León XIV presenta la muerte como «hermana» y paso hacia la Vida Eterna
Audiencia General 10 de diciembre de 2025 | © VaticanMedia

Un tabú en la sociedad moderna

León XIV presenta la muerte como «hermana» y paso hacia la Vida Eterna

Refiriéndose al anhelo transhumanista: «¿Podría la ciencia vencer realmente a la muerte? Pero entonces, ¿podría la misma ciencia garantizarnos que una vida sin muerte es también una vida feliz?»

(InfoCatólica) En la Audiencia General, el papa León XIV dedicó su catequesis de los miércoles a meditar sobre el tema más universal y, a menudo, el más evitado: la muerte. Lejos de presentarla como un final oscuro, el Pontífice afirmó que este misterio es «el umbral luminoso que Cristo abrió con su resurrección», así como un paso necesario para revelar esa vida plena y eterna que el corazón humano siempre ha deseado.

La paradoja humana ante la muerte

El Santo Padre comenzó señalando la paradoja que el misterio de la muerte representa para el ser humano. «Es natural, porque todos los seres vivos de la tierra mueren. Es antinatural porque el deseo de vida y de eternidad que sentimos para nosotros mismos y para las personas que amamos nos hace ver la muerte como una condena, como un contrasentido», explicó León XIV.

Solo el ser humano se plantea esta pregunta sobre la última puerta, pues solo él sabe que morirá, y esta conciencia le «agobia» más que a cualquier otra criatura viviente. Los animales sufren y se dan cuenta de que la muerte está cerca, pero no saben que la muerte forma parte de su destino ni se preguntan por el sentido de la vida.

Un tabú en la sociedad moderna

León XIV también se refirió a la tendencia actual de convertir la muerte en una cuestión socialmente censurada. El Papa describió esta cancelación como «una especie de tabú, un acontecimiento que hay que mantener alejado; algo de lo que hay que hablar en voz baja, para no perturbar nuestra sensibilidad y tranquilidad». A menudo, señaló, se evita incluso visitar los cementerios, donde descansan aquellos que nos han precedido a la espera de la resurrección.

En contraste con esta actitud del mundo, invitó a los fieles a mirar la muerte sin temor, apoyándose en la rica tradición de la Iglesia. Citando a san Alfonso María de Ligorio, recordó que la muerte es una «gran maestra de vida» y que meditar sobre ella ayuda a discernir qué es efímero y qué merece verdaderamente la pena.

El desafío del transhumanismo

El Pontífice abordó los debates modernos sobre el transhumanismo, que promueven la idea de una cierta inmortalidad tecnológica. «¿Podría la ciencia vencer realmente a la muerte? Pero entonces, ¿podría la misma ciencia garantizarnos que una vida sin muerte es también una vida feliz?», se preguntaba León XIV. Ante esta cuestión, el Papa subrayaba que la respuesta cristiana va mucho más allá de cualquier promesa tecnológica.

La luz de la Resurrección

El centro de su mensaje llegó con la referencia a la resurrección de Cristo, que transforma por completo la comprensión de la muerte. Inspirándose en san Lucas, el Papa evocaba la luz que anticipa la mañana de Pascua como símbolo de la victoria sobre las tinieblas de la muerte.

«El evangelista Lucas parece captar este presagio de luz en la oscuridad cuando, al final de aquella tarde en la que las tinieblas habían envuelto el Calvario, escribe: «Era el día de la Preparación y ya comenzaba el sábado», explicó el Pontífice. Esta luz, que anticipa la mañana de Pascua, ya brilla en la oscuridad del cielo que aún parece cerrado y mudo.

La resurrección, explicaba, es «la luz nueva» que ilumina plenamente este misterio, haciendo verdadera la esperanza de que la muerte «no sea el fin, sino el paso hacia la luz plena, hacia una eternidad feliz». De esta manera, la muerte «no se opone a la vida, sino que es su paso definitivo hacia la vida eterna».

Una invitación a la esperanza

León XIV invitó a los fieles a mirar la muerte con la confianza que brota de la Pascua. «El Resucitado nos ha precedido en la gran prueba de la muerte, saliendo victorioso gracias al poder del Amor divino. Así nos ha preparado el lugar del descanso eterno, la casa en la que se nos espera», ha afirmado.

El Papa ha concluido que «gracias a Él, que murió y resucitó por amor, con San Francisco podemos llamar a la muerte »hermana. Esperarla con la certeza de la resurrección nos preserva del miedo a desaparecer para siempre y nos prepara para la alegría de la vida sin fin».

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