Trento y sus frutos: Verdadera Modernidad

La fe católica reafirmada en Trento y la batalla de las ideas que desde él se desplegó, llevó a un nuevo optimismo en la sociedad española de mediados del siglo XVI, a pesar de las bancarrotas de Carlos V y Felipe II y de la multiplicidad de frentes militares abiertos.

¿Qué significa Trento? ¿Cuáles son sus aspectos más esenciales? ¿y sus frutos? En su Memorial elevado a Trento, San Juan de Ávila veía así los males de la Iglesia:

en tiempo de tanta flaqueza como ha mostrado el pueblo cristiano, echen mano a las armas los capitanes, que son los prelados, y esfuercen al pueblo con su propia voz, y animen con su propio ejemplo, y autoricen la palabra y los caminos de Dios, pues por falta de esto ha venido el mal que ha venido… Déseles regla e instrucción de lo que deben saber y hacer, pues, por nuestros pecados, está todo ciego y sin lumbre. Y adviértase que para haber personas cuales conviene, así de obispos como de los que les han de ayudar, se ha de tomar el agua de lejos, y se han de criar desde el principio con tal educación [Seminarios], que se pueda esperar que habrá otros eclesiásticos que los que en tiempos pasados ha habido […] Fuego se ha encendido en la ciudad de Dios, quemado muchas cosas, y el fuego pasa adelante, con peligro de otras. Mucha prisa, cuidado y diligencia es menester para atajarlo”[1].

Por su parte Lutero rabiaba: “Habría que hacer prisionero al Papa, a los cardenales y a toda esa canalla que lo idolatra y santifica; arrastrarlos por blasfemos y luego arrancarles la lengua de cuajo y colgarlos a todos en fila en la horca […] Entonces se les podría permitir que celebraran el concilio o lo que quisieran desde la horca, o en el infierno con los diablos”[2].

Lutero, tras su ruptura definitiva con la Iglesia Católica, no sólo rechazó el papado sino que calificó de idolátrica la doctrina católica de la misa porque en ella veía una recaída en la Ley, con la consiguiente negación del Evangelio. En verdad no era esto lo que quería la Christianitas occidental. Las ansias de reformatio Ecclesiæ in capite et in membris era necesaria y querida por el conjunto de La Christianitas  en la frontera de 1500 y primeras décadas del siglo XVI, pero en un sentido muy diferente al que proponía Lutero. Juan de Ávila lo veía claro: acabar con el mal ejemplo de los sacerdotes, la falta de buena formación de éstos y que los eclesiásticos sean auténticos pastores que eduquen y velen por el bienestar del pueblo de Dios. Bienestar en la recta fe y en las cosas de este mundo, para que el pueblo de Dios –su Iglesia- sea reflejo de la Ciudad de Dios.

Esto fue y significó Trento, habiendo dos temas esenciales y conexos: la Salvación y la Libertad. De estos tema derivaban tres cuestiones principales: la Gracia y la Justificación, y su expresión en la Sagrada Liturgia, la mejor y más universal escuela de la doctrina católica, donde constantemente se enseña la Doctrina Católica y, mediante los sacramentos y las oraciones, se da primacía absoluta la Gracia y se invoca a su único Hacedor. Esto es, la Santa Misa como compendio de toda la Economía de la Salvación.

En estos tres temas se contienen otros como los referidos sobre los Sacramentos o el sacerdocio así la educación y formación del pueblo católico, por ejemplo. En definitiva, se trataba de clarificar, exponer y reafirmar la Doctrina y proponer vías de enseñanza Magisterial que debería ser seguida en los centros de enseñanza a todos los niveles.

Asimismo Trento no es la Contrarreforma. Trento es el triunfo de la libertad; es decir, de la posibilidad de colaborar en la obra divina o de oponerse a ella. Qué diferencia con el protestantismo luterano y calvinista, que niegan la libertad de la persona al defender la predestinación.

