(Vatican Insider) -La Congregación ha tenido una reorganización y hay un nuevo ente dedicado a la arquitectura y a la música sacra. ¿Puede explicar por qué y cuáles son las funciones de este nuevo departamento?
En efecto, en la Congregación para el Culto Divino, a partir del primero de diciembre, se ha constituido un nuevo «ufficio», esto es, un nuevo departamento dedicado al arte y a la música sagrada al servicio de la Liturgia, con el que se pretende impulsar cuanto se dice a este respecto en los capítulos 6 y 7 de la Constitución «Sacrosantum Concilium», del Concilio Vaticano II. Es algo que era muy necesario para poder responder de la mejor manera posible y adecuada a las exigencias que, en este doble campo, tiene la liturgia. No cualquier expresión musical ni artística responden a la naturaleza de la liturgia, que tiene sus propias leyes que hay que salvaguardar. Si hoy debemos profundizar en la renovación litúrgica querida por el Vaticano II y potenciar la belleza que en sí misma es y ha de tener la liturgia, un aspecto fundamental para ello es la música y el arte. Que la Congregación para el Culto fomente el arte y la música para la liturgia, ofrezca criterios y orientaciones para este fin en conformidad con las enseñanzas abundantes y con la riquísima tradición de la Iglesia, favorezca relaciones con músicos, arquitectos, pintores, orfebres, etc. Es muy importante; y esto requiere una atención específica y concreta. Por eso y para eso se ha creado este «ufficio» o departamento.
- En los últimos 50 años hemos asistido a la construcción, en todo el mundo, de Iglesias que parecen garages, bloques de cemento y demás monstruos. ¿Cuáles son las características que debería tener, según su opinión, una Iglesia católica?
El Catecismo de la Iglesia católica lo expresa de una manera muy clara y sencilla. Este Catecismo presenta la Iglesia-edificio en dos números. En uno dice que las Iglesias «no son simples lugares de reunión, sino que significan y manifiestan a la Iglesia que vive en ese lugar, morada de Dios con los hombres reconciliados y unidos en Cristo». Se entiende que el objetivo más profundo de la existencia de un edificio sagrado, no sea simplemente el hacer posible la reunión de los fieles. Esto es mucho, pero es poco. En realidad, la Iglesia es el lugar del encuentro con el Hijo de Dios vivo, y así es el lugar del encuentro entre nosotros. El Catecismo añade que en la «casa de oración se celebra y se reserva la Eucaristía, se reúnen los fieles y se venera, se adora, para ayuda y consuelo de los fieles, la presencia del Hijo de Dios, nuestro Salvador, ofrecido por nosotros en el altar del sacrificio. Esta «casa de oración» debe ser hermosa y apropiada para la oración, para la adoración y para las celebraciones sagradas. En esta «casa de Dios», la verdad y la armonía de los signos que la constituyen deben manifestar a Cristo que está presente en este lugar». En fidelidad a estos criterios elementales habrían de ser edificadas las nuevas Iglesias, como se ha hecho en la larga y riquísima tradición de la Iglesia, y así tenemos esas muestras tan extraordinarias de arte. En este siglo, por citar a una Iglesia emblemática que los tiene muy en cuenta, me remito a la Basílica de la Sagrada Familia, de Antonio Gaudí, en Barcelona.
- ¿Cómo definiría el estado de la música y del canto para la liturgia?
Es preciso reconocer que, a pesar de algunos esfuerzos loables y bien logrados, la música y el canto en la liturgia necesitan una renovación y un nuevo impulso. No olvidemos que la gran renovación litúrgica de San Pío X vino impulsada y acompañada por la espléndida renovación del canto y de la música en la Liturgia llevada a cabo por él. No habrá hoy la urgente y necesarísima renovación si no emprendemos un trabajo serio y eficaz en la renovación de la música y del canto, que no es un aspecto para hacer más gratas las celebraciones, como adorno, sino un elemento de la misma celebración que nos sitúa ante el Misterio, ante la presencia de Dios mismo, que ha de corresponderse con aquello que acontece en la celebración litúrgica, esto es, que el «cielo se abre a la tierra».
- Usted es el Prefecto del Culto Divino desde hace cuatro años. ¿Puede recordar brevemente el trabajo que ha llevado a cabo y explicar cuáles son los objetivos para el futuro inmediato?
