(Agencias/InfoCatólica) La Misa del Domingo de Ramos, que es el pórtico de la Semana Santa, había congregado a más de 50.000 fieles, según la gendarmería del Vaticano, que, por primera vez en mucho tiempo, abarrotaban la plaza San Pedro.
Cientos de sacerdotes, obispos, cardenales y laicos llevaron solemnemente grandes ramos de palma en la procesión por la Plaza de San Pedro.
«Queridos hermanos y hermanas, desde el comienzo de la Cuaresma hasta ahora hemos preparado nuestros corazones mediante la penitencia y las obras de caridad», dijo el papa Francisco antes de comenzar la Misa del Domingo de Ramos.
«Hoy nos reunimos para anunciar con toda la Iglesia el inicio de la celebración del misterio pascual de nuestro Señor, es decir, de su pasión y resurrección», dijo Francisco y, con la oración litúrgica propia del momento, exhortó a los participantes en la celebración a seguir a Jesús en su entrada en Jerusalén, «para que, siendo hechos por su gracia participantes de la Cruz, participemos también en su Resurrección y en su vida»
En ese comienzo de la celebración de la liturgia del Domingo de Ramos, el Pontífice, de 87 años, que llegó a la misa en silla de ruedas y que ha tenido en las últimas semanas asistentes que han leído algunos de sus discursos, mostraba una voz cansada. Al final de la lectura del Evangelio, cuando se esperaba la homilía, hubo un prolongado silencio tras el cual se pasó directamente al rezo del Credo.
Francisco pudo leer las oraciones de la misa y habló al final de la liturgia, haciendo un llamamiento por la paz en Ucrania y Gaza y pidiendo oraciones por las víctimas del ataque yihadista en Moscú. El Papa calificó lo sucedido en Moscú como «cobarde atentado terrorista» y se refirió a «los corazones de quienes planean, organizan y realizan estas acciones inhumanas que ofenden a Dios, que mandó: 'No matarás'».
En su llamamiento por la paz, el papa Francisco hizo una breve reflexión sobre el relato evangélico de la entrada de Jesús en Jerusalén montado en un asno como Príncipe de la Paz.
“Queridos hermanos y hermanas, Jesús entró en Jerusalén como un rey humilde y pacífico. Abrámosle nuestro corazón. Sólo él puede librarnos de la enemistad, del odio, de la violencia, porque él es misericordia y perdón de los pecados”, dijo el Papa.
Al concluir la liturgia, el papa Francisco recorrió la Plaza de San Pedro en el papamóvil saludando a los entusiastas peregrinos que vitoreaban y enarbolaban banderas y pancartas.