La libertad da la posibilidad a cada persona de escoger y cambiar su vida para salvarse, mientras que la predestinación convierte a las personas en esclavos que se mueven al gusto y ritmo de un dios que  no ama. Y no ama porque impone un destino al hombre, que queda sometido a éste. El dios de Lutero y Calvino esclaviza, el Dios católico ama porque hace libre al ser humano. De tal manera la Gracia sostenida por Lutero y Calvino encuentra al hombre corrompido y corrompido lo deja. Es más, la Gracia no es necesaria porque el hombre ya tiene un destino marcado por Dios dado lo cual es inútil hacer y obrar para salvarse.

Es así que con la expansión de las ideas luteranas y calvinistas la acción de la Gracia había quedado reducida a no otorgar al hombre la imputabilidad del pecado, porque con la predestinación el hombre ya no es libre y, por lo tanto, no se le puede imputar la responsabilidad del pecado que cometiese. Esta era la salida que Lutero y Calvino ofrecían al ser humano Moderno para mantener la esperanza: basta creer para salvarse y, en consecuencia, no importa cómo se actúe o qué se defiende y a quién se sirve. Por lo tanto, la Gracia quedaba convertida en el sueño de no acabar siendo culpado por nuestros pecados. Se abría, así, un resquicio a la esperanza en una posible salvación.

Sin embargo, en Trento se afirmó la existencia de la libertad  humana para seguir a Dios o rechazarle. Y esta reafirmación fue posible porque en Trento también se ratificó que Dios crea al ser humano moral, racional y libre y, por lo tanto, responsable. Y sólo desde la moral, la razón, la libertad y la responsabilidad tiene sentido la Gracia. Tal es así que en Trento la Gracia volvió a ser puesta en el sitio que le corresponde. Sitio del cual Lutero y Calvino intentaron desbancarla.

Los católicos, con el Papa a la cabeza, no creemos que la Gracia sea una ficción ni un sueño de esperanza sino algo real. Con la Gracia, reafirmada en Trento, queda puesto de manifiesto la más excelsa combinación de Justicia y Misericordia de Dios como auténtico Salvador. Algo que Dios da gratuitamente (Gracia o Merced, algo que se da gratuitamente incluso sin merecerlo, es lo que significa). Así con la Gracia, reafirmada en Trento, el hombre ya no está bajo la servidumbre del pecado y tiene la posibilidad de una renovación total y vital y real, mediante el reconocimiento del pecado y la culpa, y mediante el dolor del pecado, y mediante el arrepentimiento personal, el perdón personal, y mediante la reparación personal (responsabilidad). Es así como el hombre puede levantarse de su caída y tener un nuevo volver a empezar a trabajar. De tal manera fe y obras quedaron reconjugadas en Trento. Esta es la estupenda siembra del siglo XVI católico y español que plantó batalla intelectual y política a La Modernidad y a su sistema filosófico y político.

Los frutos de Trento se irradiaron a todos los ámbitos, sectores y ambientes (ordenes religiosas, literatura, arte, historia, administración económica y política…). Ahí tenemos a la Escuela de Salamanca. Fue un grupo de teólogos y juristas (Vitoria, De Soto, Azpilcueta, Saravia o los hermanos Covarribias) que enseñaron en las principales universidades de la Cristiandad occidental (Valladolid, Salamanca, Alcalá, Sorbona) y reinterpretaron -con éxito- el Tomismo y el Erasmismo desde la Doctrina católica, conjugándolos para dar nuevas soluciones a los problemas morales, jurídicos, administrativos, militares y económicos de la Monarquía Hispánica. Esta labor supuso la superación del Humanismo renacentista para dar nacimiento al Barroco, tan denostado desde las filas de los estado-iglesias reformadas. Aún hoy el Barroco y su sistema mental, filosófico y cultural siguen siendo denostados no sólo desde fuera del catolicismo, también desde dentro; por sectores protestantizados.

