1968. El «punto de inflexión» en la historia de los Estados Unidos

1968. El «punto de inflexión» en la historia de los Estados Unidos

Algunos autores norteamericanos han definido al año 1968, en el que murió Martin Luther King como «el año en que Estados Unidos vivió más historia de la que podía digerir».

Algunos autores norteamericanos han definido al año 1968, en el que murió Martin Luther King como «el año en que Estados Unidos vivió más historia de la que podía digerir». Efectivamente, una sucesión de acontecimientos importantes que tendrían duraderas consecuencias, tuvieron lugar en 1968, el año que pareció almacenar la masa crítica de una década, la de los 60, marcada por los grandes cambios a todos los niveles, en general con consecuencias muy negativas que hoy sufrimos con toda intensidad.

Fue el año en que, en la política americana, sobretodo en la campaña electoral de ese año se oyó hablar por primera vez de temas que hoy, por desgracia, son bien conocidos de todos hoy en día en Occidente como aborto, anticonceptivos, feminismo, homosexualidad, droga, «modelos de familia» ... Empezaba a despuntar, todavía tímidamente, la monstruosidad moral que hoy conocemos como «ideología de género» que a tantas aberraciones nos está llevando.

El catalizador de la guerra de Vietnam

En Estados Unidos fue el año donde dieron comienzo las protestas masivas contra una guerra de Vietnam empantanada, ganándose el presidente las iras de Martin Luther King, con su gran ascendiente sobre la población negra y sus ideas progresistas que minaban la influencia del presidente.

Fue el año en que, precisamente a causa de esa guerra en punto muerto, con 500.000 soldados USA en aquel país asiático, el presidente Lyndon Johnson, con su popularidad hundida, anunció que no se presentaría a la reelección en las elecciones presidenciales de noviembre.

A finales de enero de 1968 había tenido lugar en Vietnam una gran sacudida bélica, la ofensiva comunista durante el «Tet», el año nuevo vietnamita (que coincide con el chino) que sorprendió al ejército norteamericano y a su aliado survietnamita. Estados Unidos dominó finalmente la situación y frenó la ofensiva comunista pero las fuertes bajas que sufrió su ejército en ella (5000 muertos, aunque las bajas comunistas fueron 40.000) hicieron que el público americano, que hasta entonces había apoyado el conflicto (incluso con el reclutamiento obligatorio) pasara a oponerse a la guerra en un porcentaje cada vez mayor. El «Tet» fue el «punto de inflexión» como se le ha definido, entre ambas posturas sociológicas llevando finalmente a una mentalidad que conduciría unos años más tarde a la retirada y derrota final de las tropas norteamericanas en aquella guerra.

Más importante aún fue que la cuestión de Vietnam y la protesta contra la guerra ejerció en la práctica como un poderoso catalizador que hizo avanzar, por desgracia, a todas las demás causas «progresistas» de la época, (incluyendo las citadas anteriormente). Así pues, el «punto de inflexión» en la guerra vietnamita vino a serlo, en realidad de toda una mentalidad social y política tradicional que empezó a verse sustituida por las nuevas ideas «progresistas», en una multitud de ámbitos.

Fue la época en que Estados Unidos parecía a punto de hundirse en un enfrentamiento racial interno a gran escala tras los fuertes disturbios que el año anterior, 1967 dejaron decenas de muertos y ciudades medio arrasadas como Detroit, Cincinnati, incluso Chicago. Más de 80 personas murieron en esos disturbios en 128 ciudades del país, (en lo que fue conocido como «el largo y cálido verano de 1967»). Mientras en los estados del Sur, sobretodo en Alabama, recién abolida la segregación de la minoría negra, reinaba aún un ambiente de racismo ambiental muy considerable.

Año de magnicidios

1968 fue el año de los magnicidios: el año del asesinato de Martin Luther King, el líder religioso protestante y pacifista de la minoría negra (4 de abril), asesinado por un ladrón de poca monta James Earl Ray. Activista de los derechos civiles desde muy joven, con sus campañas de boicots y de resistencia pacífica logró concienciar a todo el país de la necesidad de poner fin a la segregación que sufrían los negros en el sur del país. Aun cuando tuvo que soportar que los jóvenes negros se sintieran más atraídos por líderes más radicales como Malcolm X (asesinado en 1965) o Stockely Carmichael. Fue un gran detractor de la Guerra de Vietnam.

Y fue el año también del extraño asesinato de Robert, conocido como Bobby Kennedy, antiguo rival y ahora amigo de Luther King. Hermano menor del presidente asesinado en Dallas en 1963, que se presentaba a las elecciones presidenciales desafiando abiertamente a la política del presidente Johnson (en teoría de su mismo partido, el Demócrata) respecto a Vietnam y a su política económica.