Sí, se han cumplido en este mes de diciembre cuatro años de mi llegada a este Dicasterio. En ellos, siguiendo la labor rigurosa y muy valiosa de mis antecesores, no he pretendido otra cosa que impulsar la renovación litúrgica del Vaticano II y ese será mi objetivo en el nuevo año. A este fin, además de la necesaria reorganización y nuevo Reglamento del Dicasterio que lleva su complejidad, se está trabajando en ofrecer «orientaciones y directrices para la formación litúrgica» de sacerdotes, de aspirantes al sacerdocio, de personas consagradas, de colaboradores parroquiales en las celebraciones litúrgicas, de fieles cristianos en general, que ayuden a conocer más y asimilar mejor las enseñanzas sobre la liturgia del Vaticano II, en continuidad con la rica Tradición eclesial. Se está preparando también un instrumento, un subsidio, para ayudar a celebrar bien y a participar adecuadamente en la Eucaristía. Se están revisando las «introducciones a los distintos rituales para los sacramentos»: está muy avanzado el que se refiere al sacramento de la penitencia; se está trabajando en la introducción a los sacramentos de iniciación y lo que se refiere a la iniciación cristiana en sí y a la renovación de la pastoral de iniciación; espero que en pocos meses esté la nueva introducción al Ritual para el culto eucarístico fuera de la Misa, particularmente de la adoración eucarística; igualmente está avanzando cuanto se refiere a la actuación del Ritual de Exequias y su introducción. Continúan los trabajos para un quinto volumen de la Liturgia de las Horas. Espero que en unos meses se finalice el borrador del Directorio para la Homilía y se termine un volumen con sugerencias para las homilías para los tres ciclos litúrgicos siguiendo el Catecismo de la Iglesia Católica. No puedo dejar de mencionar lo que ya se está haciendo en el nuevo departamento de «arte y música para la liturgia»: entre otras cosas, preparación de los directorios correspondientes para la música y el arte, en los que ya se está trabajando. Además de otros trabajos en proyecto, y de los encuentros continentales con responsables de la liturgia de las diferentes Conferencias Episcopales, hay que mencionar también la preparación del Simposio Internacional que en febrero de 2014 se realizará sobre la Constitución conciliar sobre la liturgia «Sacrosanctum Concilium», que esperamos tenga una significativa resonancia.
- ¿Y la corrección de abusos litúrgicos?
Un asunto que también merece mencionar entre las atenciones de la Congregación es el de las «Visitas ad Limina» de los Obispos, que son de gran interés para difundir los principios para la profundización en la renovación litúrgica querida por el Vaticano II, sin descuidar la ayuda en la corrección de algunos abusos litúrgicos como puesta en práctica de aquella importante Instrucción de la Congregación para el Culto Divino y de la de Doctrina de la Fe, «Redemptoris Sacramentum», escrita para corregir abusos y ayudar a celebrar y participar bien la liturgia. Todo contribuirá al objetivo principal de que la liturgia ocupe el lugar central que le corresponde en la vida de la Iglesia. Espero que el 2013 sea un año importante en este campo. Me contentaría, sobre todo, con que este Año de la Fe en que nos encontramos se revalorice y revitalice la Eucaristía Dominical, que recuperemos el Domingo y se participe más y mejor en el sacramento de la Penitencia. No obstante la Congregación seguirá adelante con los trabajos que he enumerado.
- Según su opinión, ¿cuál es el estado de la liturgia católica en el mundo? ¿Es cosa del pasado la estación de los abusos?
Estoy hablando de profundizar en la renovación litúrgica querida por el Vaticano II, señal clara del estado en que se encuentra la liturgia católica en el mundo. No atraviesa su mejor momento. Claramente necesita revitalizarse, reavivar el verdadero y sentido sentido de la liturgia en la vida cristiana y en la vida de la Iglesia. Se ha hecho mucho, sin duda, pero resulta insuficiente y se necesita hacer más, sobre todo en la línea de que las enseñanzas del Vaticano II entren en la conciencia de cuantos formamos la Iglesia para que, en verdad, la liturgia sea centro de la Iglesia, se a fuente y culmen de la vida cristiana. Desgraciadamente, además de una cierta rutinización de la liturgia y la superficialidad o exterioridad de errores en la fe, a la par que conduce a una desfiguración de esa fe; poner el máximo empeño en corregir abusos es trabajar a favor de la fe; siempre, pero sobre todo este Año de la Fe, todos tenemos una gran responsabilidad en este tema, particularmente los Obispos.
- ¿Cómo van las traducciones del nuevo Misal a las diferentes lenguas?
Las traducciones en lengua vulgar del Misal van a buen ritmo. Como es sabido, se aprobó ya la traducción en lengua inglesa para todos los países anglófonos. Ha llegado la traducción italiana y se está trabajando en su revisión: espero que no tarde mucho su aprobación. También han llegado dos traducciones en lengua española, la de la Conferencia Episcopal de México y la de la Conferencia Episcopal de España; espero igualmente que no se tarde mucho en su aprobación. Esperamos que lleguen la de los países de lengua alemana, francesa, portuguesa tanto para Brasil como para Portugal y el resto de los países de lengua portuguesa. Con todos ellos, la Congregación está en relación muy directa y colabora estrechamente.
- ¿Cambiará también en Italia la fórmula de la consagración, pasando de «por todos» a «por muchos»?
Después de la Carta del Santo Padre sobre este tema, tan razonada y convincente, no creo que cambien las cosas: será «por muchos». Las palabras de la consagración en la Santa Misa dependen directamente de la aprobación del Papa.
- ¿La constitución conciliar «Sacrosanctum Concilium» sigue vigente? ¿Ha sido aplicada?
La Constitución «Sacrosanctum Concilium» es de una actualidad total y de una riqueza admirable de contenido. Si bien es cierto que lo más visible de la renovación conciliar aparece en la reforma litúrgica, también es cierto que la verdad de la liturgia y las enseñanzas sobre el sentido y espíritu de la liturgia conforme a «Sacrosanctum Concilium» no han entrado suficientemente, no han calado con la profundidad requerida en la mente y en la vida del Pueblo de Dios. Necesitamos, por ello, ahondar más en ella y habrá un nuevo resurgir en la Iglesia, un vigor evangelizador nuevo, una renovación grande de la Iglesia. No está en cambiar las formas, sino entrar, para vivirla, en la interioridad de la sagrada liturgia. Por eso, personalmente, no hablo de «reforma», sino de profundización en la renovación litúrgica querida por el Vaticano II.