La fe católica reafirmada en Trento y la batalla de las ideas que desde él se desplegó, llevó a un nuevo optimismo en la sociedad española de mediados del siglo XVI, a pesar de las bancarrotas de Carlos V y Felipe II y de la multiplicidad de frentes militares abiertos, con la constante sangría de recursos humanos y financieros. Este optimismo permitió la superación de los recuerdos las comunidades y germanías y del rencor hacia un rey extranjero ya hecho español, para aceptar la nueva misión de España y su mundo en el mundo.

Desde Trento ya no hubo ruptura entre la España de los Reyes Católicos y la imperial de Carlos V. Surgió un hilo de continuidad entre una y otra, expresado en el Barroco. Vitoria, García Matamoros, Vives, Laguna, Campanella[3], defendieron la tesis de que el proyecto de los Reyes Católicos y el ideal de Universitas Christiana habían germinado y se había hecho realidad con Carlos V. Para ellos la Monarquía Católica Universal, es decir, el sueño medieval de globalidad de la Romanidad Cristiana de Europa, se había encarnado en España y desde España dando lugar a la Monarquía Hispánica.

Para estos intelectuales, la Monarquía Católica de España con su modo de gobierno (el sistema polisinodial) era el prototipo ideal para la unidad política de La Cristiandad articulada en reinos, principados, ciudades..., porque hacía compatible la conservación y continuidad de estos con su agrupación bajo una supraestructura gubernativa central fuerte y bajo una sola dirección común. Estas eran las necesidades del nuevo Estado Moderno que se estaba construyendo en y desde España. Así, con la Monarquía Hispánica se podría reunificar a La Cristiandad y restaurar la Res publica Christiana-Romana[4].

Este renovado optimismo también fue fuente de inspiración para artistas, quedando reflejado en las construcciones  arquitectónicas, en la escultura, en la pintura, en las composiciones musicales y en las demás artes.

Junto a la palabra de los oradores, las artes (especialmente la imaginería) fueron el instrumento más utilizado por la Iglesia para la difusión de la fe y doctrina católica reafirmada en Trento. Fue en este ambiente donde el retablo adquirió su mejor función y perfeccionamiento. El retablo acabó integrándose en todo un complejo arquitectónico –como cabe denominar a los templos barrocos- centrado en el altar mayor, núcleo de la celebración litúrgica, máxima expresión sacrifical fundamental y principal de la Doctrina. En torno a estos elementos se distribuirían armónicamente columnas, hornacinas, arcos, capillas, coros, imágenes… transmitiendo pasión y alegría por la auténtica Gracia Salvadora. Esto es Esperanza. Toda una ventana a través de la cual la Ciudad de Dios se hace cercana al Hombre Moderno.

La Esperanza también se manifestaría en la música que armoniza la celebración litúrgica (de los Francisco Soto, Rodrigo de Ceballos, Esquivel de Barahona o Petruchi y Encina a los Monteverdi y Gabrieli). Qué diferencia de la parquedad, de la rigidez y de las tristezas puritanas protestantes.

Todo este contexto también se refleja en la expresión de la religiosidad popular. El pueblo reunido en las festividades religiosas, como la Pasión y el procesionismo. En estas festividades se hace todo un alarde de arte y fe mediante la representación del sufrimiento y del dramatismo de la muerte, los cuales nos revelan que estos son parte del ser humano y de su vida, y así también forman parte del misterio de Dios.

Con Trento la siembra católica del siglo XVI español fue fecunda. Gracias a Trento continuamos hoy reafirmándonos como seres morales, racionales, libres y responsables. Aquí están las bases de todo ordenamiento moral, justo y democrático. Pero sobre todo, Trento nos reafirmó y nos continuó dando autentica Esperanza. La Esperanza reafirmada en la Doctrina. Trento aún hoy continúa irradiando su luz al mundo.

