El cazador del Paraíso (Mt. 25, 40)

“Verás muchas familias dispersas, muchos establecimientos arruinados, muchos almacenes cerrados, muchas empresas y compañías en suspensión de pagos, muchos negocios frustrados, quiebras sin número, inmensos trastornos y desgracias sin cuento. Ante este cuadro tristísimo exclamarás sin duda: ¡Pobre mundo, infeliz sociedad! Ahora bien, si buscas el origen de todos estos desastres, hallarás que una de las causas principales es la crueldad con que se trata a los difuntos, descuidando el socorrerlos como es debido, y no cumpliendo los legados piadosos: además, se cometen una infinidad de sacrilegios, es profanado el Santo Sacrificio, y la casa de Dios, según la enérgica expresión del Salvador, es convertida en cueva de ladrones.”
¿De quién es esa cita? Del “Gran cazador del Paraíso”, como le llamaba su amigo, el Papa Benedicto.

Del
El camino
En 1925, el Papa Pío XI declaró en su encíclica
La inspiración de este blog es la alegoría de la Vid que explicó Nuestro Señor Jesucristo la noche antes de morir. En la Última Cena, la primera del Amor Sacramentado, nuestro mejor Amigo quiso quedarse con nosotros para siempre y la despedida se convirtió en el deseo de que nadie se apartara de su Amor. “Yo soy la vid. Vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto, porque sin mí no podéis hacer nada.” (Jn 15, 5) Eso mismo reconoció la Virgen María al aceptar en su seno a Emmanuel (“Dios con nosotros”) diciendo: “He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra” (Lc 1, 38).
Bienvenidos. Soy una católica practicante que nació en Madrid pero que ahora vive en los Estados Unidos. Llevo nueve años y medio felizmente casada y tengo dos hijos.





