en todas las partes del mundo».
Los cardenales han coincidido en señalar que, aunque las Puertas Santas se cierren físicamente, la misión de los peregrinos que las cruzaron apenas comienza: llevar al mundo el testimonio de la esperanza y la misericordia experimentadas durante este tiempo de gracia.