 

Antonio Ramón Peña Izquierdo, Dr. en Historia

 


[1] Memorial a Trento II, 41, 51.

[2] En Ratzinger, J.; Iglesia, Ecumenismo y Política. Nuevos ensayos de eclesiología, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid 1987, 120-121.

 

[3]CAMPANELLA, T.; La Monarquía Hispánica. Centro de Estudios constitucionales, Madrid, 1982. VITORIA, F. DE; Relectio de iure belli. Ed. L. Pereña Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid, 1981. Id.; De indis et de iuris belli relations. Ed, Ernest Nys, Carnegie Institution of Washington, 1917. GARCÍA MATAMOROS, A.; De assere[n]da hispanoru[m] eruditione siue de viris Hispaniae doctis narratio apologetica. Complvti (Alcalá de Henares), ex officina Ioannis Brocari J., 1553. VIVES, J.L.; De Europae dissidiis et republica. Ayuntamiento de Valencia, 1992. Id.; Epistolario, Ed. José Jiménez Delgado, Ed Nacional, Madrid, 1978. LAGUNA, A.; Discurso sobre Europa. Diputación Provincial de Segovia, 1963. Id.; Europa heautentimorumene, es decir, que míseramente a sí misma se atormenta y lamenta su propia desgracia. Int., ed., trad. y notas Miguel Ángel González Manjarrés, pról. Joseph Pérez, Junta de Castilla y León. Consejería de Educación y Cultura, Valladolid, 2001.

[4]Sobre los factores de la continuidad y discontinuidad entre los Reyes Católicos y la Monarquía de los Austrias vid. BELENGUER, E.; El imperio hispánico, 1479-1665, Grijalbo, Barcelona, 1995.

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18 comentarios

DEOLAVIDE
Un magnífico artículo con el que estoy en todo de acuerdo.
En todo, excepto en la conclusión optimista del autor cuando afirma: “Trento aún hoy continúa irradiando su luz al mundo”.
Esto no es así. Desgraciadamente la luz de Trento se apagó ha mucho. Desgraciadamente, el hombre “Moderno”, la “Modernidad” que hoy impera en el mundo (versión postmoderna) no es la derivada de Trento sino la que deriva de Lucero y Calvino. No es la que deriva de la catolicidad sino del protestantismo.
18/05/11 11:50 AM
JUAN IGNACIO VARGAS
Mi más cordial enhorabuena por tan exhaustivo y rigurosa exposición de lo que fue la Reforma Católica o Tridentina (mal llamada Contrarreforma)basada en la caridad, la Sagrada Escritura, los Sacramentos y la lealtad al Primado de Pedro. Manifestada en los aspectos aquí mencionados de religiosidad, política, filosofía, derecho y artes en general.

