24.01.09

Con solicitud pastoral y paterna misericordia : La remisión de la excomunión a los Obispos de la FSSPX

Hoy se ha hecho pública una buena noticia para los que amamos la unidad de la Iglesia: El Papa Benedicto XVI, mediante decreto de la Congregación para los Obispos de 21 de enero de 2009, “remite la excomunión que gravaba sobre los (…) Prelados” de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X.

Ateniéndonos al comunicado de la Sala de Prensa de la Santa Sede, algunos aspectos merecen ser destacados:

1. Los cuatro Obispos de la Fraternidad habían incurrido en excomunión “latae sententiae”, declarada formalmente por la Santa Sede, por haber sido ordenados obispos sin mandato pontificio.

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22.01.09

Teólogos nombrados obispos

Hoy he visto en vatican.va el nombramiento episcopal de Antonio Staglianò, nuevo obispo de Noto, en Siracusa. Pertenecía al clero de la archidiócesis de Crotone-Santa Severina y era, o es todavía, el director del Instituto Teológico de Calabria, en Catanzaro. Un hombre joven, de cuarenta y nueve años, y un teólogo conocido en Italia.

Recuerdo un curso que impartía, y al que yo asistí como alumno, en la Universidad Gregoriana. Estaba dedicado a San Anselmo de Aosta, un autor al que el Prof. Staglianò conocía muy bien, como se manifiesta en su denso estudio titulado “La mente umana alla prova di Dio. Filosofia e teologia nel dibattito contemporaneo sull’argomento di Anselmo d’Aosta” (1996).

Luego llegaron otros libros; bastantes libros. Que yo haya leído, un texto sobre “La Teologia ‘che serve’” (1996) y un importante manual sobre Dios, “Il mistero del Dio vivente. Per una teologia dell’Assoluto trinitario” (2002).

En Italia, y en otros países, no sorprende que los teólogos sean nombrados obispos. A pocos se les ocurriría la peregrina pregunta acerca de cuál es su “experiencia pastoral”. Porque no deja de resultar absurdo que la cualificación teológica de un nuevo obispo suscite dudas acerca de su capacidad pastoral. Como si ambas dimensiones fuesen opuestas. Como si dedicarse a la Teología, para un sacerdote, no fuese, en sí mismo, una tarea pastoral de primer orden. O como, en un supuesto aún más triste, se pudiese hacer verdadera pastoral al margen de la Teología.

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¿Por qué hay que confesarse? 10 razones en favor de la Confesión

1. Porque el pecado es una ofensa a Dios y un atentado contra la comunión de la Iglesia.

2. Porque Cristo confió al ministerio apostólico el poder de absolver los pecados: “Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les son perdonados; a quienes se los retengáis, les son retenidos” (Jn 20,22).

3. Porque la reconciliación con la Iglesia es inseparable de la reconciliación con Dios.

4. Porque el sacramento de la Penitencia es la “segunda tabla de salvación” para los que, después del Bautismo, hayan caído en el pecado grave.

5. Porque la confesión individual e íntegra y la absolución continúan siendo el único modo ordinario para que los fieles se reconcilien con Dios y la Iglesia.

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20.01.09

San Pablo: La vivencia del misterio de Cristo

Si quisiéramos acercarnos a las cartas de San Pablo, a su corpus doctrinal, no encontraríamos una “teología sistemática” al uso; es decir, un desarrollo articulado, completo, sobre Dios, sus atributos y perfecciones a la luz de los principios revelados. Las cartas de San Pablo no son, por ejemplo, la “Suma de Teología” de Santo Tomás de Aquino. Santo Tomás escribe para el aula universitaria; San Pablo difunde y expone, a las comunidades y a las personas a las que se dirige, la vivencia del misterio de Cristo.

Atendiendo a la situación y mentalidad de los destinatarios, esta “vivencia”, esta experiencia, se va concretando y explicitando. Su núcleo es siempre el mismo: Jesucristo como Salvador y como salvación de cada hombre, de todo hombre, y del mundo en su conjunto.

El legado doctrinal de San Pablo, que ha sido incluido en el canon del Nuevo Testamento como textos divinamente inspirados, es de una riqueza y de un valor permanentes. El Año Jubilar que conmemora el bimilenario de su nacimiento nos está proporcionando un regalo de singular relieve: las catequesis, que en las audiencias de los miércoles, Benedicto XVI está dedicando a la figura y a la doctrina de San Pablo.

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18.01.09

No tomarás el nombre de Dios en vano

Con su saber teológico y con su saber decir Olegario González de Cardedal ha escrito un bello artículo sobre “Dios a la vista” (La Tercera de ABC, domingo 18 de enero de 2009). “De Dios sólo se puede hablar con amor y temblor desde dentro de la verdad de la existencia, desde el estremecimiento de quien se sabe lejos de la propia dignidad humana y más lejos todavía lejos de la santidad divina. Sólo se puede hablar de Él con una razón que nace de la vida y del servicio incondicional al prójimo”, dice el catedrático salmantino.

Tiene razón. Tendemos a olvidarnos, quizá también los creyentes, del segundo mandamiento de la ley de Dios: “No tomarás en falso el nombre del Señor tu Dios” (Ex 20,7). Debemos respetar el nombre de Dios. Como enseña el “Catecismo de la Iglesia Católica”, “Dios confía su Nombre a los que creen en Él; se revela a ellos en su misterio personal. El don del Nombre pertenece al orden de la confidencia y la intimidad” (2143).

La justicia pide correspondencia. Y la confianza, confianza. Ante un Dios que nos dice su Nombre, nuestra respuesta ha de estar formada de silencio adorante, de amor que bendice, de humilde glorificación. Dios es el Santo. Banalizar su Nombre equivale a banalizar, a hacer insustancial, nuestra más profunda identidad y nuestro más alto destino: ser interlocutores de Dios, capaz de dirigirnos a Él, porque Él así nos lo concede, en la audaz osadía de la oración: “Padre nuestro”.

Tomar el Nombre de Dios en vano es un abuso de confianza, una infidelidad, una insolencia. Hasta si uno es ateo, ha de respetar el Nombre de Dios, al menos por un mínimo de consideración hacia quienes saben que en este sagrado nombre vivimos, nos movemos y existimos.

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