Homilía Domingo XXVI A. Cosa del pedigrí
Los judíos eran gente de pedigrí. Hijos de Abraham. No digamos si además pertenecían al grupo de os fariseos, saduceos, escribas, a la clase sacerdotal. No necesitaban más. El Pueblo elegido. Los primeros en decir sí a la alianza… pero que ahora rechazaban la nueva alianza en Cristo.
Menudo escándalo. Y encima ese supuesto Hijo de Dios reunido con publicanos, como Mateo, y prostitutas, como la Magdalena. Que, efectivamente, habían rechazado todo, pero ahora se sentían cautivados por Cristo.

Cuando pregunté a los niños si era justo que los que trabajaron apenas una hora cobrasen lo mismo que aquellos que tuvieron que bregar toda la jornada, evidentemente dijeron que no. Seguro que los mayores también lo pensaban, pero no se atreven a proclamarlo en público.
Vamos a partir de la segunda lectura. Somos de Cristo, en la vida y en la muerte. Somos enteramente de Cristo, queremos, debemos ser de Cristo, que nos ha revelado el rostro misericordioso del Padre, como hemos proclamado en el salmo.
Esta mañana he celebrado la misa de las 11.30 h., en la que suele darse una mayor afluencia de familias y niños de catequesis. Hago esta introducción para que comprendan el tono de la homilía.
Imagine, de John Lennon, posiblemente haya sido una de las canciones más escuchadas de los últimos días. Especialmente tras los atentados de Barcelona y Cambrils, en España, podemos decir que casi no ha habido acto en memoria de las víctimas, homenaje, recuerdo e incluso oraciones en los que no haya aparecido la cancioncita.