Un claro ejemplo fue el hecho de que el Papado diera a los RR.CC. la facultad de evangelizar las Indias (Patronato Regio que más tarde se desarrollará)décadas antes que la Reforma Protestante puesto que ya, en España, se había dado la Reforma Católica -de la que la Iglesia andaba tan necesitada- sin la ruptura y extravagancias -apoyadas en crisis políticas y económicas- de los protestantes. Sin olvidar a los "buques insignia" de la Reforma católica habida en España como Sta. Teresa de Ávila, S. Juan de la Cruz o S. Ignacio de Loyola entre otros muchos.
18/05/11 4:54 PM
Vicente
tb. en nuestros días tenemos el Vaticano II, genial,
para lanzarnos a cristianizar la sociedad.
18/05/11 5:17 PM
Forestier
Es indudable que el Concilio de Trento abrió un período de extraordinaria fecundidad para el presente y futuro de la Iglesia, pero el Concilio impelido por las circunstancias históricas de atajar la pretensión de disolver el sacramento del orden ministertial,uno de lso principales ataques del protestantismo, no le quedó otro remedio que profundizar de forma prioritaria sobre la formación y vida de los clérigos y religiosos consagrados, pero de rebote, al no hacerse cargo de la via de los laicos, reforzó y consolidó el papel de segunda clase del laicado que continuara yendo a remolque de las tareas emprendidas por los clérigos y los religiosos. Será en el Concilio Vaticano II, cuando se se asentará la importancia santificadora de las tareas seculares.
19/05/11 12:08 PM
Antonio
De vuestros comentarios me está comenzando a rondar por la cabeza que, cuando pueda, tendré que tratar del último concilio doctrinal que fue el Vaticano I y ponerlo en relación con Trento y con el Vaticano II. gracias por vuestras aportaciones.
19/05/11 8:24 PM
Luis Fernando
Antonio, eso de concilio doctrinal versus concilio pastoral es un error. El CVII tiene constituciones dogmáticas. Y si son dogmáticas, obviamente obligan.
Otra cosa es que no haya una lista de cánones.
19/05/11 8:26 PM
Antonio
Correcto luisfe, lo que quiero demostrar es que no hay una ruptura entre todos ellos, sino una continuidad y que si alguno piensa que por destacar Trento se está minusvalorando el Vaticano II está equivocado. Pero claro este es otro tema que si tengo tiempo trataré algún día.
19/05/11 8:43 PM
Luis Fernando
Trento es gloria de la Iglesia. Y el que no entienda eso, es que no sabe bien lo que es el catolicismo y la importancia vital de ese concilio.
19/05/11 9:18 PM
Vicente
Trento es gloria de la Iglesia y el Vaticano I y el II también lo son. Hay una impresionante continuidad en la doctrina de la fe y costumbres. Hemos de valorar cada Concilio en su época y momento dentro de la gran Tradición de la Iglesia.
19/05/11 9:33 PM
jorge
Si bien Trento no es la Contrrareforma, no hay dudas que ésta le sigió. Y le siguieron a Trento las guerras religiosas que devastaron Europa, en particular al Sacro Imperio Romano Germánico.

Respecto a España, su universalidad no se dió con Trento sino con la expulsión de los árabes y el descubrimiento de América, 60 años antes. Luego de Trento los Habsburgo hicieron de España y sus colonias no una mancomunidad sino un imperio desperdiciando la oportunidad de difundir la cristiandad junto con la libertad y el progreso. Norteamérica, colonizada después, era más libre que las colonias hispanoamercanas. Los Borbones hicieron lo correcto pero tal vez era ya un poco tarde para España.

