473 - PREPARANDO RIO+10 (IV)

PREPARANDO RIO+10 (IV)

Fuentes: Propias

Por Juan C. Sanahuja

(Continúa del número anterior)

Como lo declararon en Río de Janeiro en 1997, los redactores de la Carta están dispuestos a convertirla en "la única agenda para el gobierno mundial", es decir, es un propósito declarado, que la Carta es un proyecto totalitario, de imposición de una determinada ideología, que en su materialismo, en su ateísmo, y en su afán de control, coincide con el marxismo.

Desde hace tiempo la opinión pública está siendo sometida a un lavado de cerebro que trata de sustituir el concepto de respeto debido a la naturaleza, de raíz eminentemente cristiana, con los esquemas ecologistas de la nueva ideología del humanismo inmanentista.

Esta ideología no se priva de cultivar diversas formas de materialismo pseudo religioso, que asimiló algunas manifestaciones de misticismo oriental, a veces esotérico, y con eso procura descristianizar la sociedad e implantar un nuevo modo de interpretar toda la realidad. En los documentos internacionales se llama claramente a este empeño, proceso de reingeniería social.

El nuevo humanismo pretende salvar de un supuesto exterminio, por ejemplo, a las focas, ballenas, gorilas, manatíes, chitas, elefantes, diversas especies de mariposas, osos y cabras montesas, por otro, no sólo se justifica, sino que se tiene como una obligación "natural" procurar y provocar un verdadero y propio holocausto con leyes que autorizan el abominable crimen del aborto. Y esto en nombre de la paz y la armonía. ¿No es la matanza de millones de inocentes, el mayor atentado contra la paz?

La nueva ideología se preocupa de las víctimas de la violencia, -refugiados, prófugos, excluidos y migrantes-, sometiendo a sus mujeres compulsivamente al aborto y a la esterilización, para que no sumen más de la cuenta y pongan en jaque "la gobernabilidad global".

Por su ecologismo, la nueva ideología está impedida para distinguir entre el ser humano y la bestia. No es infrecuente, por ejemplo, que en documentales de televisión sobre la vida silvestre, producidos por National Geographic, Audubon Society, la BBC, etc., se llame al chimpancé "nuestro hermano" o "nuestro primo" y, en general, no sólo se culpe al hombre de algunos desmanes que son ciertos, sino que se lo presente por definición como "el enemigo" de la naturaleza -el máximo depredador-, sin reconocer su dignidad trascendente y poniéndolo en pie de absoluta igualdad con los otros seres vivos, distinto de ellos sólo por pequeños porcentajes de ADN.

La nueva ideología rompe lanzas por mantener la naturaleza intacta, bosques, mares y montañas, pero desconoce las naturales diferencias entre hombre y mujer, tratando de imponer unos nuevos derechos, contrarios a la naturaleza misma, basados en la teoría del género y la libre opción sexual.

La nueva ideología predica incansablemente que el ser humano tiene como fin elevar propia calidad de vida, aún a costa de la vida de los no nacidos, los enfermos y los viejos. Busca una utópica felicidad intramundana, que el hombre sólo con sus fuerzas nunca podrá alcanzar. Así, reedita las teorías sobre el progreso sin fin de la humanidad.

A la vez, como quien conserva en un zoológico a un orangután albino, intenta preservar lo que llama culturas autóctonas, condenando -previa esterilización, para que no sumen más de la cuenta-, a otros seres humanos a la ignorancia y al subdesarrollo, porque la educación y la transmisión de conocimientos ha de ser sustentable, es decir, limitada.

El nuevo humanismo predica también el "respeto a la diferencia" buscando el reconocimiento de ciertos derechos para los homosexuales, provocando el disgusto de los indígenas, que se ven incluidos en la misma bolsa con esos "diferentes".

Pero en nuevo humanismo le niega "el respeto a la diferencia" a otros seres humanos que, por ejemplo, desean ser buenos cristianos, viviendo su fe en todo lugar y no sólo encerrados en su casa o en la iglesia; también se lo niega a una pareja -hombre y mujer; cristianos o no- que quiera tener una numerosa prole; también se lo niega a esos u otros padres que, ejercitando sus derechos inalienables, quieren transmitir a sus hijos una fe trascendente; y, por supuesto, el nuevo humanismo no ejercita el "respeto por la diferencia" con respecto a los médicos que por motivos éticos, no quieren ser cómplices del crimen abominable del aborto.

Toda diferencia que no entre dentro de las diferencias estipuladas por la nueva "nomenklatura" nacional o internacional es calificada por los voceros del nuevo orden, de antidemocrática, violenta, totalitaria y fundamentalista.

En la presentación de la Carta de la Tierra sus redactores afirmaron haber consultado a más de 300 líderes religiosos. Así, la Carta de la Tierra pretende vestir de una cierta espiritualidad al nuevo orden mundial.

Un proyecto similar en ideología e intenciones lo encontramos en el proyecto de Nueva Etica Global, que Hans Kung presentó hace pocos años en el Foro Económico de Davos, auspiciado por el World Wildlife Found (WWF, Fondo para la Vida Silvestre, del príncipe Felipe de Edimburgo). El ex teólogo católico dijo allí que no se puede construir el nuevo orden mundial sin su nueva ética planetaria. En la misma línea, Gorbachov se compromete a imponer la Carta de la Tierra en lugar de los Diez Mandamientos, porque es necesaria "una nueva ética para la nueva era".

Algunos han intentado unir estos dos proyectos y así constituir un "único paradigma mundial para la paz y la gobernabilidad global". Entre otras cosas, cabe preguntarse, ¿puede haber diálogo con este nuevo humanismo?, ¿se le puede conceder alguna buena intención a este totalitarismo?, ¿no debemos ir pensando más en cómo resistir que en cómo dialogar con este nuevo orden?. FIN, 06-01-02