El carismático Bobby Kennedy luchaba por conseguir la nominación demócrata en pugna con el candidato izquierdista y más antibélico aún, Eugene McCarthy y con el candidato oficialista Hubert Humphrey, vicepresidente de Johnson, representante del ala conservadora de los demócratas. Tras un inicio titubeante, Robert Kennedy empezaba a imponerse en las primarias demócratas en diferentes estados.

En la madrugada del 5 al 6 de junio de 1968 Robert Kennedy fue tiroteado en un hotel de Los Ángeles (por el palestino Shirhan Shirhan) cuando acababa de pronunciar un discurso celebrando su victoria en las primarias demócratas de California. (curiosamente, ese mismo día, el 6 de junio, en España, tendría lugar el primer asesinato reivindicado de la organización terrorista ETA, el del agente de la Guardia Civil, José Antonio Pardines, en Guipúzcoa).

¿Se hubiera convertido el todavía juvenil a sus 43 años, Bobby Kennedy, en presidente de Estados Unidos en noviembre de ese año si hubiera vivido? Esa es una de las grandes preguntas sin respuesta de la historia contemporánea de Estados Unidos. Nunca se sabrá, pero todo parece indicar que hubiera tenido grandes posibilidades de lograr la nominación demócrata y enfrentarse a Richard Nixon, el candidato republicano en las elecciones de noviembre. Si al final Nixon solo pudo vencer al gris candidato demócrata Humphrey por un margen muy estrecho, convirtiéndose en presidente, la lógica parece indicar que lo hubiera tenido más difícil aún con un contrincante mucho más «fuerte» como hubiera sido Kennedy.

Visto desde hoy en día el programa de Bobby Kennedy era básicamente el de Obama 40 años después. Quizá moderado en el ritmo de avance, pero radical en el fondo en cuanto al cambio de un modelo de sociedad hacia uno más «avanzado». En el verano de ese año tras una caótica Convención Demócrata en Chicago marcada por los graves enfrentamientos entre policía y manifestantes antibélicos, Humphrey que se negó apoyar una petición de los jóvenes demócratas para poner fin a la guerra rápidamente si era presidente, obtuvo la nominación demócrata. Un año más tarde Humprey se lamentaría amargamente «Si hubiera apoyado vuestra petición hace un año, ahora sería presidente».

En el campo republicano todo fue mucho más sencillo, el ex vicepresidente Richard Nixon se impuso fácilmente en las primarias a sus rivales republicanos el liberal (y masónico) multimillonario Nelson Rockefeller y al gobernador de California, Ronald Reagan, definido entonces como «la cara civilizada de la extrema derecha» por la prensa «liberal» frente al racista gobernador de Alabama, George Wallace que se presentó como independiente y llegó a ser una seria amenaza para Nixon en algunos momentos de la campaña.

Primera campaña «demoscópica»

Incluso la campaña de 1968 fue la primera en que los candidatos se movían basándose en encuestas y estudios constantes procedentes de empresas de publicidad. Una campaña en que los candidatos demócratas, sobretodo en California celebraban fiestas en discotecas y donde las estrellas de cine y televisión se movilizaron en apoyo a los demócratas (la que más destacó fue el actor Leonard Nimoy que hacía de Dr Spock en la serie televisiva Star Trek, muy popular entonces). La primera campaña donde jóvenes y mujeres se movilizaron masivamente. Fue la primera campaña electoral moderna. También en eso 1968 marcó la pauta del futuro.

Es curioso que en el por lo demás excelente libro de los periodistas británicos Lewis Chester y Godrfey Hodgson» Un melodrama americano. La campaña presidencial de 1968», un exhaustivo análisis de la política norteamericana de la época de casi 900 páginas, publicado en 1971, los autores ven como un motivo de esperanza en el sistema americano que un hombre como Ronald Reagan no pueda ser presidente…. Sin sospechar que 10 años más tarde Reagan sería presidente y no solo eso, sino que sería uno de los mejores del siglo XX.

Finalmente, en las elecciones presidenciales de noviembre de 1968, Richard Nixon venció por los pelos a Hubert Humphrey y se convirtió en presidente. Pareció por un momento que la sociedad norteamericana se reafirmaba en los valores tradicionales eligiendo al conservador Nixon como presidente. Pero, por desgracia, el gobierno de Nixon terminaría en desastre, siendo obligado a dimitir por el caso Watergate en agosto de 1974. Nixon, una de las figuras políticas más incomprendidas y odiadas por la izquierda no solo norteamericana sino mundial durante el siglo XX, había sido víctima de una cacería política y mediática inmisericorde. Desgraciadamente las ideas «progresistas» del 68, habían llegado para quedarse no solo a Estados Unidos sino a todo Occidente.

Javier Navascués

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