Y no olvidar que Trento significó el ascenso de la Compañía de Jesús, institución que un par de siglos despúes fue suprimida por el Papa Clemente XIV...vaya historia de Trento...
20/05/11 3:57 AM
Frajo
Enhorabuena por aclarar la importancia de Trento. Un Concilio sin complejos convertido en Categoría histórica de la Modernidad como ninguno antes, y a las antípodas de un Concilio Vaticano II entreguista donde los haya, y que ha dejado a la Iglesia Universal como un pollo sin cabeza, con un Papado consciente de lo que pasa, pero en buena medida atado de pies y manos, cercado cada vez< más por todos lados.
20/05/11 6:50 AM
Antonio
Desistan todos aquellos que creen que el tema es Trento contra CVII. No, es sencillamente dar razones para que la gente tenga suficientes datos para rebatir la leyenda negra sobre Trento que tanto ha calado en la mentalidad y cultura de la masa. Esta cuando oye la palabra Trento enseguida salta con expresiones como retrógrados, oscurantistas etc. Pues no.
Además, recogiendo algunas ideas que van surgiendo en los comentarios, viene a mi mente las declaraciones del Papa sobre la hermenéutica de la continuidad. Nada más ser elegido papa, uno de sus primeros discursos (a la curia romana) decía:
"¿Por qué la recepción del Concilio, en grandes zonas de la Iglesia, se ha realizado hasta ahora de un modo tan difícil? Pues bien, todo depende de la correcta interpretación del Concilio o, como diríamos hoy, de su correcta hermenéutica, de la correcta clave de lectura y aplicación. Los problemas de la recepción han surgido del hecho de que se han confrontado dos hermenéuticas contrarias y se ha entablado una lucha entre ellas. Una ha causado confusión; la otra, de forma silenciosa pero cada vez más visible, ha dado y da frutos".
Este es un aspecto en el que el Papa viene insistiendo. Y aquí, en resaltar la adecuada interpretación conciliar, está la gran labor a la que actualmente se está lanzando el Papa.
20/05/11 9:28 AM
Antonio
Debemos ser conscientes de que siempre ha habido herejías y rupturas por dos extremos, aquellos que rompían con la Iglesia por considerar que se había apartado de la fe y pretendían ser más papistas que el papa y, en defensa de la Tradición rompían con ella sublevandose a Pedro- Por el extremo opuesto siempre ha habido quienes no han aceptado las verdades de fe porque humanamente no les ha convenido, o les ha sido difícil aceptarlas y acomodar su vida a ellas. Han preferido y luchado para acomodar las vedades de fe a sus modos y estilos de vida y de ahí sus pretensiones reformistas y de cambios. Y si alguna verdad de fe se hace incompatible con sus razones humanas y modos humanos pues han luchado y luchan para eliminarlas, extinguirlas y anularlas de los documentos, del catecismo, e incluso de la conciencia y mentalidad y cultura del pueblo de Dios. Estos dos son los grupos reformistas en la discontinuidad y la rupturista. Lo que quieren es fundar sus nuevas Iglesias en la iglesia. pero ante la imposibilidad de conseguirlo muchos de ellos pretenden la destrucción de la Iglesia y su disolución en una supraestructura espiritualista mundial. Pero sabemos que unos y otros tienen la guerra perdida (aunque a veces parece que ganen batallas) sencillamente porque “las puertas del Hades no prevalecerán” contra Pedro.
20/05/11 9:30 AM
Ricardo de Argentina
Recuerdo que hace ya una punta de años atrás, cuando mis hijos iban a la primaria, escuché afirmar a una monja progre de mi parroquia ciertas cosas inaceptables sobre los novísimos. Consulté al director de la escuela católica adonde concurrían mis hijos, un sacerdote adscripto al Opus, y éste me dio un libro y algunas ideas para poder ilustrarme.
Así armado me apersoné a la monja -superiora de la congregación- quien me atendió amablemente. Pero sólo hasta que se dio por enterada de mis cuestionamientos. Como sus respuestas eran huecas y además, contradictorias con lo que me había asesorado el cura, insistí en mis planteos, entonces se levantó "invitándome" a despedirme, con estas palabras : "Pero Ricardo, eso que usted plantea significa que regresamos a Trento, ¡por favor!".
21/05/11 3:01 PM
Chimo Vice
Ricardo, yo le hubiera contestado a la señora en cuestión: "Pues de eso se trata, volver a Trento y reconocer su riqueza y sus frutos por el bien de la Iglesia, ¿eso le molesta?"
21/05/11 9:01 PM
Ricardo de Argentina
Chimo, claro que sí. Pero en ese entonces yo apenas sabía que Trento había sido un concilio más de la Iglesia, no tenía argumentos para rebatirla. Pero tengo memoria, y con el paso del tiempo y con un poco de formación que uno va adquiriendo, me he dado cuenta de la barbaridad que me dijo.

Esa monja vieja ya no está más en esta comunidad de la congregación, y las que hay ahora mantienen un perfil mucho más aceptable. Demos gracias a Dios.
22/05/11 3:18 PM
José María (de Málaga)
La lástima es que, para algunos, sólo existe el Concilio Vaticano II.
27/05/11 7:47 AM
josé
ahora hemos de esforzarnos en poner en práctica el Vaticano II.
31/05/11 1:27 PM

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