(Catholic Herald/InfoCatólica) El cardenal Gerhard Müller ha advertido de que algunos obispos están obligando de facto a los católicos conservadores a quedarse en casa o a buscar refugio en la Sociedad de San Pío X. En una extensa entrevista con Raymond Arroyo, de EWTN, el ex prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe declaró: «He oído a algunos obispos decir que los católicos que no quieren la forma más reciente de la liturgia pueden quedarse en casa o ir con los lefebvrianos [FSSPX]». En su lugar, pidió el diálogo, afirmando: «Debemos ser muy abiertos, hablar con la gente en un buen diálogo, de modo sinodal, para hablar juntos».
El cardenal Müller añadió que no es la misa en latín lo que divide a la Iglesia, sino la bendición de las parejas homosexuales, que, según él, «relativiza el sacramento del matrimonio, que es una verdad revelada». Criticó lo que considera un creciente relativismo teológico en el enfoque del Vaticano hacia el diálogo interreligioso y condenó la creación de una sala de oración musulmana dentro del propio Vaticano. «El Vaticano es la sede de la Iglesia católica, y permitir allí el culto no católico equivale a una autorrelativización», afirmó. «Esta decisión parece impulsada por el deseo de parecer “abiertos”, más que por una reflexión teológica».
También se preguntó si las autoridades competentes habían sido consultadas, diciendo: «No sé si se pidió opinión a un cardenal, a la Congregación para la Doctrina de la Fe o al Papa. Los musulmanes pueden verlo como una victoria simbólica: un signo de que se reconoce su supuesta superioridad». El cardenal Müller reafirmó los fundamentos de la doctrina católica como enraizados en la filosofía griega y romana, tal como la entendieron los Padres de la Iglesia, quienes «reconocieron que había algo de verdad en la filosofía, pero nunca en las religiones paganas griegas o romanas. Nunca aceptaron las antiguas religiones».
Advirtiendo contra la confusión entre las distintas religiones, señaló: «Las diferentes religiones tienen distintas concepciones de la paz, la libertad y la dignidad de la persona. No podemos mezclarlas. No somos Fratelli tutti (todos hermanos)». Sobre la cuestión de la ordenación de mujeres, declaró con claridad que «va contra la fe católica que las mujeres puedan recibir el sacramento del Orden Sagrado. Solo los hombres pueden ser obispos, sacerdotes o diáconos».
Las divisiones entre las corrientes conservadora y liberal dentro de la Iglesia católica se han profundizado desde el Concilio Vaticano II, especialmente en torno a la interpretación de sus reformas. La aplicación de Fiducia Supplicans, que abrió la puerta a las bendiciones de parejas del mismo sexo, y la continua aplicación de Traditionis Custodes, que restringe la misa tradicional en latín, han intensificado estas tensiones. Muchos perciben ahora un conflicto emergente entre quienes buscan preservar la continuidad doctrinal y litúrgica y quienes promueven un enfoque más pastoral e inclusivo.
El cardenal Müller, destacado teólogo y una de las principales voces conservadoras de la Iglesia, sigue defendiendo lo que él denomina las «verdades inmutables de la fe» frente a lo que percibe como un creciente relativismo. En 2019 defendió a quienes arrojaron las estatuas de la Pachamama al Tíber, afirmando: «El gran error fue introducir los ídolos en la iglesia, no sacarlos». También ha sido un crítico firme del Camino Sinodal alemán, que busca introducir reformas liberalizadoras en la doctrina de la Iglesia. En 2024 celebró la Misa Pontifical Solemne tradicional en latín en la clausura de la Peregrinación de Chartres, en Francia.







