(EFE/InfoCatólica) Desde la perspectiva de los obispos alemanes, no sería correcto excluir del sacramento, sin distinciones, a todos los creyentes cuyo matrimonio se ha roto, que se han divorciado civilmente y que han vuelto a casarse, explica el presidente de la conferencia episcopal, Reinhard Marx.
Por ello, basándose en su experiencia pastoral y en la reflexión teológica, los obispos alemanes abogan por buscar soluciones diferenciadas que permitan acceder a la comunión teniendo en cuenta cada caso particular y bajo determinadas condiciones.
Según el cardenal Marx, la Iglesia debe intensificar la relación con estas personas y no olvidar que, tras un divorcio y un nuevo matrimonio civil, puede aumentar la distancia con la Iglesia de los fieles y éstos pueden alejarse de la fe cristiana.
Entre los documentos hechos públicos hoy se encuentran las respuestas de los obispos alemanes al cuestionario preparatorio del Sínodo celebrado en el Vaticano y varios informes con las reflexiones de la conferencia episcopal.
En ellos ratifican que el matrimonio es un sacramento y que su ruptura supone una violación de los mandamientos, pero asumen que hay circunstancias que deben ser tenidas en cuenta.
Hay una gran diferencia si uno de los miembros de la pareja es abandonado sin tener ninguna culpa, si rompe deliberadamente el matrimonio, si éste se quiebra porque uno de los miembros comete adulterio de forma notoria, o porque los dos han vivido separados durante un largo periodo de tiempo, apunta.
En el Sínodo se propuso estudiar un camino penitencial para que los divorciados que se han vuelto a casar pudiesen recibir los sacramentos, siendo el punto que más votos en contra tuvo, siendo, por tanto, rechazado. La conferencia episcopal alemana explica ahora que ya aprobó esta reflexión en junio, antes del Sínodo de octubre.