¿Ayuda más la razón o la emoción en la lucha contra el aborto?

En la Fiesta de los Santos Inocentes, uno podría preguntarse cómo el rey Herodes sería capaz de un crimen tan terrible como el de mandar la muerte de todos los niños menores de dos años en Belén simplemente por temor de que uno usurparía su trono en un muy distante futuro.

Igual que hay diferentes formas de esta demencia, que es desorden de la razón, hay también diferentes formas de esta locura peor que es el pecado. En un manicomio hay diferentes formas de enajenación, y así, el mundo entero es un vasto manicomio, en el que sus habitantes, aunque bastante sagaces en asuntos de este mundo, están en materia espiritual locos de un modo o de otro.” (Cardenal J.H. Newman, “Sermón en el Dom. II de Cuaresma: mundo y pecado”).

Sto. Tomás de Aquino explica: “Dos pasos da el diablo: primero engaña, y después de engañar intenta retener en el pecado cometido.” (“Sobre el Padrenuestro”,1. c. , p. 163). Añade este santo:

“No se conforma el demonio con un pecado, sino que se afianza más en él para empujar a otro: El que comete pecado, ‘esclavo es del pecado’ (Jn 8,34). Por eso no es tan fácil librarse de tal situación: dice Gregorio: ‘Pecado que no se lava por la penitencia, arrastra sin tardar a otro con su peso’” (“Sobre la caridad”,1. c. , p. 231).

¿Se puede frenar la locura del pecado? ¿Es más eficaz la razón o la emoción en la lucha moderna contra la matanza de inocentes que es el aborto?

Por los efectos del pecado mortal en las almas, quizás es difícil para los que procuran o practican abortos entender razonamientos como éstos del lector Ignacio:

“En la teología católica, cuando existe una ley dudosa pueden aparecer estas tres tendencias moralistas: Rigorismo, equiprobabilismo y probabilismo. Me explico: Rigorismo= la ley prevalece en la duda y por tanto debo seguirla antes que inclinarme por mi libertad. Probabilismo= ‘in dubio libertas’, si la ley no es clara puedo pensar en lo que podríamos llamar su nulidad y conculcarla libremente. Equiprobabilismo: En caso de duda solo violaré una ley cuando tenga otros motivos que compensen esa trasgresión. Pero ahí está nuestra cuestión. En casos de validez o de vida y muerte no puedo seguir el probabilismo ni el equiprobabilismo, mas tengo que seguir el tutiorismo o rigorismo.

“Ese es el caso de cuando comienza la vida humana. Aunque todos los científicos están conformes en que en el momento de la primera divisón celular tenemos dos células diferenciadas [en endometrio e placenta] y por tanto ya el embrión vive su vida, bastaría solo que una parte de la ciencia dudase, para no poder seguir el probabilismo y tener como humano ese minúsculo ser en que se encuentra diferenciado el ADN propio.”

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Quizás podrían entender mejor los que apoyan el aborto un texto que me mandó el lector José de María sobre el aborto que se oye en este vídeo:

Copia de lo que se oye en el vídeo:

“Llega una mujer muy asustada al consultorio de su ginecólogo y le dice: “Doctor, por favor, ayúdeme, tengo un problema muy serio. Mi bebé aún no cumple un año y ya estoy de nuevo embarazada. No quiero tener hijos en tan poco tiempo, prefiero un espacio mayor entre uno y otro.”

“El médico, entonces, le preguntó: “Muy bien, entonces, ¿qué quiere que yo haga?” Ella respondió: “Deseo interrumpir mi embarazo y quiero contar con su ayuda.”

“El médico se quedó pensando un poco y, después de algún tiempo de silencio, le dice a la mujer: “Creo que tengo un método mejor para solucionar el problema y es menos peligroso para usted.”

“La mujer sonrió pensando que el médico aceptaría ayudarla, él siguió hablando: “Para no tener que estar con dos bebés a la vez en tan corto espacio de tiempo, vamos a matar este niño que está en sus brazos; así usted podrá descansar para tener al otro. Tendrá un período de descanso hasta que el otro niño nazca. Si vamos a matar no hay diferencia entre uno y otro de los niños y hasta es más fácil sacrificar éste que usted tiene entre sus brazos puesto que usted no correrá ningún riesgo.”

