(InfoCatólica) Hoy 10 de diciembre de 2025 se cumplen los cien años de la aparición de la Virgen María en Pontevedra a Sor Lucia. Entre 1925 y 1926, la Santísima Virgen cumplió la promesa hecha en Fátima en 1917 y se apareció a la hermana Lucía en el convento de las Hermanas Doroteas en Pontevedra, revelándole una de las peticiones del mensaje de Fátima: la devoción reparadora de los Cinco Primeros Sábados.
«El Corazón de Sor Lucía», en el cortometraje que HM Televisiónel centenario de las apariciones a Sor Lucía en Pontevedra
Se estrenará el 10 de diciembre a las 21:30 h (hora de España)
La aparición del 10 de diciembre de 1925: el Corazón rodeado de espinas
El 10 de diciembre de 1925, Sor Lucía, entonces postulante de 18 años en el convento pontevedrés, experimentó una aparición de la Virgen y el Niño Jesús en su celda. La religiosa portuguesa, conocida como María Lucía de Jesús y del Corazón Inmaculado (1907-2005), describió cómo la Virgen se le apareció acompañada del Niño Jesús, mostrándole un corazón rodeado de espinas que sostenía en su mano.
En este encuentro, la Virgen le mostró su corazón cercado de espinas, simbolizando las ofensas y desagravios que recibía de la humanidad. El Niño Dios tomó la palabra primero: «Ten compasión del Corazón de tu Santísima Madre, cubierto de espinas con que los hombres ingratos lo clavan a cada momento, y no hay quien haga un acto de reparación para quitárselas».
Luego la Virgen comunicó la promesa que marcaría para siempre la espiritualidad de Fátima:
«Prometo asistir en el momento de la muerte, con todas las gracias necesarias para la salvación, a todos aquellos que, el primer sábado de cinco meses consecutivos, se confiesen, comulguen, recen las cinco decenas del Rosario y me acompañen durante quince minutos meditando los quince misterios del Rosario, con la intención de repararme».
El encuentro del 15 de febrero de 1926: Jesús insiste en la difusión
«El 15 de febrero de 1926, Sor Lucía iba a bajar la basura y se encontró en el patio con un niño que le preguntó si había propagado lo que la Virgen le había pedido. Este niño se reveló como el Niño Dios, y se refería al mensaje de «su Madre del Cielo», encomendado a la hermana Lucía en la aparición anterior.
Sor Lucía había transmitido de inmediato la petición, pero sus confesores le aconsejaron esperar. El Cielo, sin embargo, insistió. Durante este segundo encuentro, mientras realizaba tareas domésticas, Lucía se encontró de nuevo con el niño que pronto reconoció como Jesús. Él le preguntó: «¿Has revelado al mundo lo que la Madre Celestial te ha pedido?».
Sor Lucía, preocupada por las dificultades que enfrentaba para cumplir con esta misión, expresó sus inquietudes sobre la falta de fe y devoción en la práctica de la comunión reparadora entre la gente. El Señor respondió una a una las objeciones planteadas por los confesores de Lucía, aclarando que la confesión no necesitaba ser el mismo sábado y que incluso podría hacerse más tarde, siempre que el alma tuviera intención de reparar.
A las preocupaciones de la religiosa, el Niño Dios respondió: «prefiero que hagan los cinco primeros sábados con todo el amor y con toda la devoción». También afirmó que muchas almas comienzan la devoción, pero pocas perseveran, y que la práctica fervorosa de los cinco sábados agrada más a su Corazón que la simple repetición rutinaria.
¿Por qué cinco sábados? La explicación divina
En mayo de 1930, Lucía recibió luz sobre una pregunta formulada por su confesor, el padre Gonçalves: ¿por qué cinco sábados y no siete o nueve? Jesús le explicó que existen cinco tipos de ofensas contra el Inmaculado Corazón de María:
- Blasfemias contra su Inmaculada Concepción
- Contra su perpetua virginidad
- Contra su maternidad divina y espiritual
- La siembra de desprecio hacia Ella en los corazones de los niños
- Los ultrajes cometidos contra sus santas imágenes
Estas ofensas exigen un acto de reparación, razón por la cual la devoción comprende cinco primeros sábados. Cristo reveló a sor Lucía: «Hija mía, la razón es sencilla: hay cinco formas en que las personas ofenden y blasfeman contra el Inmaculado Corazón de María».
Los cuatro requisitos de la devoción
Para observar la devoción de los cinco sábados, se deben cumplir cuatro requisitos durante cinco primeros sábados consecutivos del mes, con la intención de reparar a la Santísima Madre:
- Confesión: Puede realizarse dentro de los ocho días, o incluso más tiempo, siempre que al comulgar se esté en estado de gracia
- Comunión reparadora: Puede posponerse al domingo siguiente por justas razones
- Rezo de cinco decenas del Rosario
- Quince minutos de meditación sobre los misterios del Rosario
La urgencia del mensaje y sus consecuencias
En 1929, en Tuy, la Virgen volvió a pedir esta devoción reparadora con un mensaje solemne: «Son tantas las almas que la justicia de Dios condena por los pecados cometidos contra Mí, que vengo a pedir reparación».
Durante los meses previos al estallido de la Segunda Guerra Mundial, la hermana Lucía escribió repetidamente que los horrores de la guerra inminente podían evitarse difundiendo y practicando la devoción de los primeros sábados. El 19 de marzo de 1939, escribió: «La guerra o la paz en el mundo dependen de la práctica de esta devoción, junto con la consagración al Inmaculado Corazón de María».
Los lugares de las apariciones en Pontevedra
Los espacios donde se produjeron estas experiencias místicas se conservan en la Casa del Inmaculado Corazón de María, emplazada en el centro histórico de Pontevedra, en el número 3 de la calle Sor Lucía. La entoncs novicia residió en la ciudad aproximadamente cinco años, hasta 1929, cuando las crónicas ya la sitúan en el convento de las Madres Doroteas de Tui.
En el patio de la casa pontevedresa, una imagen en piedra del Niño Dios recuerda el encuentro del 15 de febrero de 1926. La capilla principal del segundo piso conserva en la zona del altar el espacio en el que se asentaba la celda de la hermana Lucía. Un gran panel reproduce la escena de la aparición de la Virgen María y el Niño Jesús, mientras que una imagen de la Virgen del Corazón Inmaculado preside las celebraciones religiosas.
«Desde entonces, seguimos realizando este acto de reparación el primer sábado de cada mes», añade la madre superiora. La devoción de los Cinco Primeros Sábados, según el deseo de Jesús y María, es un instrumento extraordinario para convertir pecadores y consolar el Corazón de la Madre, constituyendo un acto concreto de caridad hacia las almas y de reparación ante Dios.