“La mujer se asustó y dijo: “¡No doctor, qué horror! ¡Matar a un niño es un crimen!” [El médico le dice]: “También pienso lo mismo señora pero me pareció usted tan convencida de eso que por un momento pensé en ayudarla.”

“El médico sonrió y, después de algunas consideraciones, vio que su lección surtía efecto. Convenció a la madre de que no hay la menor diferencia entre matar a un niño que ya nació y matar a uno que está por nacer y que está vivo en el seno materno.”

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Mayor desgracia aun que la muerte de los bebés abortados es el pecado en las almas de los que procuran y practican el aborto:

“Si estamos atentos, comprenderemos que hay muertes más temibles que la de Lázaro: todo hombre que peca, muere. Todo hombre teme la muerte corporal; pero hay pocos que teman la muerte del alma. Para evitar la inevitable muerte fisica, todos hacen grandes esfuerzos: es el verdadero sentido de sus empresas. El hombre mortal se esfuerza por no morir, y el hombre destinado a vivir eternamente, ¿no se ha de esforzar en no pecar?” (S. Agustín, “Trat. Evang. S. Juan”,49).

La Ssma. Virgen María en cierta forma experimentó sin culpa alguna (ya que desde su concepción era Inmaculada por gracia de Dios) el terrible dolor de estar uno separado de Jesucristo, aunque en su caso fue sólo una separación física y no espiritual, que es la de los que cometen pecado mortal (como por ejemplo procurar o practicar un aborto).

El Evangelio de la Fiesta de la Sagrada Familia recoge su pregunta al Señor al encontrarle tras esa pérdida: “Hijo, ¿por qué nos has tratado así?” (Lc. 2, 48). Ella comprendía bien la gran pérdida que es no estar lo más cerca posible de Dios, pero es difícil para nosotros entender las terribles consecuencias para nuestras almas de no estar en gracia con Dios.

¿Por qué nos tratamos tan mal a nosotros mismos cuando pecamos?

“Todo lo que quieres y deseas es bueno. No quieres tener una bestia mala, un siervo malo, un vestido malo, una quinta mala, una casa mala, una mujer mala, unos hijos malos. Todo lo quieres bueno: pues sé también bueno tú, que todo lo quieres bueno. ¿Dónde has tropezado para que, entre todas las cosas buenas que quieres, tú sólo quieras ser malo?” (S. Agustín, “Sermón 297”).

Pero, hay esperanza:

“Padece el género humano de enfermedad; no de cuerpo, sino de pecados. Yace en toda la redondez de la tierra, de oriente a occidente, el gran enfermo. Y para curar al gran enfermo descendió el Médico omnipotente. Se humilló hasta su carne mortal, o digamos, hasta el lecho del enfermo” (S. Agustín, “Sermón 87”)

Esa gran misericordia de Dios es lo que recordamos al meditar la Natividad del Señor, y este es el remedio que nos ofrece este Niño Dios por medio de la Iglesia:

“La profundidad del pozo de la miseria humana es grande; y si alguno cayera alli, cae en un abismo. Sin embargo, si desde ese estado confiesa a Dios sus pecados, el pozo no cerrará la boca sobre él.” (S. Agustín, “Coment. sobre el Salmo 68”).

Los pecados mortales se confesan a Dios por medio del Sacramento de la Reconciliación para que sean absueltos. Tan terrible es el pecado del aborto que no puede cualquier sacerdote absolver ese pecado sin permiso del Obispo. Que los Santos Inocentes intercedan ante el Señor para que no se siga cometiendo el pecado del aborto y para que evitemos todo pecado mortal.

Preguntas del día [Puede dejar su respuesta en los comentarios]: ¿Qué efectos cree que tiene el uso de la razón o de los sentimientos en la lucha contra el aborto? ¿Qué estrategias le parecen más eficaces? ¿Conoce iniciativas que promueven la lucha contra el pecado?

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